domingo, 17 de julio de 2011

Crónica de una venta inusitada

Delincuencia organizada. Siempre, desde las sombras han tenido el control de nuestro país. Hace tiempo –no sería capaz de decir hace cuanto- los Chapos (del cartel del Chapo Guzmán) están en el pueblo donde vivo, que hay que recordar que mi pueblo es muy pequeño, uno de los más pequeños de mi Estado, y económicamente hablando pues “está jodido” como se dice coloquialmente. Pero su ubicación lo hace un tanto “atractivo”, ya que tiene salida para Florencia, Chimaltitan y Totatiche, los dos últimos son del estado de Jalisco. Cuando llegaron los chapos cargaban con sus cuernos de chivo siempre y se la pasaban dando “rondienes” (la última actividad la siguen haciendo), daba miedo y sigue dando pues los Zetas pueden venir y habría un enfrentamiento y eso es lo que más tememos, más tomando en cuenta que hoy es 17 de Julio y el novenario de la fiesta patronal comienza el 30 de este mismo mes.

Hoy la principal preocupación es: ¿habrá fiesta? Como dije arriba, somos un pueblo pequeño, tenemos pocos distractores  y lugares donde los jóvenes podemos divertirnos, prácticamente son nulos, la gente de este lugar espera la fiesta más que las vacaciones, de hecho lo divertido de las vacaciones son “las fiestas”. Pero este año no contaremos con los “hijos ausentes”, es decir, los familiares que radican en los Estados Unidos, para nosotras las mujeres jóvenes significa un “no habrá muchachos guapos” y para los hombres “no habrá mujeres guapas”, no habrá gente y posiblemente tampoco “puestos” porque todos tienen miedo de venir.

Sólo en una ocasión había visto a los chapos de cera y sólo vi a uno, antes había visto a lo lejos ( a unos 20 metros) a otros con sus armas y pues siempre en sus camionetas, pero ayer me los topé cara a cara y aunque sé que no me harían nada (ellos no dañan a la  gente “inocente”). Yo trabajo en una tienda vendiendo ropa (negocio familiar) y aquí sólo está mi tienda y otra, pero es de ropa de segunda y de EUA (es muy chica), yo estaba con una amiga porque íbamos a ver una película, cuando entraron dos hombres.

—¿Tiene ropa de hombre?—dijo uno con camiseta de resaque y un radio.

—Sí—contesté yo y salí de detrás del mostrador.

—Ah si, ya vi—dijo mirando hacia arriba viendo las playeras—, muéstrame una de esas—me pidió.

Yo fui por el “gancho” para bajar las playeras y mostrárselas, me dijo que le bajara todas y al bajarle la primera me dijo que estaba chica entonces le mostré más grandes.

—Cristina—me llamó mi amiga—, ¿qué si tienes bóxers?—me preguntó y yo volteé.

Había cuatro tipos en frente del mostrador, vestían normal y no llevaban ningún arma, algunos llevaban tatuajes. Le dije donde estaban los bóxers y ella atendió a esos, entonces yo seguí con los otros dos y luego mostrándoles la ropa a quien me pidiera. Pronto tuve que cobrar y mientras hacía la cuenta intentaba memorizar las piezas que se llevaban para después anotarlas.

—Son $375— dije.

El muchacho sacó su billetera, tenía una enorme cantidad de dólares dentro de ella, cantidad que en mi vida había llegado a ver junta en vivo y en directo.

—No acepto dólares—le dije cuando me tendió 40 dólares.

—Wey no trais dinero—le dijo al que traía el radio.

—No bato, nada más dólares—y todos me miraron.

—¿No acepta dólares?—me preguntó un rubio bastante guapo.

—No… ni siquiera sé a cuanto está—le respondí yo.

 —Agárralos a $10, están a 11 pero no importa—y los tomé.

He de agregar que las cosas se me caían, mis manos temblaban y yo me encontraba muy nerviosa, sabía que no me harían nada pero ver el Jepp y una camioneta Lobo blanca estacionadas en frente de mi tienda impiediento el paso de otras camionetas y sabiendo que ellos eran chapos me resultaba sorprendente y no controlé mi nerviosismo. Cuando los seis se fueron llegaron otros dos y yo ya estaba más tranquila.

Cuando se fueron me senté en mi silla de golpe, miré a mi amiga y le dije lo nerviosa que estaba. Ella también tenía mucho miedo. Hablamos de ellos, de cómo eran, yo no logro recordar muy bien sus físicos más que al rubio guapo (me gustó) y sus acentos que logramos más o menos identificar, hablamos un rato sobre eso y yo me terminé la coca cola que había comprado antes que los Chapos llegaran. Mis manos aún temblaban, estaba sintiendo como mi respiración se agitaba y sentía el mundo dar vueltas, mi mirada no se lograba enfocar y todo parecía borrosos un poco, además mis manos seguían temblando.

Hoy ha pasado casi lo mismo, han venido otros chapos a comprar ropa, los he atendido pero esta vez he estado sola, me he puesto menos nerviosa, he respondido a su saludo e intercambiado palabras. Esta vez el radio lo portaba un muchacho más joven, como de 25 años, más guapo y con unos Converse geniales xD  y una playera muy padre (chingona pues, que mola xD), a él le han sobrado $50 pesos y se los dio a un niño de unos 4 años.

—Toma pa’ que te compres algo—le dijo mientras salía de la tienda.

Mi primo en ese instante llegaba.

Ahora tengo muchos billetes de 20 dólares y me digo “si hubieran comprado antes mi hermana se los hubiera llevado a los EUA” (ella está en Los Angeles ahora).

Quizás no debería decir esto de esta forma porque el narcotráfico al final de cuentas es un delito, pero me alegro de que hayan sido chapos los que llegaron acá…me alegro porque los Zetas son unas ratas que sólo toman lo que quieren y ya, los chapos no secuestran, no matan, no roban a inocentes si levantan (secuestran), si matan, torturan, destazan, etc, pero sólo lo hacen con los que los chingan y con los Zetas…esas sabandijas que llegan con un arma y con eso se dan el lujo de hurtar  lo que tú vendes y de lo que te sostienes.

Todo está medianamente bien hasta que no haya balaceras.

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