viernes, 24 de junio de 2011

Prohibido enamorarse—Capitulo 15

He estado castigada y había olvidado actualizar @.@ merezco una patada yo lo sé. Este capitulo se lo dedico a Antonie, Andriana, Tere y a Gaby...los amo 

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Los planes surgen;
Las casualidades no existen;
El destino juega con nosotros;
Al final, son el uno para el otro.

Capítulo 15
Vida y una crónica



            Si contaba a los chicos reunidos cerca del viejo cadilac me sobrarían dedos, eran apenas cuatro muchachos los que ahí estaban reunidos. Los miré con detenimiento, el primero era alto, quizás medía más de 170 cm, llevaba el cabello muy corto y era negro, su frente era ancha y de vez en cuando se le arrugaba, sus pantalones eran anchos y su playera también pero no en exceso, su atuendo era complementado por una sudadera de gran tamaño; otro tenía el cabello largo a la altura de las orejas, llevaba vaqueros y una chamarra de cuero; luego estaba un rubio de vestimenta similar al castaño, pero éste llevaba una sudadera en lugar de chamarra; y por último, un rubio de cabello corto y mirada seria, vestimenta completamente normal. Ese era mi chico. Avancé hasta con ellos con una sonrisa, aunque estaba algo nerviosa pues todos esos chicos eran mayores y el de cabello negro tenía una pinta que me ponía paranoica.

Unos minutos bastaron para estar frente a ellos, el castaño dejó de hablar en cuanto me vio y los otros se giraron, me sentía estúpida por no hablar pronto. Aclaré mi garganta e hice gala de mi sonrisa, en seguida me dirigí al rubio y traté de manejar la situación.

—Disculpen. Bueno, tú eres Gustav ¿verdad?— señalé al chico rubio de pelo corto.

—Sí—me miró inquisitivamente desde antes de contestar.

— ¿Podemos hablar? Sólo serán unos minutos—obviamente ninguno comprendía que era lo que una niña buscaba con ellos, el de pelo negro le dirigió una mirada picarona a su amigo. El de cabello castaño tenía los ojos verdes, eran lindos.

—De acuerdo—dijo sin más y se abrió paso para llegar a mí. Caminamos un poco más para poder charlar.

—Soy Holy, Holy Kaulitz—me presenté y le tendí la mano.

—Mucho gusto.

—Verás, sé que sonará extraño pero sé que Bill es amigo tuyo—comencé a hablar nerviosa.


—Sí.

—Bueno, necesito que me hagas un favor enorme—el chico enarcó ambas cejas—, lo que pasa es que le estamos preparando una sorpresa.

***

La primera parte del plan se había llevado a cabo, ahora era cuestión de tiempo para avanzar a la segunda fase.

Un jueves por la tarde había modificado el trayecto que recorría a diario cuando regresaba de la casa de Emily, había decidió ir a comprarme una golosina en la tienda que estaba cerca del parque. Entonces vi a Bill con un chico rubio, me extrañé en seguida pues mi amigo no le hablaba a muchas personas o más bien, las personas no le hablaban tanto a Bill… que idiotas. Me les quedé mirando un poco, hablaban tranquilamente y luego el rubio se despidió de Bill con un ademán. Eran amigos o quizás buenos conocidos.

Al llegar a mi casa marque el número telefónico de Andreas, me contestó su madre pero en seguida me lo pasó, así que le conté lo que había visto. La conversación había sido corta pero Andreas me dijo que al día siguiente investigaríamos quien era el tipo, al parecer tenía un plan que podía involucrar al rubio misterioso. Mientras desenredaba mi cabello pensé en una cosa ¿por qué no lo conocía?


Quizás el reloj de la sala estaba mal o tal vez Andreas era el que llegaba tarde, no importaba porque yo estaba ansiosa de cualquier forma. Mi hermano se había ido a la casa de Bill a ver una película, al parecer sus padre habían salido, yo decidí hacerle una broma y le comenté que debía comportarse como un chico decente y no pasarse de unos cuantos besos, Tom se giró sorprendido con las mejillas teñidas de rojo.

—Eres terrible—comentó y luego salió de la casa.

—Se hace lo que se puede hermanito—contesté a la nada.

Treinta y cuatro minutos después Andreas tocó el timbre de la casa, tomé mi gorro y mis guantes porque suponía que haría frio, luego le abrí y fuimos rumbo al parque. Miré a mi acompañante por encima del hombro, cabellos rubios largos cubrían parte de su perfil, un gorro negro cubría su cabeza y una sudadera ajustada cubría su torso. Sonreí. Sentía mis orejas completamente heladas al igual que mis labios, los cuales quería humedecer con mi saliva pero me era imposible hacerlo pues sabía que si hacía eso las consecuencias serian peor.

Faltaba menos de una manzana para llegar al parque cuando vimos al chico que el día anterior había estado charlando con Bill. Era él no cabía la menor duda. Jalé la sudadera de Andreas casi a la altura de su codo para captar su atención, sus ojos se cruzaron con los míos y yo le señalé con mi cabeza al chico que jugaba con un perro.

—Se llama Gustav—dijo Andreas.

— ¿Gustav? Lindo nombre—las cejas de Andy se elevaron.

—Está en preparatoria—dijo luego de que dejara en libertad un suspiro de ¿frustración? Sí, o al menos era algo parecido.

— ¿De dónde lo conocerá Bill?—deje escapar mi cuestionamiento.

—No lo sé, pero puede servir—mientras hablaba el mejor amigo de mi hermano estaba estirándose las puntas de su cabello.

— ¿Servir? Hablas como si el chico fuera un objeto—mi voz mostraba el tono perfecto para reprenderlo.

—No lo enfoques así—me dedicó una sonrisa—, sólo que él nos facilitará las cosas.

***
Llevaba casi una hora escuchando las quejas de Emily porque su padre no había querido comprarle un nuevo celular. Yo la miré ir y venir por la habitación haciendo sus berrinches, sólo exhalaba sonoramente de vez en cuando, pero había aprendido a no hacer nada por sus rabietas, era mejor esperar. Mi amiga era una niña lista, muy activa pero siempre terminaba comportándose como una niña, eso era cansado para mí pero en el fondo la quería bastante. Cuando éramos niñas yo iba a su casa continuamente para jugar, había muchos juguetes y su madre estaba todo el tiempo pendiente de lo que necesitáramos, Emily me trataba como una hermana y su madre como si también fuera la mía, me gustaba pasar mis tardes con mi amiga. Eso incrementó cuando Tom comenzó a alejarse de mí, a pesar de que ya no era una niña y los castillos se habían derrumbado ante mis ojos yo seguía yendo a jugar a ser la princesa, en el sentido estrictamente metafórico porque ya no jugamos como cuando éramos más pequeñas.

Emily se metió a su baño para darse una ducha, yo tomé un cepillo que descansaba sobre el tocador y comencé a cepillar mi cabello. Me miré al espejo mientras las cerdas acariciaban mi cabello, nunca sería una princesa porque yo era Holy, tenía que ser yo.

—Hoy tampoco me habló ¿te diste cuenta?—me dijo mi amiga mientras me quitaba el cepillo para desenredarse el cabello.

— ¿Quién?—obviamente se trataba de Bill pero me apetecía hacerme la desentendida.

— ¿Cómo que quién? Pues Bill—su entrecejo se había arrugado.

—Emily ya sabes que…

—Sí, que no le gusto. Eso es lo que tú dices, pero si así fuera él no me prestaría tantas atenciones.

Masajeé mis sienes sin que ella se diera cuenta, más necia no podía ser—Bill es un caballero, jamás te trataría mal.

—Es un amor—dijo sonriendo.

—Emy contigo no se puede razonar—Bill era propiedad de Tom Kaulitz pero no podía decírselo—. Eres una niña ¿crees que Bill se interesaría en ti?—sus ojos se mostraron tristes e indignados—. Es más dudo mucho que a Bill le gusten las chicas…

— ¡Él no es gay!—me gritó. Me estaba comenzando a enfadar, pero extrañamente le tenía demasiada paciencia, si hubiera sido otra persona le hubiera plantado una bofetada.

 —Nunca dije eso, me refiero a que es muy chico.

—Andreas tiene su misma edad y anda detrás de ti—su razonamiento me pareció estúpido.

—Andreas no me gusta ni yo a él, sólo somos amigos.

—Si ajá.

—Sabes qué Emily me largo, tengo que hacer la cena y ya me he demorado. Deja de hacerte ilusiones con Bill—ella me miró con una tristeza que me dolió, apartó su vista y apretó el cepillo con toda la fuerza—. Perdóname…yo no quería lastimarte—le dije abrazándola.

—Si no me quieres ayudar con Bill está bien, pero no vuelvas a hacer esto—me dijo sollozando.

***
Menos cinco grados centígrados. Estaba nevando y yo estaba sentada frente a la chimenea con una taza de chocolate caliente que había preparado mi hermano mayor. Entonces, mientras cerraba los ojos para degustar mejor el chocolate, Tom se sentó a mi lado. El peso de mi hermano hizo que el sillón se sumiera un poco al mismo tiempo que yo abría los ojos, sonreí y tomé un nuevo sorbo de mi bebida caliente. Afuera hacía frio pero  dentro de la casa no hacía tanto.

Escuché como una llave era introducida en la cerradura de la puerta principal, luego la llave giró y la puerta terminó abierta, entonces mi madre entró en la casa. Se escuchaba como sus tacones resonaban cada vez que daba un paso, pronto mi madre apareció en la sala y nos saludó amablemente, primero depositó un beso en la mejilla de Tom y le dio un lujero abrazo y luego hizo lo propio conmigo, nos dijo que estaba muy cansada que se cambiaría y se recostaría un momento para después cenar con nosotros dos. Tanto Tom como yo no tuvimos problema en que ella descansara, se lo merecía luego de ua larga jornada de trabajo.

Mientras mi hermano y yo comenzamos a charlar, le conté de cosas de la escuela mayormente y el también me contó cómo había ido su día, reimos mucho a medid que la platica avanzaba. El chocolate se nos terminó y lo mismo pasó con los temas de conversación, de pronto se me ocurruió preguntarle hacerca de su trabajo de literatura.

—Es un ensayo—dijo Tom con cierta mueca de desagrado—, tenemos que leer un libro y luego realizar un esayo.

Recordé que Andreas haría su ensayo acerca de Un mundo feliz, un gran libro si me pidieran mi opinión, no tenía idea del libro que escojería Tom o Bill, así que decidí encaminar la platica a eso.

—¿Y cuál libro escogerás?—pregunté luego de dejar de mirar el fuego de la chimenea.

—Pues no lo sé… ¿recuerdas que mamá nos leía Romeo y Julieta?—me preguntó sonriendo.

Claro que lo recordaba, nuestra madre era partidaria de la idea de promover la lectura y que mejor que haciéndolo ella misma, siempre nos sentaba en la sala y nos leía algo, claro que no era diario por su trabajo pero trataba de hacerlo lo más seguido posible. Romeo y Julieta era una de las novelas favoritas de ella, trágica pero llena de amor.

—Obvio, cómo olvidarlo—le contesté.

—Bueno quería hacerlo sobre esa novela, pero no lo sé…

—¿Cómo que no lo sabes?

—Es demasiado cursi—le expliqué.

— ¿Cursi? ¿Qué mierda tienes en la cabeza? Es una historia bellísima y sin final feliz—mis ojos mostraban mi incredulidad ante las palabras de mi hermano, él se echó hacia atrás—. Es perfecta.

—Lo sé—dijo Tom mirando a la nada.

—Podrías usarla… creo que tú podrías desahogarte con eso…

—¿A qué te refieres?

—Existe cierta similitud entre Rome y Julieta y la relación que tienes con Bill—mi hermano enarcó las cejas extrañado de msi palabras—. Ellos no podían amarse porque sus familias estaba en conflicto, para ustedes es difícil por

—Porque seríamos juzgados por la sociedad—dijo Tom tras interrumpirme.

—De acuerdo, soy una idiota no debí decir eso.

—Está bien Holy, entendí lo que quisiste decir.

—¿Seguro?—miré inquisitivamente a mi hermano. El fuego en la chimenea poco a poco iba consumiéndose—. Lo que digo es que tú puedes hacer el ensayo sobre esa novela y te sería más fácil por lo que tú mismo has vivido. Los Capuleto y los ------ sostenían que el amor de Romeo y Julieta era prácticamente prohibido… eso no tiene que ser así, el amor es amor—no quería darle la impresión a Tom de que su relación con Bill estaba mal, tal vez hablarle de eso no estaba dando los frutos correctos—, olvídalo, será mejor que escojas otro libro.

—No, está bien. Sé lo que es que esté prohibido enamorarse, entiendo eso y sé que se me facilitará—dijo eso y luego sonrió.

 —Te quiero mucho hermanito.

***
El semáforo se puso en rojo antes de que Natalie puediera avanzar, pues al siguiente semáforo tendría que girar a la derecha. Me quedé mirando al celular, no íbamos tan retrasados como temía.

El semáforo se puso en verde y mi prima reanudó el trayecto. En el asiento de atrás viajaban mi hermano y Andreas, íbamos rumbo a una pista de hielo para patinar. Mi prima Natalie había accedido de buena gana a llevarnos hasta Hamburgo para divertirnos, primero me encargué de convencer a mi madre de que nos dejará ir a Tom y a mi solos, al principio ella no estaba muy de acuerdo pero al final accedió; luego tuve que convencer a Tom de que tenía que acompañarme y él se encargó de convencer a papá para que nos diera el permiso. De esta forma, pedirle a Natalie que nos llevara fue más fácil y ella accedió rápidamente.

Apreté mis dedos dentro de los guantes y cerré mis ojos hasta que llegamos a la pista, bajamos del auto y me situé a la derecha de Andreas mientras que Nata y Tom caminaban delante de nosotros. Para donde mirara había una gran cantidad de gente, todos con ropa invernal, pero no lograba ver por ninguna parte a Bill y eso lograba ponerme nerviosa.

—Bueno chicos, los dejo—dijo Natalie—, debo ir a hacer mis mandados pero prometo regresar a tiempo por ustedes y espero que se porten bien.

—Claro Nata—le dije aceptando nuestra responsabilidad.

—Te llamamos por cualquier cosa—dijo Tom.

—Vale, se cuidan y no hablen con extraños.

Siempre habíamos tenido una buena relación con Natalie a pesar de que nos llevaba varios años, pero ella era una chica muy fresca y bastante comprensiva, sobre todo con Tom. Me fijé un momento en ella mientras regresaba al coche, una chica guapa de rubia cabellera, si, definitivamente nuestra familia era beneficiada con la genética.

Con un golpe sobre mi costado que Andreas me dio volví a prestarle a tención a nuestro entorno, era momento de continuar. Entramos a la pista de patinaje y nos pusimos nuestros patines junto con nosotros otros más lo hacían, en la pista no había tanta gente como debió haber en semanas anteriores, pero no por eso dejaba de ser entretenido ver a la gente caer y reír ante ello.

Miré el reloj de mano que llevaba puesto ese día, en los siguientes quince minutos Bill debería arribar al lugar, miré también a Andreas de soslayo viendo como él me mantenía la mirada y salía de la pista rumbo al baño, aquel sería su pretexto.  Sólo estábamos mi hermano y yo, Andreas ya se había retirado, entonces vi como un chico de cabello negro y complección familiar llegaba a la pista, giré a la derecha y Andreas me hizo una señal, debía actuar rápido. Tomé a Tom de la mano y patinamos un poco hacía la izquierda, medí lo más presiso que pude para lograr que Tom girara y quedara frente a mi, luego lo empujé y chocó contra alguien. Me alejé lo más rápido que mis piernas me permitieron y me escabullí entre la gente hasta salir de la pista, entonces llegué hasta donde estaba Andreas y ambos tomamos una locación más discreta porque a pesar de que ya habíamos logrado juntarlos no sabíamos si todo se desarrollaría tal y cómo lo habíamos planeado.

—Esto es genial—dijo Andreas casi en mi oído.

—Lo sé, al final eres una celestina de primera—contesté conteniendo la risa.

Todo el plan podía tener fallos, podrían haber mil y una posibilidades de que nuestro plan fracasara pero no había sido así. La adrenalina me fascinaba.

Habíamos logrado que Gustav, el amigo de Bill, convenciera al novio de mi hermano para que fuera a patinar a Hamburgo, todo había salido de la cabeza de Andreas. Gustav le diría a Bill que iría un fin de semana con sus familiares de Hamburgo, ese fin de semana concordaba con una cena a la que Bill y sus padre debían asistir en la misma ciudad, esto lo habíamos descubierto de la boca del propio Bill; entonces mi cuñado había aceptado, después de todo no tenía nada mejor que hacer hasta que llegara el momento de la cena, lo que él no sabía es que su amigo rubio no llegaría.

—Me siento como una intrusa observándolos—dije de pronto.

—Lo entiendo—me contestó Andreas—, ¿quieres ir por un capuchino?

—De acuerdo.

Antes de comenzar a caminar dirigí una ultima mirada a mi hermano y a su novio, la verdad me preocupaba que la gente lo viera mal pues cualquiera que se fijara lo suficiente se daría cuenta de que eran novios y no quería que mi ehrmano se sintiera mal. Pero Bill podía cuidarlo mil veces mejor de lo que yo lo haría. Con ese pensamiento tomé la mano de Andreas y fui por mi capuchino.

***

El cielo era abrazado por la penumbra de la noche mientras las estrellas parecían brillar con mas intensidad que en otras ocasiones, miré a la luna y me deleité con su belleza resplandeciente. Luna llena. Mi vista se posó en el estéreo del auto, antes de encenderlo le pregunté con la mirada a mi prima si podían encerlo, ella sólo asintió con la cabez. Luego, una suave melodía comenzó a llenar por completo el automóvil, era un letra dulce y romantica. El volante giró a la derecha y tomamos una desviación, en esos momentos regresábamos a Loitsche y era en aquel mismo instante que la cena a la que asistiría Bill comenzaba.

Mientras Natalie me contaba detalles acerca del próximo curso que tomaría yo dedicaba una mirada al asiento de atrás, los dos chicos dormían plácidamente pero Tom destaca por mucho, mantenía su mano empuñada contra su pecho y en su rostro descansaba una placida sonrisa. Encantador. Feliz, sobre todo feliz.

Volví a prestarle atención a mi prima, debía mantenerla despierta pues eran casi las nueve de la noche y no quería tener un accidente porque era visible su cansancio, posiblemente mi madre estaría en casa preocupada por nosotros, así que le escribí un mensaje durante un largo silencio que nació en la plática con Natalie.

Ya vamos en camino, te quiero

A los pocos minutos recibí la respuesta de mamá, sonreí cuando leí, entonces besé los dedos de mi mano izquierda y estiré mi cuerpo hasta que logré tocar la mejilla de Tom.

—¿Y que ha sido eso?—preguntó mi prima sonriendo.

—Mi madre meha pedido que le de un beso a Tom por ella—le contesté mirando al frente.

—Tía Grace siempre tan linda, ¿a mi no me ha mandado beso?

—Ya eres muy vieja para eso Nata—le dije riendo.

—Si yo soy una vieja tu eres un bebe—me contestó haciéndose la ofendida.

—Ya, ya. A ver Naty, te tengo una pregunta—mi tono era de juego.

—Dispara vaquera—me dijo mirando al frente.

—Bueno, ¿el amor joven perdura?—pregunté mirando de reojo a Tom sin que mi prima lo advirtiera.

—¿Cómo?

—Que si…bueno, supongamos que me enamoro siendo una cria, no sé cuando tenga 14 por decir algo. Me enamoro de alguien ¿crees que ese amor dure para siempre o está destinado a fracasar?

—¿Estas enamorada?—preguntó ella algo sorprendida, al grado de girarse para verme.

—Mira el camino—le dije repochandoselo—, no estoy enamorada, sólo preguntaba.

—Bueno, creo que existe el amor así pero no todos tenemos la suerte de encontrarlo, nacemos destinados a amar a alguien en especial pero algunos tardan mucho en encontrarse.

—¿Puede ser un chico con un chico?—pregunté tímidamente.

La verdad a pesar de que defendía el amor que mi hermano y mi cuñado se profesaban siempre existía esa duda, esa necesidad de que alguien nos loafirme para creer completamente en eso.

—No me esperaba esa pregunta…—dijo ella algo incomoda— pero supongo que si, si dos personas se aman no importa nada, ni religión, ni estatus social, ni siquiera el sexo. Sólo importa el amor.

—Creo que tienes razón—dije y miré la luna.

No importaba nada más que el amor. Yo amaba a mis padres y a mi hermano, por eso haría lo posible porque ellos estuviera felices y la felicidad de Tom era con Bill, de eso no había duda.

Volví a mirar a mi hermanito, estaba sonriendo, estaba soñando. Luego miré a Andreas y sonreí al verl con la boca media abierta y echada hacia atrás. El plan había funcionado. Andreas le había regalado uno de los momentos más felices de a mi hermano.

De pronto el futuro no era tan incierto, los miedos no asustaban tanto y los sueños crecían como flores en la primavera. De repente la penumbra no era tan oscura y la felicidad era palpable.

En ese momento todo era consecuencias y su causa era el amor. Me centré en la melodía que salía del estéreo y luego reanudé la plática con mi prima. Trivial, sí, pero no por ello aquella escena sería menos profunda. 

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Danke por leer y espero que les haya gustado ^^

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