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Lentamente nos aprisionan
Las cadenas de emociones
Que enterramos
Pero que nunca mueren
Capitulo 9
Ahogado en emociones
Por la ventana de mi habitación se veía como los copos de nieve danzaban mientras descendían del cielo a la tierra, hacía mucho frio y yo me hallaba bajo una pila cobijas con las que me aislaba del frio, estaba nevando y yo como todos los últimos días me pasaría el tiempo en mi cama. Andreas había ido algunas veces y me sacó de mi encierro para jugar videojuegos, él insistía en que yo le ocultaba algo y yo sólo lo evadía, me parecía difícil sincerarme con mi mejor amigo. Eso era estúpido según mi hermana.
Unos golpecitos llamarón a mi puerta, era mi hermana que me traía el teléfono pues tenía una llamada, me lo dio y al contestar me encontré con la voz inconfundible de Bill. Mi pensamiento se detuvo al escuchar la melodía que significaba para mí su voz, de repente parecía que ya no hacía tanto frio y tenía ganas de levantarme, pero eran más las ganas de seguir escuchándolo.
—Sí, ¿Cómo estás?—escuché a través del teléfono.
—Yo bien… supongo—dije recordando los últimos días.
— ¿De verdad? No te oyes muy convencido—me preguntó preocupado, por mi parte sonreí al comprender que le importaba.
—Creo que antes no estaba del todo bien pero…—comencé a decirle lo especial que era para mí el que él me estuviera llamando pero me detuve al sentir mi timidez.
—Pero ahora ya pasó un poco, te entiendo. ¿Sabes? Me sentía algo así—me dijo tranquilamente.
Me hizo sentir de una manera indescriptible aquellas palabras de Bill, me reconfortaba el pensar que él podía habar sufrido lo mismo que yo y de momento dejaba de hacerse presente esa sensación de vacío permanente que afloró durante mis vacaciones. En cambio, tenía en ese momento un cumulo de emociones y sentimientos recurrentes al pensar y disfrutar a Bill: pensar en hipótesis que me favorecían y disfrutar el cálido sonido que su voz representaba para mi corazón.
Sin embargo, se había hecho una cruel costumbre para mi vida atormentar los buenos momentos y en un segundo mis añoranzas perdieron las alas y caí en cuenta de un detalle mínimo que arruinó mi efímera felicidad. Ese odioso detalle era que Bill no estaba en Loitsche sino en Berlín y que nosotros no éramos más que amigos. Simplemente odioso.
— ¿Cuándo regresarás?— pregunté por mi miedo.
—Pues… creo que pasado mañana—respondió Bill. Mi mano apretó el teléfono.
—No sabes cuánto deseo poder estar a tu lado decirte que…
La frase no se terminó, en mi mente aún vivían nítida la oración que quedó incompleta para Bill, pero sabía, por el sonido que escuchaba, que la llamada se había cortado y ese tipo de cosas no estaba en manos de nosotros. Me recosté en mi cama con una ambivalencia más que obvia, Bill regresaría en dos días y no podía evitar pensar en que lo nuestro no funcionaría. Porque debía admitir que estaba enamorado de ese hermoso chico.
***
Los ojos de Andreas estaban completamente fijos en mí, me sentía un poco incómodo con esa situación pero era lo más correcto tener esa charla con mi mejor amigo y confiar de una vez en él como debía haber hecho antes de aquella escena. Mis manos mantenían movimientos imperceptibles y mi mirada esquivaba a la de mi amigo. Sentía la boca seca y la habitación se hacía más grande a cada momento.
— ¿Y bien?—dijo él cansado de esperar.
—Yo, bueno… hace un tiempo descubrí algo sobre mí—dije tratando de no divagar—. No te lo había dicho porque no sabía cómo hacerlo—miré directo a sus ojos—, la verdad es que… bueno es difícil.
—Dilo Tom, no puede ser nada malo.
—Soy gay—dije rápido, los ojos de mi amigo se abrieron desmesuradamente imitando a su boca y sabía que era un mal momento para él—. Yo sé que es algo muy sorpresivo pero… yo no puedo hacer nada para cambiar eso.
—Haber Tom déjame veo si entiendo. ¿Te gustan los chicos y no las chicas?—dijo aún en shock.
—Exactamente, pero no eres mi tipo así que ni creas que me gustas.
—Es obvio que no… tus gustos van más por del tipo de Bill—dijo recuperando un poco la compostura.
— ¿Bill?—dije sorprendido ante eso.
—Sí… y mira será difícil para mí adaptarme, digo no es nada malo pero si es extraño que de un momento a otro te enteres que tú mejor amigo es gay y mantener la compostura, pero eso no significa que dejaremos de ser los mejores amigos.
—Gracias Andreas.
—No es nada, pero bueno me lo venía pensado—lo miré inquisitivamente y al mismo tiempo quería ocultar mi miedo—. Es que tú te comportas de cierta forma con Bill, digamos que es especial y la forma en que lo miras, pues bueno me hicieron pensar que te gustaba y si eres gay supongo que si te gusta.
Las palabras de mi mejor amigo me dejaron helado, era confuso y frustrante darme cuenta que probablemente o mínimo mi hermana y él se habían dado cuenta de mis sentimientos por Bill cuando yo apenas lo asimilaba. Pero por otra parte me había agradado la forma en que Andreas se había tomado el asunto, no era un chico que se molestara fácilmente pero si era una persona en la cual confiaba plenamente y desde entonces lo aprecié más como ser humano, porque mi amigo era una gran persona.
Al parecer Andreas entendió a la perfección que no me sentía bien y que no quería ahondar demasiado en el tema de Bill, me recosté en la cama luego de hablar de otras cosas con él y me despedí con algo que lo desencajó pero que no le molestó el que se lo hubiera ocultado.
—También hay otra cosa que no te he contado, pero ahora estoy cansado.
—Pues mañana me cuentas y espero que duermas bien y mañana comas porque tú mamá y Holy están preocupadas porque casi no comes—me dijo serenamente.
Sin quererlo después de que Andreas había salido de mi habitación me había quedado dormido, después de todo había liberado un gran peso de mi alma. Por la tarde me levanté para comer y me encontré con mi padre sentado en la mesa para acompañarnos a comer, seguramente había llegado en la madrugada; durante algún momento de la comida mi padre dirigió todas sus energías a reprocharme por estar la mayoría del tiempo acostado bajo las cobijas, según decía yo debería estar haciendo algo de provecho y “flojeando” todo el tiempo. Así que por la tarde me dediqué a partir leña para la chimenea pues hacía demasiado frio.
—Muy bien Tom—dijo mi padre cuando terminaba de cortar el ultimo leño.
—Ajá—contesté restándole importancia.
Luego entramos a la casa para tener un rato de pare a hijo, vimos un partido de futbol y luego uno de basquetbol. No era que me incomodara estar con mi padre, pero él no dejaría de ser como era sólo por no lastimarme, mi miedo era que como reaccionaría él cuando le dijera que era gay. Aún me costaba trabajo decirme gay a mí mismo.
Me encerré en mi cuarto hasta la hora de la cena, mientras vi una vez más la película de City of Angels, esa película que había hecho llorar a Bill y que secretamente también me había sacado unas lagrimas.
Ver esa película en esos momentos era completamente masoquista, no podía evitar relacionar la trama de dicho filme con mis sentimientos hacia Bill: un ángel enamorado de una humana y un chico enamorado de otro chico, en ambos casos estaba prohibido enamorarse. Llegó el momento en que sonaba iris de goo goo dolls, esa canción se sintió como un cuchillo clavado en el estomago, un dolor agudo abarrotó mi cuerpo. Cerré los ojos y en seguida recordé la noche de de Halloween.
Bill vestido de vampiro, completamente de negro e inclusive sus cabellos ya no tenían rastros de sus mechones rojos; sus ojos ahora eran rojos gracias a unos pupilentes y eran remarcados por el rímel y el delineador, además de unas ojeras creadas con maquillaje; su piel era más blanca que antes y sus dientes adquirieron unos colmillos; la gabardina le llegaba casi a los tobillos y era también negra al igual que su pantalón ajustado y sus botas con hebillas metálicas, sólo llevaba una camisa blanca con los primeros botones desabrochados. Bill era demasiado sensual.
Vestido así no podía dejar de mirarlo por completo, de la cabeza a los pies y viceversa, era una imagen demasiado encantadora así que no importaba si me evidenciaba por tener siempre la mirada puesta en él aunque yo no me daba cuenta de eso.
En la fiesta Bill tuvo un incidente con Giselle, cuando yo había ido a buscar algo de beber ella se le había acercado y en verdad que se acercó a Bill. La chica llevaba un diminuto disfraz de enfermera que la hacía ver como una actriz porno, zapatos altísimos y un vestido que apenas le tapaba, tenía arrinconado a Bill contra la pared y por la cara de enojo e incomodidad de él me pude dar cuenta que no lo estaba seduciendo, lo molestaba como siempre. A pesar de comprender que no era una seducción me abstuve de ir a quitarla de, prácticamente, encima de mi amigo, pero yo no podía hacer eso. Caminé a donde estaba mi hermana y mi mejor amigo bailando, ella me acompañó y encaró a Giselle. Pero la tipa me echó su cerveza encima cuando le dije que se largara.
— ¿Tom estás bien?—me preguntó Bill.
—Sí, ¿y tú?—respondí mientras lo miraba a los ojos.
—También, vamos a buscar algo para secarte—pasó delante de mí y dejamos ahí a mi hermanita con una sonrisa extraña en sus labios.
Los dos caminamos durante algún tiempo para encontrar algún baño o algo donde pudiera secarme, al final entramos en una de las habitaciones del segundo piso y al parecer era el cuarto de Henry, no había nadie y decidimos entrar. El olor a cerveza me molestaba yendo al baño me quité la camisa para lavarme la cara y el torso, de esa forma me desharía del olor, por su parte Bill llegó con una toalla y una camisa limpia en las manos.
— ¿Y eso?—dije cuando vi la camisa, él tardó en contestarme tan sólo se limitaba a morder su labio y luego desvió su mirada.
—Para que te la pongas—miré mi torso cuando él me señaló con su mano evitándome ver.
Tomé la toalla y me sequé con ella, pero aunque me había dado la vuelta no evitaba sentirme cohibido por la presencia de Bill, después de todo yo estaba sin camisa y muy mojado.
—No creo que se enoje—dijo Bill refiriéndose a Henry.
Salimos de la habitación y comencé a caminar de nuevo hacia la fiesta, pero la mano de Bill me detuvo, me había tomado del hombro y me giré a verlo a los ojos. Nos quedamos estáticos hasta que Bill comenzó a hablar.
—No quiero regresar a la fiesta—me dijo fuerte para que la música no le opacara.
— ¿por qué no?
—Es que—se mordió el labio—, no me agrada.
—Oh…—exclamé—. Entonces ¿Qué te parece si buscamos otro lugar?
—De acuerdo
Me parecía extraño que yo estuviera complaciendo a Bill en lugar de irme a bailar con alguien o beber algo, pero ahí estaba yo buscando que mi nuevo amigo disfrutara la noche porque no le agradaban para nada las fiestas. Subimos a la azotea después de no encontrar nada mejor, hacía bastante frio y ya era de madrugada. En el cielo había una hermosa luna llena que iluminaba perfectamente una noche tan oscura, caminamos y vimos las flores que había en una especie de pequeño invernadero.
Cada vez que respiraba el aire helado hacía que me doliera la garganta, además mis manos estaban bastante frías y parecía tiritar de frio. La música se escuchaba lejana y de pronto lo único que mis ojos veían era la delgada silueta de Bill, sus ojos rojos que no dejaban de poseer su profundidad innata y su cabello que era mecido por la brisa otoñal.
—Bill…—mi voz parecía tan pequeñita.
— ¿Si?
— ¿Por qué no querías regresar?—quería la verdad, al parecer no me tragaba ese intento de excusa que me había dado Bill.
—Porque no sé bailar—dijo y me sonrió, yo lo miré extrañado—, sé que no es normal, pero no sé bailar—se río y yo no lo hice.
—Eso tiene una solución—la música comenzaba a sonar, de nuevo se oía lejana pero era una canción más calmada que la anterior.
Me acerqué más a su cuerpo al tiempo que nuestra mirada se conectaba indefinidamente, era un lazo más profundo de lo que aprecié en aquel momento, mi manó se colocó en su cintura y le ayudé a acomodar sus manos en los lugares correctos, así en poco tiempo estuvimos en orden para bailar. La música sonaba más claramente en aquel momento. Recordaba cómo era la canción traducida del inglés, lo había hecho porque mi hermana me lo había pedido y era en verdad letra muy buena.
Y abandonaría por siempre tocarte
Porque sé que me sientes de algún modo
Tú estás más cerca del cielo de lo que yo jamás estaré
Y no quiero irme a casa justo ahora
Era la primera estrofa de la canción, Bill miraba mis pies intentando tomar mi paso hasta que el dije que me viera a los ojos, que se dejara llevar. La primera estrofa me hizo sentir extraño, pero también había algo que me mantenía bien, casi podría decir que me sentía feliz.
Y todo lo que puedo saborear en este momento
Y todo lo que puedo respirar es tu vida
Porque más tarde o más temprano se terminará
Simplemente no quiero extrañarte esta noche
Entre la mirada de Bill y las palabras de aquella canción comenzaba a pensar cosas insanas. Dejé de mirar los ojos cafés que tenía enfrente pero era más fuerte la atrayente idea de verlo que la dejar de hacerlo, nunca había mirado a alguien por tanto tiempo directamente a los ojos.
Y no quiero que el mundo me vea
Porque no creo que ellos entiendan
Cuando todo está hecho para ser roto
Yo sólo quiero que tú sepas quién soy
Y tú no puedes combatir las lágrimas que no vienen
O el momento de verdad en tus mentiras
Cuando todo se siente como en las películas
Sí tú sangras para saber que estás viva
En ese punto Bill seguía perfectamente mis pasos y bailábamos lentamente al compás de la música. Yo sabía que él me miraba y por algún motivo ajeno a mí, yo no terminaba de comprender porque me costaba tanto mantenerle la mirada y al mismo tiempo porque no podía resistirme a verle los ojos.
Y no quiero que el mundo me vea
Porque no creo que ellos entiendan
Cuando todo está hecho para ser roto
Yo sólo quiero que tú sepas quién soy
Y no quiero que el mundo me vea
Porque no creo que ellos entiendan
Cuando todo está hecho para ser roto
Yo sólo quiero que tú sepas quién soy
Estaba bailando con mi nuevo amigo, el chico al cual tachaban de gay, el que tenía un olor dulce y el que me hacía sonrojar. No era cualquier cosa pero preferí restarle importancia al latido de mi corazón y a los estremecimientos que causaba el ligero rose de su piel contra la mía.
Yo sólo quiero saber quién soy
Yo sólo quiero saber quién soy
Yo sólo quiero saber quién soy
Yo sólo quiero saber quién soy
Yo también quise saber en aquel momento quién era y qué me pasaba.
La canción terminó y nosotros no descansábamos de la pose de baile, pero al parecer pensábamos en lo mismo, en que era extraño que no nos soltáramos y lo hicimos al instante. Sin hablar y sin mirarnos a los ojos caminamos de vuelta a las escaleras, yo tenía la plena seguridad de que Bill no comentaría nada y sé que él sabía lo mismo de mi, era extraño estar tan seguro de lo que el otro sentía y que yo no pudiera ser capaz de decir lo agradable que había sido bailar con él.
Abajo el ruido nos esperaba, demasiada gente disfrazada para donde viera. Me giré a con Bill cuando bajamos a la primera planta y decidimos que ya queríamos irnos y que deberíamos buscar a Holy y a Andreas. No obstante, encontrarlos era algo difícil ente un mar de gente y lo peor era que todos estaban disfrazados y ya ni recordaba cómo iba vestida mi hermana o mi mejor amigo. Los encontramos bailando muy tranquilos cerca de la piscina.
—Hijo de su puta madre—dije cuando los vi bailando.
—Tom no seas menso—me dijo Bill tomándome del brazo para que no fuera a moler a golpes a mi amigo.
— ¿Qué no sea menso? Bill es MI hermana en los brazos de mi MEJOR AMIGO el cual es mayor que ella, si Holy apenas cumplió los trece años—dije yo medio histérico.
—Tom déjalos en paz ¿de acuerdo?—su mirada cargada de reproche me bajó el enojo de pronto y tragué en seco antes de asentir—, además no creo que Andreas se aproveche de tu hermana que no es ninguna niñita a la que debas cuidar tanto.
Debía admitir que Bill hablaba con la verdad, Holy me había demostrado ya que era más madura de lo que pensaba y valla que podía defenderse y Andreas contaba con mi confianza, entonces no debía hacer panchos después de todo.
—Ya vámonos—dijo Bill cuando la canción terminó y ellos se separaron. Andreas me miró con sorpresa y no sabía dónde meterse y Holy me sonreía de una forma que me di escalofríos. Ella sabía algo de alguna cosa que me concernía y no tenía ni idea de que pudiera ser.
Mi hermana buscó a sus amigas para despedirse de ellas y poder irnos por fin a la casa, tenía bastante frio, todos lo teníamos y entre risas llegamos a la casa. Abrí la puerta con cuidado para no despertar a mi mamá seguido por los otros tres chicos que entendían el cuidado que debíamos tener, nada de ruido hasta llegar a las habitaciones. La madera de la escalera crujía bajo nuestros pies delicadamente, pero al momento de llegar arriba alguien ocasionó un fuerte ruido al patear un objeto en el suelo.
— ¡Andreas!—gruñí por lo bajo.
—Perdón—dijo él un poco ofendido.
Entré a mi cuarto y mi hermana encaminó a mis amigos al cuarto de las visitas donde dormirían. Cerré la puerta sin querer mirarlos, porque verles era algo que me hacía sentir extraño. Me quité el disfraz y me desamarré las rastas, inconscientemente toqué mi piercing con la lengua y sonreí sin percatarme de ello. Tomé un pijama y me la puse porque tenía frio, antes de apagar la luz mi vista se posó sobre la puerta de madera y deseé poder ver más allá, pero me obligué a dormirme de una vez. Me removía constantemente sobre la cama buscando una buena posición para conciliar el sueño, pero me era imposible. No podía dejar de pensar en Bill, en la canción que bailamos, en su olor, en sus ojos, en cómo se veía. Sacudí la cabeza y cerré los ojos con fuerza, quería dormirme de una buena vez.
Para mí era mejor hacer como si no hubiera pasado nada jamás, no valía la pena atormentarme por esas tonterías, pero el constante recuerdo de sentir la piel de su mano al contacto de mi cuello me hacía estremecerme. Parecía que me gustaba.
—No digas pendejadas Tom —me susurré.
Esa idea ya era por demás idiota, el querer decirme gay yo mismo se había convertido en un hobby al parecer. Cada vez que me cuestionaba sobre Bill terminaba dejando el tema enterrado y nunca me atrevía a revivirlo, era mejor aparentar que nada pasaba que afrontar las cosas.
— ¿Qué de verdad no me gustarán las mujeres?—musité a la soledad de mi habitación.
En la fiesta de disfraces Giselle no me había parecido para nada una chica atractiva y ella iba vestida de una forma muy sugerente, pero Bill había llamado más mi atención que esa muchacha, entonces ¿me gustaba Bill? ¿Era gay? ¿Qué mierda me pasaba? Esas preguntas terminaron por fulminarme y caí rendido al sueño, pero las cosas no mejorarían para mí en los siguientes días.
El recuerdo se esfumó. Apreté una pelota de goma que yacía entre mi mano y la arrojé a alguna parte de la habitación, deseaba confesarle a Bill que me gustaba y quería estar a su lado. Quería ser su novio. Aún me sentía estúpido por pensar esas cosas y más porque el objeto de mi amor fuera un chico y no una chica, pero realmente no existía ningún otro camino más que aceptar lo que era y lo que sentía, así que dejé de luchar contracorriente.
De alguna manera saldría de esa red que yo mismo había tejido y la cual comenzaba a asfixiarme.
Adorada cursi! (LL. Puuff...nena me encanta que Tom sea tan mono. ¡Quiero que Bill vuelva YA! Y que sean noviooos *w*. Que majo que es Tom...como se preocupa por su hermana... :3
ResponderEliminarEn fin esto es a lo que le llamo yo :Un cap chachi-pistachi!jajaja :D
¡¡Un beso!!
TeQ*