martes, 5 de abril de 2011

El hombre moderno, cada vez más cerca de la deshumanización


La televisión se presentó al mundo como un invento novedoso que cautivó en primera instancia a propios y extraños, era un aparato que si bien en un comienzo sólo era accesible para unos se convirtió con el paso del tiempo en un elemento indispensable en la vida diaria del hombre moderno. Quizás no lo sabía, pero ese novedoso invento se convertiría en el cáncer de la humanidad.

La televisión cada vez nos acapara con más fuerza haciéndonos incapaces de percibir de buena forma nuestro alrededor, “no vemos lo que no tiene iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos perfumes”, de esta forma nos encontramos ante un ser humano al que “se le están cerrando los sentidos” pues como se menciona, el humano no es capaz de percibir de buena forma su entorno.

Vivimos sumergidos en un mundo donde el ruido, la televisión y todo lo sintético gobiernan, nos deshumanizan. Las nuevas tecnologías nos ofrecen una conversación en tiempo real, pero nunca llegará a compararse con una plática cara a cara. Si bien es cierto que los medio de comunicación  son de gran utilidad también es acertado decir que estas mismas nos han hecho extraños dentro de nuestra propia casa, niños mirando caricaturas mientras la madre ve una telenovela en la cocina y prepara la comida, al mismo tiempo que el marido es esclavo del trabajo. Por todo lo anterior debo decir que nos estamos deshumanizando, estamos dejando de lado nuestro entorno y nos entregamos a un mundo de indiferencia carente de sensaciones reales, pues nuestros sentidos no participan de lleno, al menos no sentimos.
                                                                                                          
Entonces, tanto la televisión como el trabajo nos mantienen de alguna forma esclavizados. Trabajamos para así obtener una buena paga con la que adquiriremos o liquidaremos nuevos vienes como casas, autos, televisor nuevo, ropa a la moda, y cualquier nuevo aparato que esté de moda; pero entonces, nuestra vida gira en torno a las pertenecías, ellas dan valor a nuestra vida. Trabajamos para vivir y vivimos para trabajar. La vida de un adulto promedio se ve reducida al trabajo, al existo laborar, a los bienes materiales que sea capaz de acumular, pero su vida gira en torno a eso y de esta forma pierde de vista cosas importantes como el sentir y el expresarse.

Todo esto, la televisión, el materialismo y consumismo nos dirigen a una vida ajetreada, siempre corriendo para llegar a tiempo, siempre esclavos del reloj. El hombre moderno se volvió esclavo del tiempo, porque el tiempo es dinero y el dinero es necesario para adquirir cosas, esas cosas que te dice la televisión que necesitas.  Ese excesivo interés ha llevado a que ni siquiera tengamos un espacio en nuestra ajetreada agenda para entablar una conversación con nuestros hijos, esposas, hermanos, padres y amigos; las relaciones humanas se deterioran y los lazos afectuosos cada vez son más frágiles, tal vez por eso los divorcios aumenten, además de la poca credibilidad que le queda al matrimonio.

Los valores se van perdiendo y la individualidad va incrementando, esto causa el poco interés social del hombre, el quedarse de brazos cruzados como si no pasara nada. No existe un interés colectivo, siempre se piensa solamente en uno dejando de lado a la colectividad por eso no existe un cambio en esto. Nos encontramos suspendidos en una zona de confort individual, no importa lo que el pase a otro mientras uno esté bien. Pero esta falta de valores y de interés viene desde la televisión, la cual se vuelve nuestra fuente de educación y cultura desde que somos pequeños y desencadena en todo lo que ya he dicho.

Todo conlleva a un circulo en el que nos vemos envueltos, desde la TV hasta el uso del internet, mayormente en actividades de ocio o que no tienen nada que ver con actividades escolares, hacen que nuestra sociedad valla convirtiéndose en unos robots que siguen las tendencias que se les muestran en los medios de comunicación y, por qué no, cada vez van deshumanizándose pues cada vez es mayor el tiempo que se dedica a estas actividades donde como ya he dicho no existe sensaciones y los sentidos se ven reducidos. ¿Acaso preferimos ver un maravilloso atardecer en un televisor de plasma a verlo y sentirlo en la plena realidad? A este paso tal parece que si.

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