domingo, 24 de abril de 2011

Prohibido enamorarse—Capitulo 11



Lo soñaste,
Lo sentiste,
Lo viviste,
Un deseo flagrante
Se ha hecho un hueco en la realidad


Capitulo 11
Sueños concedidos


31 de diciembre, era el último día del año y no esperaba menos que ver a Bill pues desde el día que habíamos hablado por teléfono había crecido la necesidad de verlo, porque en verdad se trataba de una necesidad. Por la noche había una fiesta organizada por las escuelas como cada año y yo quería ir con Bill o que fuera con nosotros, lo importante era que tendría que verlo. Me parecía extraño saber que él estaba en Loitsche, pues nadie me lo había dicho pero yo lo sabía, lo sentía.

Mientras caminaba al lado de mi hermana por las calles llenas de nieve, íbamos rumbo a la casa de Bill no dejaba de pensar en él, en lo que pasaría y, sobre todo, en si él estaría tan entusiasmado de verme como yo. Era más que obvio que yo le extrañaba ¡claro, yo estaba enamorado de Bill! Moví mi piercing durante mucho tiempo para tranquilizarme, pero no podía. Iba a ver a Bill después de mucho tiempo y las cosas no eran iguales a antes de que él se fuera a Berlín, ahora estaba completamente seguro de que yo lo amaba y evitaba a toda costa pensar en lo que mi padre pensara sobre eso.

— ¿Qué no piensas tocar?—me dijo Holy cuando llegamos a la casa de Bill.

— ¿Yo?—dije con una expresión de sorpresa y ella asintió— ¡Estás loca!—de mi boca salió un poco de vapor blanquecino.

Mi ritmo cardiaco ya era demasiado frenético antes de que mi hermana sugiriera aquello, pero después aumentó considerablemente, además de que mi percepción se había atrofiado gracias a mi nerviosismo. Toqué el timbre con mi mano sudada y temblorosa, después la puerta se abrió y vi a Bill por una milésima de segundo, su cabello ahora era completamente negro y parecía más firme que las veces anteriores, sus ojos se veían tan hermosos como siempre, él estaba verdaderamente bello. Pero, como si fuera una costumbre ya habitual para mi, desvié mi mirada y la centré en cualquier lugar que no fuera Bill porque sentía mis mejillas arder con sólo verlo. Aunque no era cualquier cosa todo aquello, estaba viendo frente a mí al chico que me gustaba y del que estaba enamorado, muchacho que no había visto en unas semanas y al que extrañaba demasiado.

Mi voz sonó bastante pequeñita cuando él nos saludó pues la emoción amedrentó mi relativa calma y me arrancó una sonrisa nerviosa, mi hermana dijo que nos fuéramos y así lo hicimos de inmediato. La sola presencia de Bill me provocaba muchas cosas, entre ellas felicidad, era algo que no sabía controlar y que no estaba seguro del todo si era bueno o malo.

Luego, en la fiesta, no puse atención en casi nada, más bien me concentré en observar a Bill delicadamente y en pensar o intentarlo, pero el entorno carecía de encanto en comparación a Bill. En algún momento de la noche él se fue al baño, yo no había bailado ni tenía planeado hacerlo pues sólo había ido para verlo a él, tenía claro que esa noche todo iba a ser maravilloso. No obstante, mi hermana salió a balar un par de canciones con Andreas y me quedé solo, pero luego llegó Emily, la mejor amiga de Holy que yo  aborrecía por cierto, y comenzó a hablarme de Bill como si fuera su novio y de cómo deseaba que lo fuera, eso sólo logró hacerme enojar y al mimo tiempo me hizo sentir mal.

—Aunque todos los chicos digan que Bill es gay yo sé que no lo es—dijo y a mi me dolió. Holy no se veía por ninguna parte y yo no soportaría mucho ahí.

—Pues si tú lo dices—dije tratando de sonar indiferente.

—Te digo que no lo es, esta guapísimo y es un chico lindo pero no es gay. Pronto será mi novio.

— ¿Tu novio?

— ¡Claro! No me dirás que no haríamos una bonita pareja ¿verdad?—sonrió radiantemente.

—Yo que sé—dije molesto, me sentía incómodo y quería salir rápidamente de ahí—Voy al baño.

Me escabullí entre la oscuridad del pasillo que daba a la escuela pues si iba a la salida del gimnasio era seguro que me toparía con muchas personas y eso no era lo que yo quería, por eso caminé sin prestar atención al camino ya que mis ojos iban fijos en el suelo.

Entonces choqué contra algo o más bien contra alguien, al ver de quien se trataba me encontré con Bill, era de esperarse pues en mi nariz aún tenía la sensación de haber aspirado su aroma. Nuestras miradas se cruzaron y al mismo tiempo se conectaron, era una sensación bastante extraña pues con nadie la había sentido antes y no sabía si era propia del amor. Bill me examinó por un brevísimo instante y supo en seguida que me sentía mal, aunque con él había olvidado momentáneamente mi malestar, por eso me hizo seguirlo hasta un lugar donde pudiéramos hablar tranquilos. Me comencé a sentir nervioso pues estaría solo con Bill y no estaba precisamente preparado para eso, bastaba con recordar las tantas veces en que no supe sostenerle la mirada, las veces en que él me hacía sentir nervioso únicamente con mirarme. Llegamos a la biblioteca y el sacó una llave de debajo del enorme tapete que había frente a la entrada, me sorprendió que supiera donde la guardaba la bibliotecaria; los libros hacían que el lugar estuviera cálido y al estar únicamente una luz prendida le daba un toque algo misterioso y, por qué no, romántico. Sacudí mi cabeza ante aquella idea porque me comenzaba a comportarme como una niña enamorada. Me senté en una silla que había en la mesa más próxima y Bill se sentó en la mesa al frente de mí y luego de unos minutos, después de que yo levantara la mirada, me tendió una bolsa negra que de momento me extrañó.

—En Berlín me acordé mucho de ti y cada vez que miraba el piercing que me diste sentía la necesidad de darte algo a ti también. Y te compré esto—dijo y yo me levanté instintivamente.


No supe cómo responder más que con unas entrecortadas gracias, luego me quitó la bolsa de las manos y deshizo el nudo que hacía imposible ver el contenido, sacó una gorra y la colocó en mi cabeza.

— Feliz navidad.

—Y año nuevo—dije.

Bill se había bajado de la mesa antes de ponerme la gorra y, por consiguiente, ambos nos encontrábamos frente a frente, así que sin meditarlo él me abrazó  yo lo correspondí tras recuperarme de la sorpresa. No quería que aquello terminara pero sabía que lo haría en cualquier momento, deseaba que aquella experiencia durara eternamente aunque sabía de sobra que eso no pasaría. Su aroma se comenzaría a convertir en mi droga personal, en mi adicción secreta, y sus brazos parecían ser el refugio perfecto para mí. No había duda que lo amaba.

—Bill…—pronuncie su nombre silenciosamente pero él no hizo alguna señal de que me escuchara y quizás fue eso lo que me impulsó a confesarme—. Creo que me gustas—mi aliento rozó su oído.

Las cosas sucedieron un poco rápido para mí y no reaccionaba tan rápido como lo deseaba, en el momento en que Bill escuchó aquello me separó abruptamente de su cuerpo y me miró a los ojos apenas un instante suficiente para que yo me perdiera en ellos. A continuación sentí un calor en mis labios que se extendía por mi cuerpo siendo acompañados por sensaciones que antes no había experimentado, moví mis labios por instinto y me percaté de que sus manos residían en mi cintura, así que mis manos se dirigieron a su cuello y luego a su mejilla. Tenía muchas ganas de acariciarlo para sentirlo más cerca de mí durante ese beso, al mismo tiempo en que seguí disfrutando de la danza rítmica que sostenían nuestros labios acompañados por los movimientos de nuestras cabezas. Me sentía en el paraíso, en mi propio paraíso.

Nos separamos cuando tuvimos que hacerlo y apoyé mi frente en la de Bill mientras él me seguía sosteniendo por la cintura, fue cuando una sonrisa se escapó de nuestros labios y él me volvió a besar, aunque en esa ocasión el beso fue más corto y apenas se unieron los labios de ambos. Bill me acarició la mejilla y la oreja.

—Tú también me gustas—dijo él algo despacio. Mi emoción fue tal que lo abracé de nuevo sin poner ningún tipo de oposición a eso— ¿Quieres ser mi novio?—me susurró al oído.

—Yo…—sentí miedo de decir que si, como yo tanto lo deseaba, pero Bill me abrazó más fuerte y mis miedos desaparecieron momentáneamente— Claro que quiero—dije feliz.

En cuanto mi respuesta llegó a los oídos de Bill me abrazó más fuerte y luego quiso besarme una vez más, no puse objeción porque yo también quería hacerlo, era fascinante las sensaciones que él despertaba en mí. Su nariz comenzó a acariciar mi rostro desde la sien hasta mi propia nariz y luego sus labios parecían querer alcanzar los míos sin rozarlos definitivamente, pero después lo hizo. Tomó mi labio superior entre los suyos apretándolo y lo jaló levemente hasta que lo soltó, yo me dejaba hacer lo que Bill quisiera, luego repitió lo mismo con el labio inferior y yo comencé a seguirle el paso. Di unos pasos hacia atrás y choqué con un librero, una mano de Bill sujetaba mi mejilla y la otra me sostenía de la cintura mientras yo aferraba una de las mías al cuello de su chamarra. Cuando terminó todo aquello no es algo que pudiera decir con exactitud, pero abracé a Bill cuando el beso se acabó y estuvimos así mucho tiempo.

—Te extrañé—le dije a su oído, me era necesario decir aquello.

—Yo también Tom.

Escondí aún más mi rostro entre sus cuello y me percaté del calor que había en mis mejillas, pues ese detalle había permanecido en mi ignorancia. Aunque Bill era el único que me hacía sentir así. Me separé su cuerpo para tranquilizarme un poco porque la cercanía de Bill era demasiado agradable pero me hacía sentir el corazón a tope, latía tan rápido que posiblemente se saldría de mi pecho.

—Bill—miré a mi mano aun ceñida a su chamarra.

— ¿Qué sucede?

—Creo que…—mordí mi labio y me recordé cada uno de los besos—… ¿y sí ya nos vamos?—Bill me ponía nervioso.

—Tienes razón, ya debe ser tarde—se separó de mi y tomó mi mano para salir de ahí de una buena vez.

En momentos como esos nada importa más que disfrutar de la compañía de la persona que amas, tenía motivos para estar feliz y por eso la sonrisa en mi rostro estaba más que justificada.

Caminamos a oscuras por la biblioteca dejándola cerrada tal y como estaba, en seguida regresamos al gimnasio tan frescos como lechugas y sonrientes dejando entrever nuestra felicidad que de alguna forma a nadie le importaba. Busque a mi hermana con la mirada esperando que no fuera tan difícil encontrarla entre la multitud que se arremolinaba en medio de la pista bailando al ritmo de aquella música. Mi sorpresa fue grande al verla sentada en algún lugar platicando con una de sus compañeras de salón de clases sin la compañía de Andreas.

—Hola chicos ¿dónde estaban?—preguntó Holy con una mirada picara.

—Fuimos al baño—contestó Bill.

— ¿En serio? ¿Y por qué no se vino con ustedes?—dijo y se puso de pie—. Nos vemos luego—se había dirigido a su amiga.

Tanto Bill como yo nos abstuvimos de contestar los cuestionamientos de Holy y permanecimos en completo silencio mientras esperábamos el retorno de mi mejor amigo, cuando él llegó partimos de regreso a casa. No hice nada durante el recorrido más que caminar tranquilamente, y eso era porque ni mi hermana ni mi amigo sabían que Bill y yo ya éramos novios, además no pretendía que se enteraran tan pronto. Cuando dejamos a mi novio, verdaderamente dulce pensarlo así, traté de despedirme lo más natural posible aunque con mi mirada dijera mucho más que con la boca. Tenía las orejas congeladas y mi cuerpo temblaba pero yo no quería irme de ese lugar.

—Que descanses Bill—dije y seguíamos mirándonos.

—Hasta mañana—dijo él, prometiéndome así que nos veríamos al día siguiente.

—Adiós Bill—dijo Holy y comenzó a caminar, después la seguí.


Cerré la puerta de habitación detrás de mí, me abalancé sobre la cama y sonreí como un tonto, me quedé boca abajo varios minutos recordando lo que había sucedido en la fiesta. De nuevo sus labios parecían rozar los míos y me llevaban al cielo una vez más, mordí mis labios mientras los recuerdos venían a mi mente una y otra vez. Me quedé dormido.

Por la mañana mi madre llamó a la puerta para decirme que el almuerzo estaba listo, si bien me levanté hasta la tercera vez que llamó a la puerta yo ya había despertado desde una hora antes, pero buscaba volver a soñar por todos los medios posibles ya que me había  despertado con la sensación de que haber soñado con Bill. Cursi, repetí muchas veces mientras me encaminaba al comedor; yo era un cursi. Me quedé mirando a la nada un par de veces, la cuchara se me cayó, tropecé con un mueble algunas veces y quebré un vaso, todo en apenas una hora. Mientras juntaba los vidrios grandes que había en el suelo de la cocina mi madre se acercó, estaba preocupada.

—Tom ¿te pasa algo?—me dijo mi madre agachándose para tomar un vidrio puntiagudo.

—No… ¿por qué?

—Bueno Tom, creo que es lógico pensar que tiene algo si casi destruyes mi cocina cariño—me acarició la frente y se incorporó para ir por la escoba y el recogedor.

Me quedé pensando en las palabras de mi mamá, ella no decía las cosas sólo por decirlas y tampoco ahondaba mucho si no había disposición de la otra parte, pero eso no le quitaba la sensación extraña que causaba su cuestionamiento sobre mí. ¿Y si me descubría? Negué con mi cabeza para creérmelo mejor, eso no pasaría, no por el momento.

Holy me observaba desde la puerta de la cocina, era silenciosa y quisquillosa, peligrosa si se lo proponía y estaba a punto de convertirme en el objeto de su análisis. Me paré y fui al fregador para lavar los trastes, había nevado la noche anterior y hacía frio por eso el agua estaba helada y tuve que abrirle a la llave del agua caliente para soportar hacer ese quehacer. Sin embargo, sentía el frio de la mirada de mi hermana, pero si pensaba en Bill esa hostilidad desaparecía.

—Maldita sea—mascullé. Me había cortado al lavar un cuchillo

—Demasiado distraído—dijo Holy apoyada en el marco de la puerta—. Demasiado—se giró y la perdí de vista cuando comenzó a caminar.

—Mierda—dije entre dientes.

La sangre se mezcló perfectamente con el agua que caía de la llave y formaba un remolino rojizo que se perdió cuando dejé de sangrar. Mi mamá estaba lavando la ropa y mi hermana seguramente estaba en su habitación, mi papá había salido a la calle probablemente a charlar con sus amigos. Subí a mi habitación y me acosté en mi cama, cerré los ojos e inmediatamente los ojos de Bill aparecieron en mi mente, además un escalofrió me recorrió en cuanto comencé a evocar los besos, esos divinos y dulces besos de la noche anterior que me habían hecho sentir mil cosas en un mismo instante, que me habían llevado al cielo y al infierno si me ponía pesimista.

Un sonido corto seguido de lo que pareció una vibración me hicieron levantarme y caminar hasta la cómoda donde estaba mi celular, tenía un mensaje nuevo. Lo abrí enseguida para ver de quién era y me llevé una grata sorpresa al ver que era de Bill, reprimí un gritillo de emoción y abrí el menaje.

Hola Tom, como estas?

Contesté lo más rápido que pude y me dejé caer en la silla, me había sentado de una forma poco ortodoxa pues casi se podría decir que estaba al revés.

Hola, bien y tu?

Mandé el mensaje de texto y ansiaba su respuesta, se tardaba tanto que ya comenzaba a maldecirlo cuando su mensaje me llegó.

Bien, dormiste bien?

Conversación más trivial no se podía tener, pero ¿qué importaba? Yo estaba encantado de eso aunque sonara tonto. Tecleé un poco deprisa y cometí varios errores que me entretuvieron más, además Bill me preguntaba por dormir y yo sólo recordaba la sensación de haber soñado con él y de querer dormir más.

Bien…bueno dormí poco pero suficiente

¿Qué él se preocupara? ¿Eso quería? Sí, me gustaba su atención pero tampoco quería abusar porque incluso aquello era verdad, yo dormí poco por lo tarde que regresé a casa y porque al principio fue difícil conciliar el sueño. Su respuesta tardó.

Si bueno, con todo lo que pasó ayer.

Mis mejillas se enrojecieron al máximo y mis labios se humedecieron con mi saliva, tragué en seco más de una vez y en mi cabeza no dejaba de reproducirse aquellos besos, cómo me le declaré, cuando me pidió ser su novio. Todo me estaba haciendo mierda.

Sí, fue especial

No había podido escribir otra cosa aparte de eso, las ideas no se me acomodaban y yo era un ramillete de emociones, parecía una adolescente enamorada. Sí, eso era cosa del amor.

Quiero verte.

Me atraganté cuando leí eso ¿Bill quería matarme o qué? Porque si era esa su intención lo lograría, yo aún estaba sensible por mis bajones anímicos de los últimos meses y acababa de iniciar una relación con el chico que amaba, entonces era normal sentir eso ¿no? Sentir que tu pecho explotara de emoción, porque ya había sentido mucho más cuando me había besado, pero la emoción seguía existiendo cada vez que leía aquel mensaje y los otros.

Claro, donde nos vemos?

No quería sonar desesperado pero lo estaba, yo quería verlo en ese preciso instante.

En el parque a las 6, no vayas a faltar.

— ¿Faltar? … Idiota—dije en voz alta.

— ¿Qué te tiene tan entretenido hermanito?—dijo alguien detrás de mí.

La sangre se me fue hasta los tobillos, la respiración se entrecortó y un frio aterrador me invadió, sin mencionar el sobresalto que Holy me había causado. Cuando me giraba para regañarla por haberme asustado tanto ella me quitó el celular de las manos, mi reacción inmediata fue tratar de arrebatárselo y eso incrementó su interés irreversiblemente.

—Veamos que dice—me dijo ella caminando hacia atrás rumbo a la salida.

—Holy ¡dámelo!

Mis suplicas fueron  ignoradas y la tome de la muñeca para tratar de quitarle mi celular, forcejeamos un poco y ella cayó al suelo golpeándose en la espalda. Yo tenía el celular en  mi poder y me acerque para ver si Holy no se había lastimado mucho, pero para mi sorpresa ella se levantó y me arrebató de nueva cuenta mi teléfono celular y se echó a correr a su cuarto, yo corrí detrás de ella. La puerta de su habitación estaba abierta y entre sin contemplaciones, no estaba en la cama ni en ningún lugar, sólo quedaba el baño. Abrí la puerta violentamente y ella leía algo frente al lavamanos.

—Dámelo—se lo arrebaté y ella me miró con cierta contrariedad en su rostro.

Salí de la habitación sin voltear a verla de nuevo. Ella sólo había leído el último mensaje. Hasta que no estuve encerrado en mi cuarto no desapareció esa maldita sensación de opresión, de miedo.

Holy era mi hermana y le tenía mucha confianza, pero quería llevar las cosas con Bill en calma no quería apresurarme y salir mal de todo aquello, además aún no me terminaba de creer que yo fuera novio de Bill. Todo era tan perfecto que parecía un sueño. Apreté el celular contra mi pecho y una lagrima salió de mis ojos, posiblemente aquello era un sueño o sería tan efímero que terminaría sin darme cuenta, quizás mis padres descubrieran todo aquello y me alejarían de Bill de cualquier forma posible. Pero tal vez, debía dejar de pensar y disfrutar mi tiempo con Bill. Me limpié la solitaria lágrima y escribí un nuevo mensaje.

Ok, te veo a las 6


3 comentarios:

  1. woahhhhhhhhhhhh que hermozooooooo crisss soy gaby...vez ya te comente...snif snif fue tan lindooo la escena de la biblioteca...y entiendo a la perfeccion los sentimientos de tom y su desesperacion y el hecho de recordar las cosas una y otra vez porque ya lo eh vivido y es una sensacion desesperantemente linda haha hermozoo sigue nena TE QUIEROOO

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Ay Cris me ha encantadooo! ha sido super C U R S I *w*.- Ya quiero leer la 'cita' en el cap 12 (L)

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