jueves, 24 de febrero de 2011

Prohibido enamorarse- Capitulo 5

Este capitulo es subido hasta hoy pues a lo largo de la semana pasada tuve varios problemas personales y académicos, la escuela me sepultó y por eso no me atreví a subir ya que el capitulo que escribía aún no estaba listo. Esto va para todas las personas hermosas que se han ganado un lugar importante en mi corazón.

Advertencia: Contenido twincest. Lenguaje un poco ofensivo y/o obsceno.

Próximo cap el próximo viernes.

PD: este capitulo tiene algo diferente a los anteriores, espero no se confundan
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Lo importante es sonreír
Porque no sabes cuándo dejaras de llorar,
Y cuando alguien necesite una sonrisa

Capitulo 5
Oscuro amanecer


En los días había notado un cambio extraño en el comportamiento de mi hermano mayor, cada vez que lo veía podía sentir como él sufría por algún motivo desconocido para mi, de repente me encontraba completamente aislada de él y eso me dolía pues ambos siempre habíamos sido muy unidos. Todo su cambio vino desde pequeño, pero desde la llegada de Bill Trümper a Loitsche todo se vino a complicar para Tom, mi hermano. Bill venía de Magdeburgo, era un chico agradable y guapo, sus facciones eran tales que de alguna forma parecía una chica, pero eso no era lo más llamativo de él, sin duda alguna  su mayor característica, en mi opinión, era su mirada tan intensa; con Bill mi hermano y yo hicimos una buena amistad y también Andreas, el mejor amigo de Tom.

En septiembre, después del cumpleaños catorce de Tom, Bill llegó a nuestro pueblo y desde el primer momento en que lo vi me pareció sorprendente el parecido físico que tenia con mi hermano, pero al parecer fui la única que lo notó.

Con el paso del tiempo fui captando detalles que hacían dar vueltas mi cabeza y me formulaba un millar de ideas en torno a mi hermano y mi nuevo amigo Bill; y es que eran sorprendentes esas miradas que se regalaban mutuamente, mi hermano no paraba de mirarlo todo el tiempo, pero no era una mirada sencilla o una de morbo o deseo, esa mirada hacía estremecerme. Bill tampoco se quedaba atrás siempre intentado captar la atención de Tom, aunque eso no era algo tan difícil de lograr, pero eran un par de idiotas que jamás se darían cuenta de lo que sentían el uno por el otro. En un principio sólo eran conjeturas pero después de la plática que sostuve con Bill, mientras Tom estaba en Magdeburgo comprando su disfraz para la fiesta de Halloween, despejó todas mis dudas.

Yo acomodaba la alacena la tarde en que Bill llegó a mi casa para platicar, escuché el timbre de la entrada y dejé todo tal cual sobre la mesa, afuera me esperaba mi amigo y como hacía tiempo que no iba a mi casa me sorprendió mucho verlo, sin dejar pasar más el tiempo le dije que pasara y fuimos directo a la sala.

— ¿Y bien?—le dije luego de segundos de silencio cuando ambos ya estábamos sentados.

—Necesito decirte algo—dijo serio.

—Espero que nada malo—su seriedad me asustaba.

—Supongo que no—dijo, ahora un poco nervioso—. Eres mi mejor amiga Holy y no sé a quien más decirle esto—le sonreí para que continuara—. ¿Sabes? Nunca he estado completamente seguro de si era gay o era heterosexual porque nunca me había gustado nadie.

—Entonces te gusta alguien, ¿es eso?—le interrumpí sin recato y entonces vi que metía sus manos en las bolsas de su sudadera negra.

—Sí—sonreí satisfecha—. Pero es más complicado que eso—su voz denotaba una pequeña parte de confusión mezclada con la preocupación, pero sus palabras abrieron la puerta a mis divagaciones.

— ¿Y quién te gusta?—pregunté adivinado la respuesta.

—Tu hermano Tom—dijo despacio, estaba expectante ante mi reacción y mi respuesta, por mi parte tomé un poco de aire para poder hablar.

—Ya veo—dije y él se llevó una mano a la boca para morderse las uñas.

Sólo ese par de palabras alcanzaron a salir de mi boca me emocionó por Bill y por mi hermano el cerciorarme de aquello que yo ya venía sospechando, desde luego a Tom le gustaba Bill pero era demasiado necio para darse cuenta y aceptarlo.

Afuera se escuchó el ruido de la campana de alguna bicicleta y el motor de un automóvil, esos sonidos se mesclaron con el delgado ruido de la saliva que recorría la laringe de Bill, me distraían pero no dejaba de estar aún enfrascada en un sinfín de emociones porque una cosa era simular el dialogo en la mente y otra cosa era vivirlo. Agaché la cabeza al momento que había soltado mi diminuta oración para poder pensar de mejor forma, pero intensa mirada de mi amigo no dejaba de centrarse en mí, por fin levanté la cabeza y me encontré con los ojos ansiosos de Bill, entonces pude comprender que él quería a mi hermano más de lo que se daba cuenta.

—Me parece grandioso—dije sin pensar—. De alguna forma ya lo sospechaba—continué para destensaran un poco el ambiente—. Te prometo que te ayudaré con Tom.

—No quiero hacerme ilusiones…

— ¡¿Pero que eres tonto?! A Tom no le eres nada indiferente, date cuenta—dije molesta por su pesimismo.

—No lo sé.

—Nada de nada, Tom es un necio y un idiota sólo dale tiempo y un empujoncito.

—Es que no sé si aguante volver a verlo besar a Giselle—en cuanto pronunció el nombre de esa tipa vi el coraje nítido en sus ojos.


—Yo también la odio—dije para agrado de Bill—. Y por si se te ocurre llegara pensarlo, querer a Tom no tiene nada de malo.

—Lo sé, pero ahora no lo olvidaré. Gracias.

Charlamos un poco más y después Bill se marchó a su casa. Cuando Tom regresó a casa una sonrisa inundó mi rostro.

En los días siguientes el comportamiento de Tom era cada vez más depresivo, me preocupaba, él siempre había sido un chico alegre y cariñoso pero en esos momentos era difícil reconocerlo, se había vuelto sumamente aislado. Era sumamente doloroso que ni siquiera se atreviera a verme a los ojos.

Un tarde Bill había ido a mi casa para platicar un poco, nuestras conversaciones siempre terminaban desviándose del tema más importante. Tom. Pero en esa visita se hizo una excepción, Bill y yo tuvimos una larga conversación acerca de mi hermano.

Desde muy pequeño mi padre comenzó a inclinar a Tom a actividades “para hombres”, como el baloncesto y esas cosas, cuando le pedía a mi hermano que jugara conmigo mi padre terminaba regañándolo muy duramente pues “esas cosas eran de niña” y mi hermano no era un maricón, ese tipo de cosas solía decirlas continuamente. La balanza solía ser mi madre, ella dejaba que Tom hiciera lo que quisiera y también yo, claro todo dentro de un margen de disciplina, tal vez sin quererlo mi mamá impulso a mi hermano a fingir frente a mi padre y después ante todos los demás.

—Tu padre es muy…—Bill dejó la frase al aire después de escuchar mi corto relato.

—Machista—completé.

—Sí, algo como eso.

—Mejor hablemos de otra cosa ¿sí?—me incomodaba recordar ese tipo de cosas.

—De acuerdo, pero háblame más de Tom—dijo y luego mordió su labio yo reí un poco, cada día los sentimientos de Bill por Tom crecían.

—Pues… no te rías ¿de acuerdo?—él afirmó con la cabeza—. Le tiene miedo a los tiburones y a las perforaciones.

— ¿En serio?—cuestionó incrédulo.

—Te lo juro—ambos reímos un poco

— ¡Qué lindo!—dijo Bill y su voz se opacó con el sonido de la puerta azotarse.

— ¡Tom!—me puse de pie y lo bien el pasillo con el ojo morado—. ¿Qué te pasó?

—Nada—dijo y fue hacía las escaleras.

¡Tom era un completo idiota! Caminé a grandes zancadas y lo llevé al lado de Bill, para que éste lo cuidara mientras yo buscaba algo para controlarle la hinchazón del ojo, entonces les llevé un filete y Bill se lo puso sobre el ojo. Fui a buscar botiquín de primeros auxilios para curarle el labio a Tom, pero también para dejarlos sólo un poco. Desde las escaleras escuché un poco de la plática de ambos, Bill había tenido la suficiente fuerza para encarar a Tom, si bien no le reveló sus sentimientos dijo cosas valiosas para Tom y que yo apreciaba.
                  
Luego de que Bill se fuera a casa Tom subió a su habitación y después lo hice yo, quería hablar con él, decirle que las cosas no podían seguir así, que quería verlo feliz de nuevo como cuando éramos niños. Después de mucho tiempo recibí un abrazo de Tom y supe entonces que él había decidido luchar por su felicidad y su felicidad era Bill, de eso estaba segura.

Cuando amos estuvimos más tranquilos me retiré a mi habitación para descansar, entré dando tumbos, el cuerpo me pesaba, me puse la pijama con esfuerzo y luego me mentí en la cama. Sostenía el teléfono inalámbrico cerca a mi oreja escuchando como timbraba una, dos y tres veces, entonces escuché la voz de Andreas.

—Hola

—Andreas—musité.

— ¿Pasa algo Holy?—se escuchaba preocupado.

—No, sólo necesitaba escuchar la voz de alguien.
      
— ¿Segura? Holy esto me suena a que si pasa algo—aferré el teléfono a mi oreja—. ¿Qué pasa nena? Dime si te puedo ayudar.

—Dime como hacer que Tom y mi mamá sean felices—las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

—Holy…

—Ellos no se merecen sufrir Andy, no se lo merecen…—me quebré, mi voz ya ni siquiera era entendible.

—Tú tampoco, no llores. Holy no quiero que llores, yo también me preocupo por Tom, pero realmente no sé qué hacer.

—Yo tampoco… ¿Te puedes quedar ahí hasta que me duerma?

—Claro linda.

Me dormí escuchando la respiración de Andreas, me imaginaba su pecho subir y bajar, recordaba su risa, la de Bill y la de Tom, definitivamente los quería mucho a los tres y los haría felices.


A la mañana siguiente me desperté tarde aún con el teléfono cerca de mí y sin colgar me levanté y fui al baño para ducharme, el espejo estaba empañado cuando abrí la llave de la regadera, lo más seguro era que Tom se hubiera bañado antes. También se fue a la escuela antes, caminado, todo era muy extraño.

Gracias a la compañía de Andreas no estuve sola con Bill, pues si eso sucedía tendría que explicar el comportamiento de mi hermano y también lo que sucedió luego de que Bill se fuera la noche anterior, aunque de todas formas le contamos a Andreas lo que había pasado. Entonces no vi a Tom hasta en la noche, se sabía esconder muy bien, pero todos comprendíamos que él necesitaba tiempo para sobrellevar todo lo que le pasaba, era también una edad difícil.

Eran exactamente las ocho de la noche cuando la puerta de la casa se abrió, era Tom, me sorprendió verlo pero luego fue más fuerte la molestia, si siquiera se le había ocurrido llamar y yo estaba muy preocupada por él. Estaba en la cocina y al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse me dirigí al pasillo a paso veloz.

—Ya llegué Holy—dijo cuando me vio mientras metía las llaves en su bolsillo.

—Sí…—miré su rostro y sus labios capturaron mi mirada.

Me quedé absorta, maldiciéndolo mentalmente, con la boca abierta y la respiración suspendida, mirando atentamente la pieza de metal en su labio. Se había hecho un piercing. Levanté la mirada para encontrarme con la suya haciendo, al mismo tiempo, una mueca de indignación, mis ojos se inyectaron de ira, torcí la boca y en los ojos de mi hermano alcancé a leer una disculpa.

— ¡Tú!—le señalé enérgicamente—. ¡Te has hecho una perforación! Eres un idiota—me miró tiernamente y asintió con la cabeza, aparte de todo era un cínico.

—Perdón Holy…

—Pero si a ti no te gustan… ¿por qué?—era yo quien siempre había querido un piercing, no él.

—No lo sé… ¿me perdonas por hacerme una perforación antes que tú?—su voz era tan diferente, ya no se notaba tristeza, sus ojos tenían más vida que antes y yo fui incapaz de seguir con mi absurdo berrinche.

—De acuerdo, supongo que ahora serás un pirata más real—Tom sonrió y yo también.

Cuando mamá llegó le sorprendió ver a Tom con el piercing pero no dijo nada negativo, únicamente se aseguró de que lo hubiera hecho con alguien acreditado y le dijo que estaría revisándolo constantemente. Mi madre era un amor. En seguida me miro y sonrió un poco burlona, ella era así, entonces me dijo que yo podría hacerme el mío cuando cumpliera trece años. La espera se vio reducida, pues antes el mínimo era cumplir catorce.

— ¡Hey Tom!—dije antes de que abriera la puerta de su cuarto.

— ¿Qué?

—Dime ¿por qué te hiciste esa perforación?—me crucé de brazos.

—Para recordar algo—dijo y sin más abrió la puerta—. Que descanses—cerró la puerta.

—Idiota.

La razón por la que el piercing de Tom me sorprendió fue el miedo que él le tiene a todo lo que signifique agujas y metales atravesando la piel, para mí no tenía lógica que se hubiera perforado el labio. Cuando Tom tenía seis años unas enfermeras fueron a ponerles las vacunas a todos los niños del primer año de primaria, en el cual estaba Tom, se supone que una de las enfermeras, novata, dejo un poco de aire en la jeringa y al inyectar a uno de los niños éste comenzó a sangrar mucho, mi hermano vio todo y se asustó mucho. Como mi madre también es enfermera logró darle la vacuna después pues las enfermeras no lo consiguieron  ese día. Ahí nació una de las fobias de mi hermano. No quería ni imaginarme e escándalo que armó al hacerse aquella perforación.

Sin duda alguna después de ese día Tom dejó atrás dos cosas que me irritaban y que lo dañaban a él: a sus “amigos” y ese autoaislamiento que sólo lo destruía día con día. Parecía que todo iba por buen camino, lento pero seguro, hasta domingo, cuando fue la fiesta de halloween, él no volvió a ver ni a Edwin ni a Ahren.

El domingo por la mañana me desperté y arreglé mi cuarto para no dejar todo tirado, seguía mi rutina al pie de la letra, arreglar mi cuarto, bañarme, arreglarme y después bajar a desayunar. Tom ya estaba en el comedor junto con mi madre, platicaban y hacía mucho tiempo que no lo hacían, me demoré a propósito sirviéndome el desayuno.

—Buenos días—dije al entrar al comedor.

—Buenos días nena—mi madre me dio un beso en la mejilla. Tom masticaba un bocado así que no dijo nada—. ¿Te vas a ir a casa de Emily?—me preguntó.

—Sí—Tom hizo una mueca de desagrado.

Emily era mi mejor amiga, una niña dulce pero caprichosa, sus padres siempre le brindaban lo mejor y por eso era muy consentida, aun con todo eso yo la quería mucho. Aunque existía un detalle que me molestaba en demasía, a ella le gustaba Bill y se había vuelto un problema pues ella era necia y no paraba hasta conseguir lo que quería, en mi fuero interno siempre temía porque ella se encaprichara con Bill. Estaba claro para mí que él jamás le correspondería.

 — ¿Y a qué hora regresarás?—me preguntó Tom aún serio.

—De ahí nos iremos a la fiesta—dije tranquilamente.
— ¿No me ayudaras con mi disfraz?—enarcó una ceja, la verdad él no me lo había pedido pero ya suponía que lo tendría que ayudar.

—Bill te ayudará, llegará a las siete—mi voz sonó convincente, me emocionaba ser la celestina de los dos idiotas.

— ¿Bill?—Tom casi se atragantó al escuchar ese nombre.

—Sí, él te va a ayudar—la sonrisa que se formó en mi rostro era de una genuina satisfacción, ya que disfrutaba mucho de “hacer sufrir” a mi hermano.

— ¿Bill es el muchachito de cabello negro con un piercing en la ceja?—preguntó mi mamá.

—Sí—contestamos al unísono.

—Es un compañero y amigo de Tom—le dije yo.

—Es un chico muy guapo Holy, además de agradable—y mi madre me quería de novia de Bill, ¡qué horror!, pensé.

—Pues sí—le di la razón, era guapo eso no se lo negaba y mucho más agradable, pero vi la mirada de Tom y rectifiqué, mi hermanito solía ser muy celoso—. Pero es sólo mi amigo—pero de todas formas lo tendría como yerno, eso sólo lo pensé—. Bueno Tom Bill te va a ayudar y yo me iré a casa de Emily.

—No puedo replicar ¿o sí?—dijo cansado.

—No—dije y tome mi plato para llevarlos a lavar—. Tampoco es que quieras—dije a cuando pasaba cerca de él.


Dos horas después me encontraba en casa de mi mejor amiga, estaba tumbada en la cama esperando a que ella se saliera de bañar, veía el techo blanco y después giré a cabeza para ver el reloj que marcaba la una de la tarde, en eso ella salió con una bata blanca, esperé a que se cambiara mientras yo salí a su balcón, quería descansar mis ojos de ver rosa tanto tiempo. Yo odiaba el rosa. Todo en el cuarto de Emily era rosa, desde el papel tapiz hasta la alfombra. Todo. Quizás Emily usaba todo el rosa que yo no usaba o tal vez por su culpa yo odiaba ese color.

—Ya—dijo ella desde adentro.

Estaba sentada frente al tocador lista para que la peinara, tomé uno de sus mechones cobrizos y pase la secadora  por él, luego de que todo el cabello estuvo seco me dediqué a montarle un peinado en lo alto de la cabeza, como una coleta que después ricé lo más que pude en hermosos caireles. Todo me llevó mucho tiempo. Yo había aprendido a peinar y a maquillar en los dos últimos veranos, cuando mi prima Natalie venía de vacaciones, ella vivía en Hamburgo y era una buena estilista, era quien se encargaba de las rastas de Tom.

—Quiero estar bonita para Bill—dijo ella sonrientemente.

—Emy—musité, me daba pena que se ilusionara con algo que no pasaría—. Ya te dije que Bill ya tiene su persona especial.

—Eso no me importa—dijo molesta—.Yo haré que él se fije en mi, ya lo verás—expreso mientras se miraba en el espejo.

—No digas que no te lo advertí.

— ¿De qué lado estas Holy?—me dijo molesta nuevamente, dejé las pinzas en el tocador y me situé frente a ella.

—No hay lados, simplemente sé que Bill está enamorado y n es de ti, eres mi amiga y  no quiero que sufras—expresé detenidamente.

—Si fueras mi amiga me apoyarías—torció la boca e hizo la cara a un lado.

—Definitivamente contigo no se puede razonar—dije molesta y seguí con mi trabajo—. A ver si vas madurando.

—Cuando se me pegue la gana—y no dije más, porque esa pelea sin sentido se extendería demasiado.

Emily se había disfrazado de bailarina de ballet y yo de hada, me encantaban las hadas, casi a las ocho terminé de arreglarme, pues me había dedicado sólo a Emily. El timbre sonó antes de las nueve de la noche, era Andreas que venía por nosotras, mi amiga y yo nos despedimos de sus padres y recibimos a Andy.

—Hola Andreas—saludo Emy, quien había abierto la puerta.

—Te ves linda Emily—dijo él.

—Gracias.

— ¿Nos vamos?—dije desde atrás de mi amiga.

—Claro—dijo Andreas sonriéndome—. ¿No vas a tener frio?

—Posiblemente, pero tú me prestaras tu capa Zorro—rió y comenzamos a caminar detrás de Emily.

—Te ves hermosa—me susurró.

A penas habíamos caminado una cuadra cuando comencé a sentir un frio demasiado fuerte, ir con un vestido de tirantes en pleno otoño no había sido una buena idea, pero al llegar a mi casa por Tom y Bill fui a mi habitación por una chamarra, ya en la fiesta me la quitaría. Al salir de mi cuarto me encontré con mi hermano y Bill.

—Ay dios—exclamé.

—Hola Holy, te ves muy linda—me dijo Bill, Tom rodó los ojos, de seguro también pensaba igual que Bill pues yo era su hermanita pero los celos eran malos con él.

—Ustedes se ven… wow no sé cómo decirlo—me sorprendí porque de verdad se veían estupendos, más de lo que imaginaba—. Maldición se ven jodidamente guapos, me dan envidia.

—Exagerada—dijo Tom.

— ¿Exagerada? ¿Te has visto? ¿Lo has visto?—señalé a Bill—. Hasta diría que son sexys…

—Holy—me reprochó mi hermano.

—Es que Bill es un vampiro muy…

— ¿Sexy?—dijo Tom y  asentí con una sonrisa maliciosa—. Sí eso ya lo sabemos, vámonos que se hace tarde—comenzó a bajar las escaleras

—Aceptó que eres sexy ¿o fue mi imaginación?—le susurré a Bill y el sonrió de forma especial.

— ¡Dije vámonos!—gritó Tom.

Inmediatamente Emily se sonrojó cuando vio a Bill, no la culpo pero eso empeoro los celos de mi hermano, él era un idiota por no darse cuenta que estaba enamorado de Bill. Ambos, Emy y Tom, no dejaban de mirar a Bill embelesados, atrapados en su belleza, me gustaba mirar a Tom cuando contemplaba a Bill, parecía que todo el mundo desaparecía y para él sólo existía ese chico de cabellos negros que le robaba el sueño, que hacía tambalear su mundo y que con una mirada era capaz de provocarles miles de sensaciones. Tom estaba enamorado y era algo claro en su mirada.

La casa de Henry era bastante grade, gigantesca a decir verdad, y esa noche estaba llena de jóvenes, era un ambiente genial, gente en la piscina, chicos bailando, algunos tomaban, los más chicos no, parecía que sería una interesante velada. Casi todo el tiempo bailé con Andy, en una de las ocasiones dejamos de bailar porque Tom me llamó para decirme que Giselle estaba acosando a Bill, lo tenía arrinconado y con su diminuto disfraz hacía que tanto Tom como yo pensáramos mal, me sentí feliz de que Tom sintiera tantos celos como para pedirme ayuda. Él no podía hacer una escenita pero yo sí. Mi hermano había soportado que Emily fuera casi un chicle con Bill, pero ella era una niña, Giselle era una zorra y era algo como “un peligro” para el pobre e inocente Bill, que no era tan inocente y se sabía defender, pero los celos de Tom no razonaban.

— ¿Se puede saber qué demonios haces aquí?—dije en voz alta para que Giselle me escuchara.

—Nada que te importe enana—apreté la mandíbula.

—Claro que me importa, deja de molestar a mi amigo y lárgate de aquí ahora mismo—le exigí.

—Tom deberías controlar a tu hermanita, me parece que ya anda pasada de copas—dijo ella.

—No vuelvas a hablar así de mi hermana Giselle—le advirtió, las cosas subían de intensidad—. Lárgate ahora mismo y deja en paz a Holy y Bill, no tengo ganas de verle la cara a una puta como tú.

—Estúpido—le gritó y le hecho la cerveza que llevaba en el rostro.

— ¿Tom estas bien?—preguntó Bill.

—Sí, ¿y tú?

—También, vamos a buscar algo para secarte.

Y de pronto yo sobraba en esa conversación, los vi alejarse entre la gente que en algún momento puso su atención en nosotros pero que ahora se dedicaban a lo suyo, regresé con Andreas y le conté lo que había sucedido, me regañó como si se tratara de Tom o de mi madre. Por su parte Emily no paró de buscar a Bill por todas partes y no lo encontró, mientras yo me divertía y al mismo tiempo trataba de imaginarme que estarían haciendo Bill y Tom.

— ¡Es goo goo dolls!—dije emocionada al escuchar las primeras notas de la canción—. ¡Me encanta esta canción! y a Tom y a Bill también—dije al oído de Andreas mientras la bailábamos en la pista que estaba a un lado de la piscina.

—A mi también—musitó cerca de mi oreja, su aliento me causo escalofríos.

Mi cuerpo se dejaba llevar por los movimientos de Andreas, descansaba la mirada y luego volvía a ver la hermosa luna llena, entonces vi en la azotea unas rastas y lo que me pareció ser la cabeza de Bill, bailaban, ambos bailaban. Cerré los ojos y aspiré el aroma de los cabellos rubios de Andreas. En verdad fue una velada sorprendente.

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