viernes, 4 de febrero de 2011

Prohibido enamorarse- Capitulo 3

Les agradesco mucho a las personas que leen este fan fic y a las que me ayudan a sacarlo adelanta. Gracias a todos... a Tere, a Mari, a Marieli a todas mis sisters y también a mis amigos que están a mi lado.

Advertencias: twincest, pareja homosexual (Tom y Bill Kaulitz), AU

Recuerden si quieren hacerme alguna pregunta no duden en hacerlo ^^ en mi formspring o por los comentarios

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No siempre es seguro lo que creemos sentir.
Nunca dejes de escuchar
Lo que tu corazón tiene que decirte,
Pues sólo así sabrás cuál es tu realidad.


Capitulo 3
Presagio de una inadvertida realidad


En el aire podía notar un extraño aroma cargado de ansiedad y de cansancio, eran poco más de las dos de la tarde y tenía menos de un par de horas despierto así que seguía recostado en mi cama sumido en una apatía interminable y agotadora, las sabanas blancas cubrían mi piel del viento que cruzaba por la ventana abierta de par en par. Yo disfrutaba de una tarde aburrida de sábado, no tenía mucho que hacer y no se me antojaba hacer ninguna cosa porque todo me daba pereza, me sentía cansado de alguna manera hasta para levantarme, pero tuve una creciente sensación de una necesidad desconocida y de antemano supe que no era nada. Me levanté de la cama con algo de trabajo y arrastré mis pies hasta la cocina para buscar algo que comer,  pero sin tener hambre y sin saber que quería con exactitud. Revisé el refrigerador pero no había nada que a simple vista pudiera cumplir con la exterminación de aquella sensación extraña, por eso pensé que quizás si fuera a la tienda algo se me antojaría. En la calle el sol me cegó un poco al mismo tiempo que la brisa fresca daba contra mi rostro, caminé solo por la calle bajo el cielo despejado y ruidos lejanos que en realidad estaban más cerca de lo que alcanzaba a percibir.

En la tienda no había nada que llamara mi atención, asimismo no sabía que quería comprar, recorrí los estantes con la mirada sin que nada me agradara y terminé saliendo de la tienda con las manos vacías, en seguida caminé sin rumbo fijo. La gente pasaba y algunos me miraban pero otros más ni siquiera volteaban a verme, me sentía de alguna manera invisible frente a ellos, no me importaba en lo absoluto pues tampoco les ponía atención a ellos; me mantenía abstraído en mis pensamientos, mismos en los que descifraba o por lo menos intentaba descifrar mis emociones.

Unos días atrás había comenzado a sentirme con menos libertad que antes, pensé que tal vez yo no era al cien por cierto yo con las demás personas con que convivía día a día, por otra parte, tuve  la idea de que de alguna forma las agresiones de mis compañeros si me habían afectado y que por eso estaba así. No era un chico que prestara tanta atención a la opinión de los otros, pero siempre existían aspectos que no lograba controlar y terminaba amedrentado de alguna manera, quizás la golpiza que Ahren y Edwin me había dado me había hecho sentir más mal de lo que yo pensaba o también estaba al posibilidad de que aún no terminaba de integrarme y extrañaba mi vida en Magdeburgo porque en Loitsche sólo tenía dos amigos y una amiga, con Andreas todo estaba bien y Holy era una chica genial, pero con Tom era un poco diferente porque no convivíamos tanto como si lo hacía con Andreas. Pero no dejaba de ser extraño para mí el insignificante hecho de tener cierto interés en Tom, pues él me parecía un chico digno de verse.

Caminé un tiempo sin prestar atención a lo que me rodeaba dejando que mis pies me llevaran a donde quisieran y consumido completamente por mis pensamientos, ya que en mi cabeza se libraba un debate interminable. Un repentino frío recorriendo mi columna vertebral me obligó a levantar al rostro tras la ligera sacudida de mi cuerpo, fue cuando estuve consciente que me hallaba en el parque que estaba unido al pequeño bosque que había en el lado sur del pueblo, ahí los arboles eran más grandes y aún más frondosos que los otros que había visto pues nunca antes había estado en un lugar como ese. Por algún motivo desconocido para mí, el bosque adquirió un tenue toque de misterio conforme yo avanzaba dentro de él hasta casi abandonarlo, entre el musgo verdoso y las hojas que comenzaban a secarse dotadas de un matiz inigualable, ahí fue donde llegué, al punto donde el bosque parecía más misterioso y salido de una película.

Al girar mi cabeza hacía mi derecha logre distinguir lo que parecía una especie de cabaña, entonces me decidí a ir en su encuentro, en ese punto del entorno el sol no lograba penetrar tan fielmente la gruesa capa de hojas dotando de un ambiente aún más extraordinario todo el lugar; yo caminaba sin detenerme ni un poco, atraído por esa casucha vieja de madera que incluso podría estar podrida pero que no importaba pues no me detenía. Parecía  abandonada de varios años atrás por el aspecto descuidado que tenía, vacilé un poco entre acercarme o no pero terminé por llegar hasta la puerta y abrirla sin ninguna dificultad, adentro olía como a animal muerto y con el viento que causo el rápido movimiento de la puerta al abrirla el polvo se levantó e una gran nube que terminó por adentrar un poco del polvo dentro de mis vías respiratorias.

Dentro había una pequeña mesa que no se veía tan acabada, pero que tenía una gruesa capa de polvo encima y muchas telarañas entre las patas; también cerca de la puerta había una ventana con un vidrio roto; además de eso, el polvo y aparte las telarañas, era difícil encontrar algo más ahí dentro. En el ambiente flotaba un olor a humedad horrible acompañado de una nube de nostalgia que se extendía a lo largo y ancho de la habitación, toda la escena era similar a una película vieja. Cuando recorrí la superficie de la mesa con mi dedo sentí como un frio recorrer mi esternón, definitivamente ese lugar me hacía sentir afligido pero había algo dentro de esa atmósfera tétrica que  terminaba por encontrar el lugar cómodo  hasta cierto punto. Me pregunté en seguida quien sería el propietario de esa vieja casucha, pero parecía tan abandonado que pronto llegué a la conclusión de que no tenía dueño, quizás yo podría arreglar el lugar y tener un espacio para mí solo donde yo pudiera hacer lo que quisiera. Esa idea era maravillosa.

Salí corriendo de forma estrepitosa de aquél viejo lugar que hacía sentirme incomodo pero con la mezcla extraña de la atracción, simultáneamente movía mis pies para impulsar un poco más rápido aunque no lograba mi cometido pues yo nunca sería el más rápido corriendo, además los desniveles, las hojas, las piedras y las raíces de los árboles, no eran factores que contribuyeran a que mi carrera se hiciera rápida, más bien la aminoraban. Mientras corría dejaba que el aire entrara de forma brusca las cuencas de mi nariz hasta el fondo de mis pulmones haciendo que mi respiración se volviera cada vez más violenta y entrecortada, como en el trayecto de ida no puse atención en el maravilloso paisaje que se presentaba ante mis ojos. Corría lo más rápido que mis piernas me lo permitían, por ese motivo llegue en pocos minutos a mi casa, de los bolsillos de mi pantalón extraje la llave y me adentré en el soledad de mi casa, tomé las cosas que podía llevar y que necesitaba para mejorar aquel agujero oxidado.

Había sido difícil llevar las cosas en una distancia tan larga pero lo había conseguido, aproveché el momento de motivación que se me presentó y puse manos a la obra, primero retiré todo el polvo de las superficies con mucho trabajo y cansancio, todo era agotador, cuando terminé pasaban de las cinco de la tarde y como mi madre llegaría dos horas después sólo me dio tiempo de verificar que la madera estuviera con condiciones favorables, a pesar de su color algo verdusco la madera no estaba podrida, tan sólo humedecida, así que resistiría lo suficiente. Salí de esa pequeña cabaña algo feliz por lo que vendría porque era gratificante hacer todo eso de arreglar el lugar para hacerlo mío.

Por cómo se veía el cielo me percaté de que no faltaba mucho para que el sol comenzara a ocultarse, entonces apreté el paso y salí del parque a paso rápido, casi trotando, mi madre ya estaba en casa cuando llegué pero no me dio ninguna reprimenda por llegar un poco tarde a casa. Después de ese día iba casi a diario al parque, hasta el bosque, para arreglar un poco más mi refugio.

Por las tardes, después de la escuela, llegaba a mi casa y tomaba algunas cosas que me ayudaran a la remodelación de mi refugio y en otras ocasiones me ponía a conseguir lo que me hiciera falta. Posiblemente ese proyecto me quitó mucho tiempo con mis amigos y perdí oportunidades de socializar pero realmente no era algo que me importara del todo, además tampoco era que mi vida social fuera la gran cosa. En la primera semana ya había conseguido un pequeño librero, algo de pintura y estaba en busca de más cosas, para comprar la pintura tuve que renunciar a gastar mi dinero en golosinas y estuve mucho tiempo sin comer una sola gomita. Cuando se trató de llevar los baldes de pintura a mi refugio estuve realmente en un aprieto pues el local de pintura estaba cerca de la cabaña pero aún así era una gran distancia y las cubetas pesaban demasiado, pero un chico que rubio que pasaba por ahí se ofreció a ayudarme a presar de que mostré renuente.

—De verdad yo puedo solo—le dije por segunda vez al chico.

—Yo pienso que no, déjame ayudarte—me rendí y con un gesto le indiqué que había ganado—. Me llamo Gustav.

—Yo Bill—le contesté. Gustav llevó las tres cubetas de pintura hasta la puerta de mi refugio, y sólo llegó hasta ahí porque no le permití entrar.

El chico era un año más grande que yo, y por lo tanto estudiaba ya la escuela media superior, a comparación mía el lucía más fuerte, además llevaba el cabello corto y era rubio que cubría con una cachucha, pero a pesar de que él era más grande y fuerte que yo, lo seguía superando en altura. Platicamos muy poco porque ambos nos comportábamos serios, además de mi orgullo lastimado por su herida, pero pese a eso me percaté de que era un chico agradable y pensaba más maduramente que muchos chicos de su edad o de la mía.

Camino a mi refugio Gustav me dijo que la cabaña en realidad era un intento de casa en el que vivió años antes el velador del parque, pero como el salario era muy malo el señor dejó el trabajo y no encontraron a nadie que quisiera tomar el trabajo pues era mucho trabajo-poco dinero.

—Antes aquí algunos chicos traían a sus novias—me dijo Gustav cuando dejó la última cubeta frente a la cabaña.

—Que antihigiénico—susurré—. El lugar estaba lleno de polvo—no comprendía como lo harían en un lugar así, era poco romántico.

—Bueno me voy Bill, si necesitas algo me dices, yo vivo aquí cerca.

—Gracias Gustav—le sonreí.

Vi alejarse a mi nuevo conocido entre los árboles antes de meter las cubetas dentro de la cabaña, aún estaba un poco molesto conmigo mismo por haber necesitado ayuda porque se suponía que haría todo yo solo, pero terminé aceptando la ayuda de un desconocido.

Un par de días atrás había acomodado todo para pintar las paredes de madera, el piso cercano a ellas estaba cubierto por periódico y tenía los materiales para comenzar a pintar, una pared sería negra y fue con la que comencé. Mi mano se movía arriba y abajo una y otra vez incesantemente, gotas de sudor resbalaban por mi frente y los pies me dolían demasiado mientras seguía pintando, terminé casi al final del día con un cansancio insuperable. Como mi tiempo se había consumido por completo me fui a casa sin más.

Un par de cuadras antes de llegar a mi casa vi a un grupo de chicos en la esquina más próxima, reconocí a tres chicos al instante: Ahren, Edwin y Tom. Casi los ignoré olímpicamente, pero mi vista se estancó en el rostro enmarcado con rastas rubias y mi cuerpo respondió curvando los labios en una sonrisa, entonces sucedió que en un instante brevísimo él sonrió y yo lo atribuí a mi imaginación, los demás no notaron mi presencia por eso llegué a mi casa sin obstáculos.

Mientras subía las escaleras comencé a pensar en todas las veces que miraba a Tom en la escuela o fuera de ella, me di cuenta que no podía estar en el mismo lugar que él sin que mi mis ojos terminaran detallándolo. No era un pasatiempo, pero tampoco quería que se volviera una necesidad.

Al día siguiente mi madre me informó que Gordon ya no me llevaría a la escuela porque su hora de entada al trabajo era más temprano a partir de esa semana, además podríamos ahorrar un poco de lo gastado en gasolina, la idea me pareció poco atractiva pero igualmente acepté y salí hacía la parada de autobuses, que era como una casa para perros pero más grande. Esa mañana  hacía más frío que otros días así que mi aliento se tornaba como humo blanco, a unos pasos de mí la casilla llena de garabatos o grafitis se alzaba de manera reconfortante. Entré sin meditarlo, había una especie de banca de madera visible desde afuera y ahí tenía pensado sentarme.

— ¿Bill?—alguien llamo detrás de mí.

Tal vez por reflejo o por reconocer la voz gire sobre mi mismo a ver a quien me había hablado. Lo primero que vi fueron rastas rubias, lo siguiente fueron un par de ojos cafés casi avellana, y una expresión que demandaba una explicación. Durante mi silencio y contemplación hacía Tom pensé en cómo me vería yo en ese momento ¿qué expresión tenía yo? ¿Cómo me vería Tom a mí?

— ¿Si?—contesté.

— ¿Qué haces aquí?—dijo con el entrecejo arrugado con las cejas ligeramente levantadas y dejando de lado el tono arisco para emplear uno más suave, con ligera sorpresa, permitió que yo embozara una sonrisa.


—Pues mi padre entrará más temprano al trabajo, así que... —deje la frase al aire, me parecía innecesario y obvio lo que le seguiría. Sin embargo, Tom no dejará de ser sorprendente y gracioso nunca.

—Así que hoy deleitaras a nosotros los humildes plebeyos con tu presencia—termino la frase él.

Mi boca se abrió, lo supe y no la detuve. Pensar rápido me era necesario más que nunca.

— ¿Plebeyos?—pregunté yo torciendo un poco la boca y metí mi índice a mi boca, lo aprisioné con mis colmillos, era algo que tenía tiempo si hacer—. Mmm—a continuación saque mi dedo y lo apunte hacia Tom al tiempo que hablaba—. Ellos son plebeyos, no digas nosotros, eres más de la realeza que yo— ¿qué había dicho? ni idea, trate de enunciar en mi mente lo que dije sin dejar que Tom se diera cuenta.

—No Bill, los príncipes son guapos, de piel delicada, manos delgadas, finas y suaves, facciones que embelesan y esa delicadeza tuya en los movimientos—mientras hablaba movía la cabeza y me miraba como si me describiera a la perfección.

¿Tom me había llamado guapo? Yo sabía que lo era, pero aparte de las chicas atrevidas nadie más me lo decía, Simone no cuenta porque es mi madre. Me quedé callado apenas un par de segundos, la réplica era rápida o todo se iba a la mierda.

— ¿Te parezco guapo?—no deje que hablara cuando vi algo parecido a miedo en sus ojos—.  ¿Es que no te has visto en un espejo? Tom, tú tienes todo lo que dijiste, así que eres un príncipe quieras o no—me deje caer sobre la madera y cerré los ojos por un espacio brevísimo de tiempo.

—Si es así, tú serás un príncipe también—dijo él cuando yo abría mis ojos.

Por alguna razón la primera lección de Historia que le di a Tom llegó a mí, somos un par de complicados había dicho yo, pero ahora éramos príncipes

—Un par  príncipes complicados— mi sonrisa se ensancho cuando lo pronuncie.

— ¡Bill!—dijo Holy desde afuera.

—Hola Holy.

—Pues hola, pero ¿qué haces aquí? Creí que tu padre te llevaba en la escuela, bueno nunca te has ido en el autobús—llevaba un gorro rojo tejido que le tapaba hasta las orejas y le hacía ver aun más pequeña de lo que era.

—Mi papá cambió su horario de entrada al trabajo—le expliqué, mientras ella se acercaba y tomaba asiento a un lado de mí—. Así que a partir de hoy iré con ustedes—agregue.

—Pensé que te dejaría el autobús—dijo Tom a lo que Holy yo le miramos.

—No me fastidies Tom, tú te tardas más en arreglarte que yo sólo que te levantas más temprano—se defendió mi amiga.

—Hasta Bill se arregla más rápido que tú, no sé que tanto haces si te ves igual.

—Perdón por no quedar tan espectacular como ustedes dos—Holy lucía y se escuchaba molesta.

—Deja de hacer berrinche que vas a asustar a Bill—le dijo Tom y se acomodo en mejor en la esquina donde estaba.

—El no es tan grosero como tú Tom—pero no obtuvo respuesta de Tom, yo la mire un poco más, se veía molesta.

Mis ojos viajaron por el lugar hasta llegar a con Tom, estaba recargando su espalda en la madera y sus rodillas las había subido a la banca flexionándolas, tenía los audífonos en las orejas y escuchaba música con los ojos cerrados mientras movía apenas su cabeza al ritmo de la música. Mientras, Holy me hablaba sobre una serie de televisión que había estado viendo la noche anterior, escuchaba lo que me decía o al menos pretendía hacerlo, su voz cesó por un par de segundos.

—Tom—dijo Holy y él abrió sus ojos, luego se quito los audífonos.

— ¿Qué quieres?

— ¿Bill y tu se sentaran juntos verdad?—preguntó la rubia con algo de tacto.

—No es necesario yo me puedo sentar—la voz de Tom se puso por encima de la mía, no es que yo no quisiera sentarme con él, únicamente no quería ser un estorbo para Tom.

—Si—pronunció Tom un poco más alto de lo normal y hablo más bajo cuando me callé—nos sentaremos juntos.

— ¿Es qué mi opinión no cuenta?—dije en voz alta.

—No es eso, lo que pasa—comenzó a hablar Holy pero dejo de hacerlo al escuchar a Tom.

—Como quieras—cerró los ojos con fuerza y puso sus audífonos de nuevo en sus oídos.

Luego se paro y salió afuera, cuando se ponía de pie logre captar su mirada, en mi pecho sentí como el corazón se me oprimió un poco. Holy iba a replicar, inclusive yo quería decirle a Tom que malinterpretaba mis palabras, pero ninguno de los dos lo hizo porque el camión escolar se acercaba a donde nosotros. Salí junto con mi amiga, mientras ella me explicaba que siempre se iba con Andreas que la comprendiera y no me molestara, claro que a mí no me molestaba que se sentara con su prácticamente novio, me preocupaba más que Tom estuviera molesto conmigo, ese problema se tenía que resolver y para mi pesar yo tenía que dar el primer paso y ser quien cediera.

El autobús se detuvo frente a nosotros con un rechinido de fierros, el primero en subir fue Tom, luego su hermana y al final yo. Todas las malditas miradas sobre mí, murmullos y cuchicheos en todos lados, algunas chicas se lanzaban miradas cómplices y los chicos me miraban de la cabeza a los pies de manera algo retadora. Holy se sentó en un asiento vacío del lado izquierdo, justo al frente de donde Tom se había sentado.

— ¿Puedo?—le hablé a Tom quien mantenía la vista fija en el asfalto de la carretera.

El chofer miraba por el espejo inquieto porque me sentara de una maldita vez. Cuando Tom escucho mi voz abrió los ojos más de lo que ya estaban, pasó saliva y antes de voltear trato de poner una mirada seria, por un instante pequeñísimo pude ver que disimulaba una sonrisa, eso saco una mía.

—No sé, ¿quieres?—su tono no fue tan frió como el debió querer porque apretó su puño.

—Claro—sentía miradas sobre mí pero las ignore, apenas había hecho un movimiento para sentarme cuando el conductor acelero y sentí como mi cuerpo se iba hacia atrás.

Mi mano izquierda fue atrapada por otra y sentí el jalón hacia al frente, había cerrado mis ojos desde que el chofer había acelerado y sentí como mi cuerpo se golpeaba al caer. Cuando los abrí solo veía un color dorado, olía muy bien pero me aleje para poder ver como había quedado después de caer. La sorpresa que me lleve al ver que lo dorado eran rastas y que lo que olía tan bien era Tom, yo no me había caído, bueno no del todo, estaba sentado al lado de Tom, más bien dicho, estaba recostado sobre Tom, más rápido de lo necesario me senté como se debía y me volteé  hacia al frente.

— ¿Estás bien?—me preguntó Tom.

Mi cabeza giro para con él ¿era mi imaginación o estaba sonrojado? Sonreí porque no era mi imaginación, se veía tan lindo sonrojado, entonces negué con la cabeza como respuesta a su pregunta.

—Estoy muy bien ¿y tú? ¿No te pegue o algo así?—ahora mi cuerpo estaba en dirección a él, no solo mi rostro.

—Sobreviviré—bajo la vista y metió sus manos a sus bolsillos.

—Serias un mal príncipe si no lo hicieras—le dije con toda la intención de que se sonrojara, para satisfacción mía lo logré y no sólo eso, además él no respondió.

En todo el tiempo que duraron las clases Tom no me dirigió la palabra y durante el almuerzo se desapareció con sus amigos, eso me frustró. Ya no era solamente la imperante necesidad de verlo, en esos momentos me percaté que necesitaba escuchar su voz y que él me viera casi tanto como verlo yo a él. Cuando llegué a esa resolución estaba sentado sobre el pasto y mi espalda descansaba sobre el tronco de un árbol, mis piernas estaban flexionadas en posición de loto y mis manos ceñían una botella de agua y una manzana, ésta ultima terminó rodando entre las hojas que habían caído del árbol dejándola incomible, mi quijada se descompuso y mi cuerpo adoptó una postura derrotista, con los hombros hacía el piso y los brazos expuestos sin fuerza sobre mis piernas. Tom Kaulitz, mi nuevo amigo, el chico malo, el príncipe complicado, me gustaba.

Nunca estuve negado a la posibilidad de que fuera homosexual pero aun así darme cuenta de que Tom me gustaba era algo extraño, es decir, no todos los días te das cuenta que tu amigo te gusta y que eres homosexual, aunque después de pensarlo llegué a la conclusión de que yo podría ser más bien bisexual, pero no por ello Tom dejaría de gustarme. Cada uno de mis pensamientos eran como balas que penetraban duro en mi cabeza, dolían pero después de aceptarlas sentía un efecto analgésico recorrerme, creo que sobra decir que ese día no puse atención en ninguna clase.

Mi día había sido realmente complicado y lleno de matices, pero sobre todo, parecía una caída libre porque iba en picada si detenerse ni un poco. Nunca me imaginé que lo peor de mi día todavía no acontecía cuando salí de clases. Entre el rio de gente salí con mis amigos fuera del edificio, era casi obligatorio pasar por el estacionamiento pero hubiera sido mejor no hacerlo; Tom tenía a una chica rubia entre los brazos, creo que se llamaba Giselle, se estaba besando tan salvajemente que parecía que se tragaban. Al instante el coraje calentó la sangre dentro de mis venas y mis dientes chocaron cuando apreté mi mandíbula, de la misma forma en que mis puños se ciñeron hasta dejar mis nudillos en blanco. Miles de insultos en contra de la chica que movía su lengua en contra de la de Tom se formularon en mi mente sin llegar a salir al exterior, para mi ella sólo era una cualquiera sin escrúpulos, una zorra y cientos de cosas más, pese a eso me mantuve sereno o mejor dicho, aparente estar normal. Únicamente los observé un par de segundos antes de retirar mi mirada incapaz de mantenerla sobre ellos, mis molestia aumentaba y con ella mi orgullos afloraba cada vez más, por ese motivo me mantuve los más sereno posible y evité que mi malestar fuera perceptible por los demás.

— ¡Tom!—gritó Holy muy molesta, sus manos las tenía en la cadera y la vista denotaba molestia por el ceñimientos del entrecejo. Ella rompió mis cavilaciones de tajo.

Al escuchar su nombre Tom se apartó de la chica con brusquedad y al mismo tiempo dejo ver los ligeros jadeos que daba para poder normalizar su respiración, ninguno tenía vergüenza de la exhibición que daban por eso mi coraje aumentó, pero cuando vi el rostro de Giselle el coraje paso a convertirse en rabia pues la chica había tomado algo que no era de ella y que sentía como mío aunque realmente no lo era, pero eso no era el punto. Después de romper el beso con Giselle, Tom vino hacía nosotros sin despedirse de sus amigos y sin darnos a nosotros ninguna explicación cuando llego a nuestro encuentro, yo si quería una explicación pero no estaba en posición de pedir una, así que me quedé completamente callado tratando de sofocar lo que sentía. Presté poca atención al regaño de Holy, sólo alcancé a captar pequeños insultos para Giselle.

—Adiós—dije cuando llegué a mi casa y me metí de prisa.

Dentro de mi casa tomé un paquete de galletas y dos latas de coca cola fría para meterlas a mi mochila, también tomé unas brochas de distintos grosores y una lámpara con pilas extra, todo fue a parar a mi mochila, mi madre no se dio cuenta cuando llegue y menos cuando me fui. Saliendo de mi casa me dirigí rápidamente al parque del pueblo, quería llegar rápido a mi refugio, necesitaba un lugar donde poder explotar definitivamente. Recorrí el mismo camino de los últimos días para llegar a donde quería, iba tan deprisa que casi caí al pisar mal una piedra entre los arboles del bosque cuando casi trotaba por eso no llegué tan pronto como había calculado.

Dentro de mi refugio me deshice de todo lo que traía en mis hombros y la mochila fue a parar cerca de la mesa junto con unas bolsas de basura que había olvidado llevarme el día anterior cuando pinté la pared blanca, donde en ese momento me puse a dibujar algo que no sabía bien que era. Primero me coloqué los audífonos en mis oídos para conseguir aislarme del mundo, un poco más de lo que ya estaba en mi refugio, enseguida tomé una brocha delgada y la cubrí con pintura roja de la que había sobrado; estaba en cuclillas a unos pasos de la pared blanca así que me puse de pie y me acerqué lentamente con la brocha al frente, avancé más y la superficie inmaculada se vio atiborrada de un rojo sangre que el dio color y vida en forma de un corazón deforme, luego una cruz negra parecía atravesarlo y lo hizo sangrar, pequeños ríos de tinta negra enmarcaban una escena de asesinato perfecto, la sangre negra corría desde el centro del corazón hasta un poco más abajo del fin del bosquejo rojo, formado débilmente unas sutiles líneas que daban forma a mi nombre.
                                       
Me senté en el suelo después de terminar mi dibujo, al que había agregado algunas cadenas alrededor del corazón, en cierto modo el cansancio físico y emocional ya mermaban mi cuerpo demasiado, pero no había ni un poco de remordimiento en mi pues yo seguiría en pie pasara lo que pasara. Aunque yo supiera que mi orgullo me mantendría en pie existía esa espina clavada en mi pensamiento todo el tiempo diciéndome que Tom no era mío y que dejara es pose de sufrido, comprendí que tenía su parte de verdad.
                                                      
Subí más el volumen de la música y comencé a tararear la canción hasta lograr inconscientemente un canto fluido y claro que llenó el lugar por todos los rincones, era como limpiar mi alma sin mucho esfuerzo, terminando la canción me puse de pie y seguí con mis deberes dentro de mi refugio hasta que se hizo la hora de partir a casa nuevamente.


Mi refugió estuvo casi completamente terminado cuatro meses y medio después de que hubiera comenzado a arreglarlo, iba casi todos los días a ese lugar y se había convertido realmente en algo importante para mí. Pero mientras tanto pasaron muchas cosas más, resulta que el viernes de la semana en que pinté el corazón me enteré por Andreas que habría una fiesta de disfraces. En esa ocasión mi amigo rubio nos obligó a Tom y a mí a ir a su casa para jugar videojuegos y luego quedarnos a comer, ahí fue cuando me enteré que en halloween habría una fiesta de disfraces. Años tras yo me había disfrazado de vampiro, por eso tenía teñido el cabello de negro, pero a pesar de eso Tom me convenció para volver a disfrazarme de vampiro.

Estábamos en la habitación de Andreas, en el segundo piso, jugando videojuegos, Tom y Andreas eran más buenos que yo y siempre me ganaban pero aún así seguía intentado derrotarlos, después de varias partidas le gané a Andreas y luego fui un rival difícil para Tom, a él quería ganarle con más ímpetu a que nadie. Mientras permanecía sin jugar sentado en la cama me dedicaba de vez en vez a molestar a mis amigos, le tapaba los ojos a Andreas y a Tom sólo lo molestaba porque no me atrevía a tocarlo ni un poco. Eso me ponía mal. Con Tom  las cosas eran complicadas pues a pesar de que si nos considerábamos amigos siempre existía una tensión entre nosotros, asimismo pensé numerosas ocasiones que nuestra amistad prosperaría con el tiempo pero Tom era tan difícil de entender pues después de darme cuenta que sentía cosas especiales por él, Tom comenzó a alejarse de mí y de los demás, y entonces, aunque no quisiera, sentía un dolor especial y al mismo tiempo perturbador.

Tom le llevaba una ventaja considerable a Andreas en el juego, pero yo no veía el marcador, yo veía las rastas rubias mientras mi mente creaba cientos de pensamientos que me martirizaban y envolvían cuantiosamente sin escapatoria aparente, quería dejar de sentirme así pero mi inseguridad no obedecía mis órdenes, ella no cedía ni un poco. Mi mente se había dividido en dos vertientes. La primera pertenecía a mi corazón y me decía que no importaba nada más que tener a Tom; la segunda me recordaba todos los argumentos en contra de querer amarlo. Estaba el principal  problema que era el hecho de ser ambos varones, algo con lo que el corazón simplemente se defendía argumentando que no había amor para el sexo, sino para el alma  pues el amor no era incorrecto de ninguna manera, luego venía a tortúrame la idea de que Tom no fuera bisexual u homosexual porque si él era Heterosexual y me enamoraba mi corazón saldría muy mal parado de aquella situación. Sin embargo, no esos argumentos y los que les siguieron no eran suficientes para dejar de sentir aquello que el chico Kaulitz me inspiraba, ya que mis sentimientos eran una torrente imparable que se regía por sí misma y no obedecía a nadie ni a nada, tal como lo era el amor, quizás aún lo que yo sintiera por Tom no era amor pero si sabía que era algo más que simple atracción o morbo sexual.

Me tocaba jugar a mí, por ese motivo dejé mis reflexiones a un lado, me tocó jugar contra Andreas la última carrera y al final le pude ganar. Cuando apagábamos el juego la madre de mi amigo tocó la puerta para que bajáramos a comer, terminamos de acomodar un poco nuestro desorden y bajamos al comedor. Durante la comida la madre de mi amigo lo impulsó a tocar el tema de la fiesta de disfraces, entonces nos preguntó a Tom y a mí si iríamos a la dichosa fiesta en la casa de Henry, un chico de familia adinerada que hacía esa fiesta año con año, antes de responder yo le pregunté a Tom si él iría.

¿Tú vas a ir Tom?—pregunté.
      
—No lo sé, todo mundo puede ir Bill... ¿tú irás?—me puse a pensar si mi madre me dejaría ir, lo más seguro fuera que si y yo quería ir.

—Claro, no creo que haya algún problema—contesté.

— ¡Genial!—dijo Andreas desde su lugar y su madre le riñó con la vista—. Vamos los tres juntos y nos quedamos en casa de Tom.

— ¿Y por qué en mi casa?—preguntó Tom mientras tomaba frituras entre sus manos.

—Porque tu vives cerca de la casa de Henry.

— ¿De qué se disfrazaran?—preguntó la madre de Andreas de pronto.
      
—No tengo ni la más mínima idea—contestó Tom rápidamente.
      
—Yo tampoco... —dije mirando mi plato.
      
— ¿Por qué no te disfrazas de vampiro Bill? Te quedaría bien porque tienes la piel blanca y las facciones finas—dijo la mamá de mi amigo mientras se servía un poco de agua.

—Pues ya me disfracé de vampiro, por eso tengo teñido el cabello—les expliqué a todos.

—Yo no te vi—dijo Tom cuando yo no lo miraba.

— ¿Qué dijiste Tom? Es que no te escuché—dije, pues en verdad no creí lo que me pareció escuchar.

—Que noso... —se interrumpió antes de acabar—. Yo no te he visto disfrazado de vampiro.

—Entonces tendré que sacrificarme por ti—dije lo suficientemente bajo para que sólo él escuchara—. ¿De qué te disfrazaras tú?—Tom levanto los hombros para decirme que no tenía ni idea—. Podrías disfrazarte de pirata, el cabello ya lo tienes listo—todos reímos al instante.

Luego de la comida nos quedamos un poco más platicando en la sala y viendo la televisión, pero como el día casi oscurecía Tom y yo nos tuvimos que despedir de Andreas. Entonces, cuando caminábamos a nuestras casa, ese inexplicable sentimiento de vació y miedo regresó mezclado con la incomodidad, me di cuenta entonces que para mí era doloroso que Tom me ignorara tan notablemente y más que me tratará primero con algo de dulzura y luego me diera una cachetada con guante blanco al mantener esa barrera entre ambos y rodearse con esa aura que expresaba únicamente desprecio hacia mi persona.

Comprendí que sería bastante difícil hacer que Tom se fijara en mí, pero yo estaba seguro que yo no le era totalmente indiferente pues los detalles que había tenido conmigo no los tenía con ninguno de sus amigos y quizás ni con su hermana. Sin embargo, actitudes como la de esa tarde, al decirme primero que me disfrazara de vampiro pues él no me había visto y quería verme y luego comportarse tan fríamente me exasperaba por completo, pero en el fondo hacían que me cautivara aún más ese chico extraño y complicado, que sabía, encerraba un maravilloso ser humano del cual me podría llegar a enamorar.



1 comentario:

  1. Ay! Primero no hace falta que des las gracias amora (L)
    Bueno ya sabes, este capítulo me encanta "Somos un par de príncipes complicados" Aww mi cursiiiii <3
    Bueno ya te dije por el msn que me sentí muy identificada con Bill y la verdad que Tom se parece a mi "No novio"
    Cositas bonitaaas (L)
    En fin...¡A por el 4! ;)
    Un beesooo!!

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