No creo en nada
Ni en el fin ni en el principio
No creo en nada
Ni en la tierra ni en las estrellas
No creo en nada
Ni en el día ni en la oscuridad
No creo en nada
Más que en el latido de nuestros corazones
No creo en nada
Cien soles hasta que partamos
No creo en nada
Ni en satanás ni en dios
No creo en nada
Ni en la paz ni en la guerra
No creo en nada
Más que en lo que somos en verdad
100 suns // 30 seconds to mars
Capítulo 10
Semblanza escarlata
El agua
reflejaba el singular tono oscuro que el cielo tomaba cuando el sol desaparecía
de él, era tan oscuro que sólo se podían ver los reflejos de las luces sobre la
superficie del rio, unas luces que por momentos parecían danzar al son de una canción imaginaria. Y
embelesado ante el ligero momento de las pequeñas centellas un muchacho era
acompañado por otro de más edad y juntos no hacían más que ver aquella hermosa
danza.
—Es hermoso
¿no?—dijo el menor.
—Si—le
contestó bastante bajo el más alto.
Habían
abandonado el restaurante hacía mucho tiempo, y al regresar a la posada donde
se hospedaban el muchachito se había quedado mirando al río. Y ahí estaban.
—Se parece a
ti—dijo Skandar sin despegar la vista del río, sabía que Jared estaba a su
lado, lo sentía.
—¿En
serio?—cuestionó el aludido con una sonrisa.
—Sí, el agua
es tan oscura como tú cabello y a la vez es tan hermoso que es imposible dejar
de mirarlo—le dijo el chico.
—Entonces se
parece más a ti—dijo el vampiro aprisionando al muchacho entre sus brazos desde
atrás.
— ¿Nunca más
me dejarás?—inquirió el menor con las mejillas enrojecidas ligeramente.
—Siempre voy
a estar contigo—le susurró.
Skandar
sonrió al escuchar aquello, porque aunque el vampiro ya le hubiera asegurado
antes que estarían juntos para siempre y le hubiera dicho cuanto lo amaba él
seguía teniendo ese recuerdo de cuando lo había abandonado con Penélope y no
quería repetir la experiencia.
Entre una
sonrisa enternecedora el muchacho más joven se impulsó con las puntas de sus
pies para alcanzar a besar a Jared, un beso rápido, lindo y tierno, en seguida
el mayor logró ver una risilla nerviosa de Skandar y cómo ocultaba su mirada al
girarse para comenzar a caminar, retomando así el camino hacia la posada. Pero
fue detenido por una mano sumamente helada que conocía a la perfección.
—Antes de
irnos—dijo el de ojos negros— quiero decirte algo— Skandar fijó su mirar en las
perlas negras del contrario—. Desde que tengo memoria jamás había sentido esto
por nadie—se acercó al de ojos azules— y no me gusta que tengas duda de esto.
—No dudo de
ti—replicó el menor—, sólo quiero estar contigo por siempre.
Ante eso
Jared no pudo más que sonreír, muy a su manera lograba haberle llegar a su
humano lo que sentía, pues aquella mirada enternecida con un brillo especial
que resaltaba el profundo amor que sentía en aquellos momentos y que quizás
nunca desaparecería hacían más que evidente lo que sentía por Skandar. En aquel
momento las palabras sobraban y ellos tan sólo intercambiaron miradas antes de
tomarse de las manos y encaminarse de regreso a la posada ignorando todo lo
demás, desde el frío de aquella noche hasta la insistente mirada que los había
estado observando desde un principio.
—Es de mala
educación espiar a los demás—le dijo Bernard a un vampiro rubio.
—Vete a la
mierda—le contestó Markus—, esperaba que esos hicieran algo más interesante.
—No se iban
a poner a coger en medio de un puente—le dijo el vampiro más grande.
—No, pero
algo más oficial—le contestó y comenzó a caminar.
—No esperes
que Jared le pida que sea su novio o se case con él—musitó Bernard caminando al
lado del otro vampiro—. No seas cursi, nena.
—¡No soy un
puta mujer, entiéndelo!—le gritó el menor.
—Ya lo sé,
sólo te comportas como una—y esquivó un puñetazo—, aunque ya pegas más como un
hombre—esa vez el golpe casi logró asestarse en el lugar indicado.
—Eres un
bastardo idiota, hijo de puta—le gritó Markus y caminó tan rápido como su
coraje se lo permitía.
—Sólo digo
que para ellos es suficiente pasar el resto de sus vidas juntos—dijo el moreno
posándose frente al otro vampiro.
—Skandar no
tiene una eternidad como Jared—replicó el rubio.
—Y ese
asunto eso suyo, no te metas en lo que no te importa—dijo Bernard entendiendo
las intenciones ocultas de la ultima oración dicha por el rubio.