martes, 17 de enero de 2012

Prohibido enamorarse—Capítulo 22


Sí, sé que ha pasao mucho tiempo desde la última actualización pero no tenía ánimos para escribir esta historia, fue como si de pronto toda mi inspiración para con ella desapareciera, pero por fin pude escribir algo...y lo más seguro es que no sea lo mejor...Se lo dedico con mucho cariño a Gaby, mi preciosa nena, y a Tere, mi adorada cursi, las adoro lindas :-*

NOTA: No tengo ni la más mínima idea de cuándo Bill comenzó a  usar su relicario, ni se bien cómo es la cubierta de este (lo más acercado sería una ecografía, pero por el hilo argumental no podría ser una ecografía) por lo cual decidí dejarlo liso: será sólo una cubierta negra y ya @.@

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Frente a una multitud
Defiendes lo que eres y lo que fuiste,
Presente en una actitud.
En la soledad
Disfrutas el amor que recibiste.


Capítulo 22
La corona de la Reina

Mi lengua se movía dentro de la boca de Bill, de vez en cuando me dedicaba a acariciar con la punta de mi extremidad el piercing de mi novio, estábamos tumbados encima de mi cama con las manos aferradas al cuerpo del otro y nuestras lenguas inmersas en un intercambio de caricias, pero el aire faltaba y era momento de separarnos.

—Feliz aniversario—dijo él mientras me miraba a los ojos y acariciaba mi mejilla.

Bill estaba prácticamente acostado encima de mí deleitándome con un beso más suave que el anterior, mientras con sus manos acariciaba mis mejillas como si fuera una pieza delicada de arte. Su peso no me molestaba, en realidad me fascinaba la idea de estar así con él en ese momento.

—Más bien mesversario—dije antes de darle un beso en la mejilla.

—Eso suena tan cursi—en eso coincidíamos, pero había querido molestarle un poco.

—¿Son tres meses no?—sonaba tan poco, unos escasos tres meses que para mí habían resultado los más difíciles del noviazgo, pero al parecer comenzábamos a entrar en una etapa mucho más plena.

—Y los que vendrán—me dijo antes de besar de nuevo mis labios.

Al dejar de besarnos Bill se acomodó a un lado de mí dejándome recostar mi cabeza sobre su pecho mientras él acariciaba mis rastas, momentos como esos me fascinaban y siempre quería que no terminaran jamás. Desde que nos habíamos hecho novios habían pasado tres meses, poco tiempo pero de por eso dejaban de ser los tres mejores meses de mi vida, a pesar de lo que pasó con Emily.

—Te tengo un regalo—le dije a Bill y me puse de pie.

Caminé a hacía mi cómoda y saqué una caja aterciopelada color azul oscuro con un moño plateado. De vuelta a la cama me senté en el filo mirándole a él, quien se había incorporado y estaba apoyado contra la cabecera. Le extendí la caja mientras sonreía y Bill me miraba con mucha seriedad, habíamos dicho que no eran necesarios los regalos.

—No tenías por qué—dijo tomando la caja azul.

—Pero si quería—le dije aún sonriendo.

Dejando de lado nuestro contacto visual mi novio se dispuso a ver su regalo, quitó la tapa de la caja y se encontró con un relicario de cubierta negra y detalles dorados. Sonreí al ver su expresión entre sorprendido y feliz.

—Tendré que tomarte una fotografía—me dijo y se acercó a mí gateando sobre la cama para besarme.

— ¿Te lo pongo?—le pregunté cuando nos separamos del beso y el apoyo su frente contra la mía.

Haciendo caso a su afirmación silenciosa tomé el relicario de sus manos y abrí la cadena, Bill se sentó delante de mí y yo me dispuse a ponerle su regalo. Ver el cuello de Bill al descubierto causó en mí el deseo de besar su blanquecina piel y deposité un dulce beso cerca de su cuello, mi novio tan sólo lanzó un pequeño suspiro y apoyé mi barbilla sobre el hueco su hombro y luego recosté mi cabeza sobre su cuello. Mientras Bill se quedaba quieto ante mis acciones yo escurrí mis brazos hasta rodear su delgada cintura.

—¡A comer!—gritó mi madre desde la planta baja.

—Mi madre siempre interrumpe en los mejores momentos—dije mientras deshacía mi abrazo y me ponía mis tenis para bajar a comer.

—No quiere que su retoño haga cosas malas—me dijo Bill mientras guardaba su relicario bajo su playera.

—No hacíamos nada malo, ni lo haremos—dije nervioso y con un sonrojo inevitable tras imaginarme “las cosas malas” a las que se podría referir Bill.

—Eres un malpensado Tom y yo que te creía más inocente—me dijo él riendo.

—Eres un menso Bill—dije dándome la vuelta para salir de mi habitación.

Yo ya había tenido relaciones aunque eso nadie lo sabía salvo Giselle, entonces más bien muchos lo sabían pero las personas más cercanas a mi no lo sabían. Sin embargo, a pesar de ya no ser virgen hacer cosas a parte de besos y abrazos con Bill me daba cierto temor, no quería “ensuciar” nuestra relación, sólo quería demostrarle a Bill cuanto lo amaba sin tener que llegar al sexo como todos lo hacían, quería una relación como el último mes.

Mi madre no trabajaba ese día, así que nos había preparado una deliciosa comida y había invitado a Bill a comer con nosotros. En el último mes mi madre estuvo muy seria con respecto a mi novio y en ocasiones nos miraba por prolongados lapsos de tiempo, aunque siempre remediaba la ansiedad que sus miradas serias me provocaban con una mucho más amable y cálida.

—Pongan la mesa—dijo mi madre desde la cocina cuando entramos al comedor.

Cuando terminamos de comer y mi madre venía con la comida en un sartén, mi hermana llegó a la casa, venía con una cara de cansancio total, en cuanto llegó a casa se quitó su abrigo y la boina negra que llevaba, luego llegó al comedor y se desplomó en su silla sin voltear avernos o saludarnos pues se recostó en el respaldo y echó su cabeza atrás con los ojos cerrados. Nosotros la miramos a ella y luego nos miramos entre nosotros.

Holy se encargaba de ayudarle a Emily con la organización del baile de primavera que se celebraba en el mes de abril en la escuela, a pesar de ser de primer año la amiguita de mi hermana había logrado colocarse como la cabeza del comité de organización y había arrastrado a mi hermana para que le ayudara. Está de más decir que Holy no era feliz organizando lo que ella calificaba como “lo más cursi y floreado” que había logrado presenciar.

—¿Qué tal te fue peque?—dijo mi madre mientras tomaba un plato.

—Horrible—dijo mi hermana y se incorporó.

—No puede ser tan malo—dijo Bill cuando mi madre le pasaba su plato.

—Lo es—rebatió mi hermana y apoyó ambos brazos sobre la meza doblándolos para apoyar su barbilla sobre ellos.

—Pues no tienes por qué hacerlo—dije.

—Lo sé—contestó Holy—, sírveme más madre que tengo muchísima hambre, caminé dos horas sin descanso y ustedes saben que mis piecitos no son de caminar mucho.

—Hay cariño, cuando terminemos de comer te das un baño y descansas. Ayer compré esencia de lavanda y de menta.

—Sí. Mañana iremos a escoger las “tiras”—dijo Holy incorporándose.

    ¿No querrás decir “tiaras”?—preguntó Bill mientras comía.

—Lo que sea Bill, deberías ayudarle tú y no yo.

En ese momento dos cosas cruzaron por mi mente: Bill y Emily escogiendo tiaras y después Emily robándole un beso a mi Bill. Arrugué el entrecejo, apreté el tenedor con mucha fuerza y le dirigí una mirada amenazante a mi hermana menor.

—Era un decir Tom—dijo ella  sin apartar su vista de mis ojos.

Por debajo de la mesa Bill pasó su mano sobre mi rodilla para intentar tranquilizarme, ese contacto me sonrojó un poco y bajé la mirada pero al hacerlo pude notar como la mirada de mi madre parecía un tanto aprensiva.

—Y Bill ¿cómo están tus padres?—dijo mi madre cambiando de conversación.

—Muy bien señora, mi madre se encuentra terminando uno de sus cuadros—dijo mi novio con una sonrisa.

—¿Es pintora?—preguntó mi madre de inmediato, su curiosidad y sorpresa me daban una mala espina que no lograba identificar.

—Sí, no es tan famosa pero sus cuadros se venden bien en estos últimos años—dijo Bill casi terminando su plato.

—¿Y cómo se llama?

—Simone.

—Ah, bonito nombre—el rostro de mi madre se había logrado descolocar por unas decimas de segundo.

Yo me había perdido observando las gesticulaciones que mi mamá hacia mientras había intercambiando palabras con Bill, pero no sólo yo la observaba Holy también lo hacía y sabia que ella entendería mejor el comportamiento de mi mamá de lo que yo lo haría. Mi madre siempre había logrado tener un semblante sereno, pocas veces éste se turbaba, quizás podía ser una máscara pero esa serenidad era la que muchas veces me reconfortaba.

***

El dichoso baile de primavera se acercaba, faltaba menos de una semana para que se llevara a cabo y era el tema de conversación preferido a donde fuera que me dirigiera. Ese día estaba desayunando con Bill, Andreas y Holy, pues la amiguita de mi hermana estaba arreglando algo para el tan aclamado baile.

—¿Y con quien irás Tom?—me preguntó mi mejor amigo.

—¿Ir? ¿A dónde?—pregunté dejando mi ensoñación por Bill a un lado.

—¡Al baile!— me contestó mi amigo— ¿O piensan ir juntos?—nos señaló a mí y a Bill.

—No lo había pensado—dijo Bill.

—No podemos ir como pareja—dije mirando al suelo, en ese momento supe como Bill se sentía decepcionado de mis palabras—, pero tampoco quiero ir con alguien que no sea Bill.

—Entiendo  a Tom—se apresuró a decir mi hermana—, creo que podemos ir los cuatro ¿no? Como un grupo de amigos que no puede conseguir pareja.

—Tú puedes conseguir pareja—dijo Andreas—, cosa de que no mires como retrasados a los chicos que te piden que vallas con ellos.

—Es que son unos retrasados idiotas—dije yo en tono serio, la mayoría de los chicos que se acercaban a mi hermana eran unos idiotas.

—Tom no seas hermano celoso—dijo Bill para que sólo yo lo escuchara—, entiendo que Holy sólo es buena samaritana con nosotros.

—Tampoco quiero ir con esa manada de idiotas—dijo mi hermana haciendo un gesto de asco.

—¿Y te podrás un vestido floreado?—inquirió Andreas inocentemente.

—¡Claro!—contestó Holy sarcásticamente—, cuando los cochinos vuelen y los hombres se puedan embarazar.

Todos reímos ante eso, sabíamos que mi hermanita no era muy amante de los estampados de florecitas y las cosas rosas “cursis”, si se ponía un vestido sería uno sencillo y negro. Entonces giré un poco mi cabeza parar mirar  a Bill a los ojos, sabía que él no pensaba en ir con nadie que no fuera yo pero nuestra relación seguía siendo “secreta” y no podíamos ir juntos. Bill estaba algo decepcionado de mí.


***

El sol y ase había ocultado y el cielo aún poseía cierto brillo en el horizonte, las nubes tenían ligeros matices morados y las primeras estrellas hacían su aparición. Faltaba poco tiempo para que, tanto mi hermana como yo, nos fuéramos, pues el día del baile había llegado. Estaba en mi habitación dando los últimos toques a mi atuendo, para ese día no variaba ni un poco mi estilo: llevaba una playera blanca con un dibujo en medio en color rojo con blanco y debajo otras dos playeras porque me quedaba muy grande, unos jean dos tallas más de lo necesario y unos tenis nuevos. Tomé una banda que había comprado en días anteriores, era como las que usan los basquetbolistas, mi gorra era blanca y la banda era negra.

 Cuando salí de mi habitación me dirigí a la de Holy en lugar de bajar las escaleras, pero tuve que esperar un poco tras tocar su puerta. Finalmente mi hermana me abrió y pude ver lo bonita que se veía la peque. Holy llevaba un vestido color turquesa que le legaba arriba de la rodilla y unos zapatos de color negro con un tacón pequeño.

—¿Ya estás lista?—dije viendo su cabello ondulado que caía suelto sobre sus hombros, se veía más brilloso de lo habitual.

—Sí, sólo tomo una chaqueta—dijo adentrándose en su habitación de nuevo.

Y había oscurecido por completo cuando salimos de la casa, las lámparas en las calles funcionaban y las luces en las casas estaban prendidas, en el cielo una nube cubría una parte de la luna y eso le hacía ver bella. Hacía frio, por eso llevaba una chamarra y de vez en cuando volteaba a ver a mi hermana pues la chaqueta que ella había seleccionado era corta, llegaba casi a su cintura, y sus piernas estaban descubiertas, así que supuse que tendría frío a causa de la fresca noche que se nos presentaba.

Llegamos a casa de Bill y él parecía estarnos esperando pues abrió la puerta casi inmediatamente. Llevaba unos jeans color mezclilla, una camisa negra con los primeros botones desabotonados y unos tenis. Lejos de mirar su atuendo detenidamente me centré en sus ojos finamente delineados y sumamente profundos.

Comenzamos a caminar, Bill a mi lado casi rozando nuestras manos, era increíble como siempre pareciera que tuviéramos que estar juntos y tener algún roce por más pequeño que fuera, casi insignificante. Varias calles después Andreas se nos unió, por las aceras se veía caminar a mas chicos que iban al baile como nosotros.

El gimnasio de la escuela estaba decorado para la ocasión, el trabajo que las chicas habían realizado a lo largo del mes veía sus frutos en ese momento, había globos dispuestos por todas partes y varios adornos que llenaban de vida aquel lugar, además las luces aumentaban la carga de festividad. Nos sentamos un poco alejados de la gente, algunos ya estaban bailando al ritmo de la música que tocaba un grupo, según tenía entendido serían dos los grupos o bandas que tocarían esa noche.

Bill estaba sentado a un lado de mí, me miraba todo el tiempo y yo lo miraba a él, las luces hacían que sus ojos se vieran más brillantes y no podía dejar de verlos por más que quisiera, Andreas había ido por un vaso de ponche y nosotros nos habíamos quedado junto con mi hermana. Poco después de que mi mejor amigo regresara con ponche para él y para mi hermana, Emily llegó a donde nos encontrábamos.

—Hola chicos—saludó sonriendo la chica.

Sabía que era tonto de mi parte pero odiaba su voz, odiaba su sonrisa, odiaba el maldito tono chillante que usaba al saludar y odiaba su cara, definitivamente detestaba a esa plasta rosa con patas llamada Emily.

—Hola Emy—saludó mi hermana cordialmente.

—Hola—fue el saludo común que usamos los chicos y yo.

    ¡Te ves genial Holy!—dio Emily, quien por cierto llevaba un vestido rosa.

—Tú también te ves bien—dijo mi hermana.

Entonces la amiga de mi hermana volteo a ver a Bill, su mirada recorría todo lo que tuviera a su alcance de mi novio, desde su peinado hasta los zapatos, en verdad era cansado eso. Pero pese a que yo me esperaba que esa mocosa saliera con algún halago para Bill, ella no lo hizo.

—Se ven todos muy guapos—dio la muchacha sonriendo.

Bill y Andreas agradecieron y respondieron cortésmente el halago, por mi parte me quedé callado y luego me levanté para ir por algo de beber.
La noche avanzaba rápidamente, mi hermana estaba bailando con Andreas y momentos antes lo había hecho conmigo, pero había rechazado a dos chicos antes de eso. A mi novio no le apetecía bailar con nadie y tan sólo disfrutaba de ver la pista de baile, escuchar la música y verme a mí, sin que nadie nos viera él tenía sujetada una de mis manos con la suya, era algo grandioso.

Cerca de las mesas donde estaba el ponche se encontraban unas urnas para las votaciones del Rey la Reina de la primavera, podíamos votar por quien quisiéramos para que ganaran y al final quien más votos tuviera ganaría. Cuando Andreas y mi hermana regresaron de bailar decidimos que llegaría el momento de votar, caminamos hacia las mesas, Holy delante de nosotros, mientras yo pensaba a quien le daría mi voto. Sin pensarlo demasiado, votaría por Bill para Rey del baile y para Reina por Holy, en caso de que mi novio ganara no me hacía a la idea de que estuviera con una chica porque tendrían que bailar una cursi canción lenta, así que la mejor opción era votar por mi hermana. Miré a Holy, la chaqueta que llevaba puesta era un poco rockera, sus zapatos eran bajos porque no dominaba los tacones altos, su vestido cubría a la perfección su pecho y sus cabellos parecían bucles dorados, era una chica guapa, se parecía a mamá. Por su parte, Bill siempre sería encantador, pantalones no tan ajustados que según había dicho él los había arreglado junto con su madre, los primeros botones de su camisa no estaban abrochados y me recordaba a su disfraz de vampiro, además se dejaba ver un poco de la piel pálida de su pecho y su cabello, que había crecido un poco, no estaba peinado como de costumbre, en esa ocasión caía libremente junto con su fleco que ya no cubría tanto su ojo, quedaba de más decir que Bill era muy guapo y además, era sexy. Ambos podían ser una buena Reina y Rey respectivamente. Una Reina rebelde y un Rey Sexy y lindo.

La música sonaba mientras algunos votábamos y otros bailaban, las luces cambiaban constantemente, los sonidos se mezclaban, los colores resaltaban y el olor de Bill llegaba hasta mí de una forma que lograban despertarse las ansias por abrazarlo. La vocalista de la segunda banda anunció que las votaciones se habían cerrado y luego todo volvió a ser como antes, yo no volví a bailar y Bill no hizo ningún intento por hacerlo, mi hermana bostezaba de vez en cuando y Andreas bailaba con una chica de nuestro grupo.

De pronto la música fue cortada y el director de la escuela apreció sobre el escenario, era un hombre de unos cuarenta o cincuenta años de edad y si que le habían pasado factura, llevaba un traje gris y una camisa azul con una corbata negra. El señor caminó hasta el micrófono principal donde antes había estado cantando una chica rubia, dio unos golpecitos sobre el micrófono y entonces comenzó a hablar, todos lo mirábamos con cara de fastidio, en especial los chicos que estaba bailando antes de su interrupción.

—Buenas noches muchachos—saludó y más de uno alzó su cabeza atrás a causa de su molestia—, es hora de anunciar al nuevo Rey y Reina de la Primavera—dijo el profesor y más de una chica suspiró ilusionada.

El director llevaba dos sobres en sus manos, uno rosa y el otro color azul, una profesora sostenía la tiara de la Reina y una de las secretarias llevaba la del rey, además de los cetros.

—¡Ya diga quien ganó!—gritó un chico desesperado por volver a bailar.

—Sí, bueno—exclamó el director luego de carraspear la garganta—, primero que nada deben saber que es un honor el ser nombrado Rey o Reina de la primavera.

—¡Rápido!—gritó alguien más.

—Veamos quienes ganaron—dijo el director abriendo el sobre rosa—, redobles por favor—pidió al baterista—. La reina del baile de primavera es…—la tención aumentaba, pero al leer el nombre escrito en aquel papel los ojos del director se abrieron como platos, por momentos pareció que no hablaría— Bill Kaulitz.

Sentí como si de pronto fuera a vomitar, además algo en mi garganta me impedía respirar con normalidad. ¿Bill? ¿Mi Bill? Eso debía de ser una broma, mi novio era un hombre no una mujer, él no podía ser reina.  Eso era una pésima broma, quería golpear al responsable, es decir, ¿cómo podían hacer eso? ¿Estaban locos? ¡Eso era imperdonable! No sólo era el hecho de que lo hubieran nombrado Reina sino que además podía jurar que lo habían hecho con toda la intención de que mi novio se ofendiera, quería humillarlo y eso era imperdonable, además Bill nunca les había hecho daño y por eso no comprendía el por qué de tanto “odio” hacia él. Giré inmediatamente mi cabeza para ver a Bill, tenía el rostro descolocado a causa de la sorpresa pero su rostro comenzaba a dar signos de profunda molestia, todos sabíamos que eso había sido una burla, un golpe bajo. El director miraba a los lados sin comprender que debía hacer cuando de pronto Bill comenzó a avanzar hacia el escenario, yo comencé a caminar a paso lento detrás de él pues no sabía bien que pretendía y no podía dejar de sentir un poco de temor por él.

Todas las miradas estaban clavadas sobre Bill y quizás también me miraban a mí, a Holy y a mi mejor amigo, quienes caminábamos detrás de él; se escuchaban varias risas sofocadas aunque la mayoría de los chicos se mantenían sorprendidos, nadie se esperaba que Bill fuera nombrado Reina del baile.

Fijé mi atención de nueva cuenta sobre mi novio, caminaba de forma decidida, con las manos empuñadas y cualquiera que lo viera sabría que se encontraba sumamente molesto, no era para menos. La luz era tenue en la pista y en el escenario brillante, Bill subió a con el director y la luz iluminó su rostro de tal forma que sus facciones se marcaban y su piel resplandecía, sus labios se miraban más rosados y brillantes al igual que su cabello. Yo quería saber que era lo que tramaba, por alguna razón temía que las cosas salieran mal, la incertidumbre no me gustaba para nada.

Ante la completa expectación de todos Bill pasó de largo al Director y tomó el lugar frente al micrófono, los latidos de mi corazón se aceleraban al tiempo que todos intentábamos comprender aquella situación tan bizarra y desgastante.

—No sé que esperaban con esto—dijo Bill muy serio y enojado—, es una broma de muy mal gusto—mientras Bill hablaba unos chicos rieron pero no logré identificarlos pues me hallaba concentrado en lo que mi novio decía— y demuestra lo ignorantes que pueden ser.

Molestia. No sólo Bill estaba enojado, también yo y seguramente Holy, además de Andreas y muy probablemente Emily, esa chica lo estaría; pero no sólo nosotros estábamos molestos, Bill los llamó “ignorantes” y muchos se enojaron al instante.

—No soy mujer—dijo Bill y apretó sus puños—, el hecho de que me maquille no me hace mujer, si fuera así muchos rockeros lo serían. Pero no es sólo que ustedes piensen que soy afeminado porque me delineo los ojos, no… ustedes además me consideran un “marica”, como si ser homosexual fuera algo malo. ¡Abran sus ojos, por dios! Son unos machistas, son unos homofóbicos y yo tengo que sufrir con eso.

Mi pecho comenzó a sentirse oprimido, un peso tanto en los hombros como en la caja torácica, las palabras de Bill transmitían más que molestia.

—Desde que llegué a esta escuela me han dicho marica, princesita, nena, y de mil formas más como si fuera un gay afeminado, algo que no soy—sus ojos viajaban por la gente hasta que llegaron a mi—, si para ustedes amar a un chico, a pesar de nunca haber sentido nada por nadie antes es ser un homosexual, entonces lo soy.

Todos se quedaron callados, la forma en la que Bill me miraba me hacía templar, parecía susurrarme que aquello lo hacía por mi pero que no permitiría que nadie me dañara.

—Estoy enamorado de un chico hermoso y que es una gran persona, simplemente amo a la persona, no me importa nada, si es hombre o si fuera mujer, creo que igual me hubiese enamorado. Pero para ustedes eso es ser un marica, piensan que la orientación sexual puede ser un insulto y me dan lastima por eso, el hecho de que nos hayan  criado bajo casi una heterosexualidad obligada los hace unos homofóbicos, ustedes son los que están mal porque la homosexualidad existe desde hace siglos…además ¿Quiénes son para juzgar el amor?

Cada palabra pronunciada por Bill arremetía contra mí dentro de mi cabeza, era una sensación extraña, más si intentaba procesar todo ese mar de información recibida. Bill tenía razón en lo que decía, todos lo miraban, la mayoría indignados ante sus palabras.

—Para ustedes ser un hombre es someter a la mujer ¿no? Seré muy hombre entre más mujeres folle ¿es eso? Si tomo alcohol y hago tonterías que demuestren valor eso aumentará mi virilidad, si tengo un pene grande seré a un más hombre, si tengo unos músculos definidos y trabajados seré un hombre, ¿eso tratan de darme a entender? Que como soy un chico de 14 años delgado, con facciones menos toscas que las de ustedes, con el cabello teñido, un piercing en la lengua y otro en la ceja, el delineador de mis ojos y el hecho de que no ando de fiesta en fiesta bebiendo como un vil alcohólico soy una mujer. Me dan lastima y que desde una vez se enteren, no me interesa su opinión sobre mí y mucho menos intentaré buscar su aceptación pues si no me aceptan tal y como soy se pueden ir mucho a la mierda.

Para ese momento el coraje que mostraba la mirada de Bill casi podía palparse con las manos, yo me encontraba aturdido por lo que él acababa de decir, antes pensaba como todos los demás, e inclusive aún siendo novio de Bill me detenían esos pensamientos que él había llamado “machistas y homofóbicos” momentos atrás. Pero eso debía cambiar, es decir, no podía ser tan malo pues sólo amaba a un chico y al final de cuentas era amor y como Bill había expresado el amor no podía ser juzgado, además mi hermana, mi madre y mi mejor amigo me aceptaban.

Bill bajó del escenario y se dirigió a la salida pero yo no logré darme cuenta hasta que Holy me tironeó para que fuéramos tras él, yo me encontraba algo confundido e inclusive la cabeza me dolía, pero caminé tal y como mi hermana me pedía. Atrás de nosotros quedó mucha gente consternada, algunos molestos y otros más que no lograban salir de su asombro.

En cuanto salimos a la calle el frio logró sentirse, eran más de las once de la noche y la noche se había vuelto más fría, Bill caminaba a media calle con las manos aún empuñadas y los hombros hacia arriba, sus zancadas eran largas y por eso él ya iba más adelantado. Entonces mi hermana se paró en seco y volteó a ver a alguien que caminaba detrás de nosotros.

—¡Emily!—gritó Holy.

—¿Emily?—pensé yo.

—¿Qué haces? Regresa al baile—dijo Holy cuando su amiga nos alcanzó.

—Pero, Bill…

—Yo me encargaré de él—la interrumpí molesto y comencé a caminar

No escuché muy bien pero Holy parecía decirle a su amiga que se regresara porque sus padres se preocuparían por ella si no la encontraban en el baile. Pero a mi dejó de importarme eso, corrí caminaba tan rápido que faltaba poco para que corriera



3 comentarios:

  1. Holaa , me encanta esta historia!.. queria saber cuando la continuaras ? .. porfis :)

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    1. XDD lo siento por no responder antes, pero tenía muy, muy abandonado mi blog y apenas me vengo dando cuenta de tu comentario. Sinceramente es dificil para mí contuarla, pero quizás antes de abril cuelgue nuevo cap. Me da gusto saber que te guste, de alguna manera me impulsas a terminarla xDDD

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  2. XDD lo siento por no responder antes, pero tenía muy, muy abandonado mi blog y apenas me vengo dando cuenta de tu comentario. Sinceramente es dificil para mí contuarla, pero quizás antes de abril cuelgue nuevo cap. Me da gusto saber que te guste, de alguna manera me impulsas a terminarla xDDD

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