Sí, sé que ha pasao mucho tiempo desde la última actualización pero no tenía ánimos para escribir esta historia, fue como si de pronto toda mi inspiración para con ella desapareciera, pero por fin pude escribir algo...y lo más seguro es que no sea lo mejor...Se lo dedico con mucho cariño a Gaby, mi preciosa nena, y a Tere, mi adorada cursi, las adoro lindas :-*
NOTA: No tengo ni la más mínima idea de cuándo Bill
comenzó a usar su relicario, ni se bien
cómo es la cubierta de este (lo más acercado sería una ecografía, pero por el
hilo argumental no podría ser una ecografía) por lo cual decidí dejarlo liso:
será sólo una cubierta negra y ya @.@
Frente
a una multitud
Defiendes
lo que eres y lo que fuiste,
Presente
en una actitud.
En
la soledad
Disfrutas
el amor que recibiste.
Capítulo 22
La corona de la Reina
Mi lengua se
movía dentro de la boca de Bill, de vez en cuando me dedicaba a acariciar con
la punta de mi extremidad el piercing de mi novio, estábamos tumbados encima de
mi cama con las manos aferradas al cuerpo del otro y nuestras lenguas inmersas
en un intercambio de caricias, pero el aire faltaba y era momento de
separarnos.
—Feliz
aniversario—dijo él mientras me miraba a los ojos y acariciaba mi mejilla.
Bill estaba
prácticamente acostado encima de mí deleitándome con un beso más suave que el
anterior, mientras con sus manos acariciaba mis mejillas como si fuera una
pieza delicada de arte. Su peso no me molestaba, en realidad me fascinaba la
idea de estar así con él en ese momento.
—Más bien
mesversario—dije antes de darle un beso en la mejilla.
—Eso suena tan
cursi—en eso coincidíamos, pero había querido molestarle un poco.
—¿Son tres meses
no?—sonaba tan poco, unos escasos tres meses que para mí habían resultado los
más difíciles del noviazgo, pero al parecer comenzábamos a entrar en una etapa
mucho más plena.
—Y los que
vendrán—me dijo antes de besar de nuevo mis labios.
Al dejar de
besarnos Bill se acomodó a un lado de mí dejándome recostar mi cabeza sobre su
pecho mientras él acariciaba mis rastas, momentos como esos me fascinaban y
siempre quería que no terminaran jamás. Desde que nos habíamos hecho novios
habían pasado tres meses, poco tiempo pero de por eso dejaban de ser los tres
mejores meses de mi vida, a pesar de lo que pasó con Emily.
—Te tengo un
regalo—le dije a Bill y me puse de pie.
Caminé a hacía
mi cómoda y saqué una caja aterciopelada color azul oscuro con un moño
plateado. De vuelta a la cama me senté en el filo mirándole a él, quien se
había incorporado y estaba apoyado contra la cabecera. Le extendí la caja
mientras sonreía y Bill me miraba con mucha seriedad, habíamos dicho que no
eran necesarios los regalos.
—No tenías por
qué—dijo tomando la caja azul.
—Pero si
quería—le dije aún sonriendo.
Dejando de lado
nuestro contacto visual mi novio se dispuso a ver su regalo, quitó la tapa de
la caja y se encontró con un relicario de cubierta negra y detalles dorados.
Sonreí al ver su expresión entre sorprendido y feliz.
—Tendré que
tomarte una fotografía—me dijo y se acercó a mí gateando sobre la cama para
besarme.
— ¿Te lo
pongo?—le pregunté cuando nos separamos del beso y el apoyo su frente contra la
mía.
Haciendo caso a
su afirmación silenciosa tomé el relicario de sus manos y abrí la cadena, Bill
se sentó delante de mí y yo me dispuse a ponerle su regalo. Ver el cuello de
Bill al descubierto causó en mí el deseo de besar su blanquecina piel y
deposité un dulce beso cerca de su cuello, mi novio tan sólo lanzó un pequeño
suspiro y apoyé mi barbilla sobre el hueco su hombro y luego recosté mi cabeza
sobre su cuello. Mientras Bill se quedaba quieto ante mis acciones yo escurrí mis
brazos hasta rodear su delgada cintura.
—¡A comer!—gritó
mi madre desde la planta baja.
—Mi madre
siempre interrumpe en los mejores momentos—dije mientras deshacía mi abrazo y
me ponía mis tenis para bajar a comer.
—No quiere que
su retoño haga cosas malas—me dijo Bill mientras guardaba su relicario bajo su
playera.
—No hacíamos
nada malo, ni lo haremos—dije nervioso y con un sonrojo inevitable tras
imaginarme “las cosas malas” a las que se podría referir Bill.
—Eres un
malpensado Tom y yo que te creía más inocente—me dijo él riendo.
—Eres un menso
Bill—dije dándome la vuelta para salir de mi habitación.
Yo ya había
tenido relaciones aunque eso nadie lo sabía salvo Giselle, entonces más bien
muchos lo sabían pero las personas más cercanas a mi no lo sabían. Sin embargo,
a pesar de ya no ser virgen hacer cosas a parte de besos y abrazos con Bill me
daba cierto temor, no quería “ensuciar” nuestra relación, sólo quería
demostrarle a Bill cuanto lo amaba sin tener que llegar al sexo como todos lo
hacían, quería una relación como el último mes.
Mi madre no
trabajaba ese día, así que nos había preparado una deliciosa comida y había
invitado a Bill a comer con nosotros. En el último mes mi madre estuvo muy
seria con respecto a mi novio y en ocasiones nos miraba por prolongados lapsos
de tiempo, aunque siempre remediaba la ansiedad que sus miradas serias me
provocaban con una mucho más amable y cálida.
—Pongan la
mesa—dijo mi madre desde la cocina cuando entramos al comedor.
Cuando
terminamos de comer y mi madre venía con la comida en un sartén, mi hermana
llegó a la casa, venía con una cara de cansancio total, en cuanto llegó a casa
se quitó su abrigo y la boina negra que llevaba, luego llegó al comedor y se
desplomó en su silla sin voltear avernos o saludarnos pues se recostó en el
respaldo y echó su cabeza atrás con los ojos cerrados. Nosotros la miramos a
ella y luego nos miramos entre nosotros.
Holy se
encargaba de ayudarle a Emily con la organización del baile de primavera que se
celebraba en el mes de abril en la escuela, a pesar de ser de primer año la
amiguita de mi hermana había logrado colocarse como la cabeza del comité de
organización y había arrastrado a mi hermana para que le ayudara. Está de más
decir que Holy no era feliz organizando lo que ella calificaba como “lo más
cursi y floreado” que había logrado presenciar.
—¿Qué tal te fue
peque?—dijo mi madre mientras tomaba un plato.
—Horrible—dijo
mi hermana y se incorporó.
—No puede ser
tan malo—dijo Bill cuando mi madre le pasaba su plato.
—Lo es—rebatió
mi hermana y apoyó ambos brazos sobre la meza doblándolos para apoyar su
barbilla sobre ellos.
—Pues no tienes
por qué hacerlo—dije.
—Lo sé—contestó
Holy—, sírveme más madre que tengo muchísima hambre, caminé dos horas sin
descanso y ustedes saben que mis piecitos no son de caminar mucho.
—Hay cariño,
cuando terminemos de comer te das un baño y descansas. Ayer compré esencia de
lavanda y de menta.
—Sí. Mañana
iremos a escoger las “tiras”—dijo Holy incorporándose.
—
¿No querrás
decir “tiaras”?—preguntó Bill mientras comía.
—Lo que sea
Bill, deberías ayudarle tú y no yo.
En ese momento
dos cosas cruzaron por mi mente: Bill y Emily escogiendo tiaras y después Emily
robándole un beso a mi Bill. Arrugué el entrecejo, apreté el tenedor con mucha
fuerza y le dirigí una mirada amenazante a mi hermana menor.
—Era un decir
Tom—dijo ella sin apartar su vista de
mis ojos.
Por debajo de la
mesa Bill pasó su mano sobre mi rodilla para intentar tranquilizarme, ese
contacto me sonrojó un poco y bajé la mirada pero al hacerlo pude notar como la
mirada de mi madre parecía un tanto aprensiva.
—Y Bill ¿cómo
están tus padres?—dijo mi madre cambiando de conversación.
—Muy bien
señora, mi madre se encuentra terminando uno de sus cuadros—dijo mi novio con
una sonrisa.
—¿Es
pintora?—preguntó mi madre de inmediato, su curiosidad y sorpresa me daban una
mala espina que no lograba identificar.
—Sí, no es tan
famosa pero sus cuadros se venden bien en estos últimos años—dijo Bill casi
terminando su plato.
—¿Y cómo se
llama?
—Simone.
—Ah, bonito
nombre—el rostro de mi madre se había logrado descolocar por unas decimas de
segundo.
Yo me había
perdido observando las gesticulaciones que mi mamá hacia mientras había
intercambiando palabras con Bill, pero no sólo yo la observaba Holy también lo
hacía y sabia que ella entendería mejor el comportamiento de mi mamá de lo que
yo lo haría. Mi madre siempre había logrado tener un semblante sereno, pocas
veces éste se turbaba, quizás podía ser una máscara pero esa serenidad era la
que muchas veces me reconfortaba.
***
El dichoso baile
de primavera se acercaba, faltaba menos de una semana para que se llevara a
cabo y era el tema de conversación preferido a donde fuera que me dirigiera.
Ese día estaba desayunando con Bill, Andreas y Holy, pues la amiguita de mi
hermana estaba arreglando algo para el tan aclamado baile.
—¿Y con quien
irás Tom?—me preguntó mi mejor amigo.
—¿Ir? ¿A
dónde?—pregunté dejando mi ensoñación por Bill a un lado.
—¡Al baile!— me
contestó mi amigo— ¿O piensan ir juntos?—nos señaló a mí y a Bill.
—No lo había
pensado—dijo Bill.
—No podemos ir
como pareja—dije mirando al suelo, en ese momento supe como Bill se sentía
decepcionado de mis palabras—, pero tampoco quiero ir con alguien que no sea Bill.
—Entiendo a Tom—se apresuró a decir mi hermana—, creo
que podemos ir los cuatro ¿no? Como un grupo de amigos que no puede conseguir
pareja.
—Tú puedes
conseguir pareja—dijo Andreas—, cosa de que no mires como retrasados a los
chicos que te piden que vallas con ellos.
—Es que son unos
retrasados idiotas—dije yo en tono serio, la mayoría de los chicos que se
acercaban a mi hermana eran unos idiotas.
—Tom no seas
hermano celoso—dijo Bill para que sólo yo lo escuchara—, entiendo que Holy sólo
es buena samaritana con nosotros.
—Tampoco quiero
ir con esa manada de idiotas—dijo mi hermana haciendo un gesto de asco.
—¿Y te podrás un
vestido floreado?—inquirió Andreas inocentemente.
—¡Claro!—contestó
Holy sarcásticamente—, cuando los cochinos vuelen y los hombres se puedan
embarazar.
Todos reímos
ante eso, sabíamos que mi hermanita no era muy amante de los estampados de
florecitas y las cosas rosas “cursis”, si se ponía un vestido sería uno
sencillo y negro. Entonces giré un poco mi cabeza parar mirar a Bill a los ojos, sabía que él no pensaba en
ir con nadie que no fuera yo pero nuestra relación seguía siendo “secreta” y no
podíamos ir juntos. Bill estaba algo decepcionado de mí.
***
El sol y ase
había ocultado y el cielo aún poseía cierto brillo en el horizonte, las nubes
tenían ligeros matices morados y las primeras estrellas hacían su aparición.
Faltaba poco tiempo para que, tanto mi hermana como yo, nos fuéramos, pues el
día del baile había llegado. Estaba en mi habitación dando los últimos toques a
mi atuendo, para ese día no variaba ni un poco mi estilo: llevaba una playera
blanca con un dibujo en medio en color rojo con blanco y debajo otras dos
playeras porque me quedaba muy grande, unos jean dos tallas más de lo necesario
y unos tenis nuevos. Tomé una banda que había comprado en días anteriores, era
como las que usan los basquetbolistas, mi gorra era blanca y la banda era
negra.
Cuando salí de mi habitación me dirigí a la de
Holy en lugar de bajar las escaleras, pero tuve que esperar un poco tras tocar
su puerta. Finalmente mi hermana me abrió y pude ver lo bonita que se veía la
peque. Holy llevaba un vestido color turquesa que le legaba arriba de la
rodilla y unos zapatos de color negro con un tacón pequeño.
—¿Ya estás
lista?—dije viendo su cabello ondulado que caía suelto sobre sus hombros, se
veía más brilloso de lo habitual.
—Sí, sólo tomo
una chaqueta—dijo adentrándose en su habitación de nuevo.
Y había
oscurecido por completo cuando salimos de la casa, las lámparas en las calles
funcionaban y las luces en las casas estaban prendidas, en el cielo una nube
cubría una parte de la luna y eso le hacía ver bella. Hacía frio, por eso
llevaba una chamarra y de vez en cuando volteaba a ver a mi hermana pues la
chaqueta que ella había seleccionado era corta, llegaba casi a su cintura, y
sus piernas estaban descubiertas, así que supuse que tendría frío a causa de la
fresca noche que se nos presentaba.
Llegamos a casa
de Bill y él parecía estarnos esperando pues abrió la puerta casi
inmediatamente. Llevaba unos jeans color mezclilla, una camisa negra con los
primeros botones desabotonados y unos tenis. Lejos de mirar su atuendo
detenidamente me centré en sus ojos finamente delineados y sumamente profundos.
Comenzamos a
caminar, Bill a mi lado casi rozando nuestras manos, era increíble como siempre
pareciera que tuviéramos que estar juntos y tener algún roce por más pequeño
que fuera, casi insignificante. Varias calles después Andreas se nos unió, por
las aceras se veía caminar a mas chicos que iban al baile como nosotros.
El gimnasio de
la escuela estaba decorado para la ocasión, el trabajo que las chicas habían
realizado a lo largo del mes veía sus frutos en ese momento, había globos
dispuestos por todas partes y varios adornos que llenaban de vida aquel lugar,
además las luces aumentaban la carga de festividad. Nos sentamos un poco
alejados de la gente, algunos ya estaban bailando al ritmo de la música que
tocaba un grupo, según tenía entendido serían dos los grupos o bandas que
tocarían esa noche.
Bill estaba
sentado a un lado de mí, me miraba todo el tiempo y yo lo miraba a él, las
luces hacían que sus ojos se vieran más brillantes y no podía dejar de verlos
por más que quisiera, Andreas había ido por un vaso de ponche y nosotros nos
habíamos quedado junto con mi hermana. Poco después de que mi mejor amigo
regresara con ponche para él y para mi hermana, Emily llegó a donde nos
encontrábamos.
—Hola
chicos—saludó sonriendo la chica.
Sabía que era
tonto de mi parte pero odiaba su voz, odiaba su sonrisa, odiaba el maldito tono
chillante que usaba al saludar y odiaba su cara, definitivamente detestaba a
esa plasta rosa con patas llamada Emily.
—Hola Emy—saludó
mi hermana cordialmente.
—Hola—fue el
saludo común que usamos los chicos y yo.
—
¡Te ves genial
Holy!—dio Emily, quien por cierto llevaba un vestido rosa.
—Tú también te
ves bien—dijo mi hermana.
Entonces la
amiga de mi hermana volteo a ver a Bill, su mirada recorría todo lo que tuviera
a su alcance de mi novio, desde su peinado hasta los zapatos, en verdad era
cansado eso. Pero pese a que yo me esperaba que esa mocosa saliera con algún
halago para Bill, ella no lo hizo.
—Se ven todos
muy guapos—dio la muchacha sonriendo.
Bill y Andreas
agradecieron y respondieron cortésmente el halago, por mi parte me quedé
callado y luego me levanté para ir por algo de beber.
La noche
avanzaba rápidamente, mi hermana estaba bailando con Andreas y momentos antes
lo había hecho conmigo, pero había rechazado a dos chicos antes de eso. A mi
novio no le apetecía bailar con nadie y tan sólo disfrutaba de ver la pista de
baile, escuchar la música y verme a mí, sin que nadie nos viera él tenía
sujetada una de mis manos con la suya, era algo grandioso.
Cerca de las
mesas donde estaba el ponche se encontraban unas urnas para las votaciones del
Rey la Reina de la primavera, podíamos votar por quien quisiéramos para que ganaran
y al final quien más votos tuviera ganaría. Cuando Andreas y mi hermana
regresaron de bailar decidimos que llegaría el momento de votar, caminamos
hacia las mesas, Holy delante de nosotros, mientras yo pensaba a quien le daría
mi voto. Sin pensarlo demasiado, votaría por Bill para Rey del baile y para
Reina por Holy, en caso de que mi novio ganara no me hacía a la idea de que
estuviera con una chica porque tendrían que bailar una cursi canción lenta, así
que la mejor opción era votar por mi hermana. Miré a Holy, la chaqueta que
llevaba puesta era un poco rockera, sus zapatos eran bajos porque no dominaba
los tacones altos, su vestido cubría a la perfección su pecho y sus cabellos
parecían bucles dorados, era una chica guapa, se parecía a mamá. Por su parte,
Bill siempre sería encantador, pantalones no tan ajustados que según había
dicho él los había arreglado junto con su madre, los primeros botones de su
camisa no estaban abrochados y me recordaba a su disfraz de vampiro, además se
dejaba ver un poco de la piel pálida de su pecho y su cabello, que había
crecido un poco, no estaba peinado como de costumbre, en esa ocasión caía
libremente junto con su fleco que ya no cubría tanto su ojo, quedaba de más
decir que Bill era muy guapo y además, era sexy. Ambos podían ser una buena
Reina y Rey respectivamente. Una Reina rebelde y un Rey Sexy y lindo.
La música sonaba
mientras algunos votábamos y otros bailaban, las luces cambiaban
constantemente, los sonidos se mezclaban, los colores resaltaban y el olor de
Bill llegaba hasta mí de una forma que lograban despertarse las ansias por
abrazarlo. La vocalista de la segunda banda anunció que las votaciones se
habían cerrado y luego todo volvió a ser como antes, yo no volví a bailar y
Bill no hizo ningún intento por hacerlo, mi hermana bostezaba de vez en cuando
y Andreas bailaba con una chica de nuestro grupo.
De pronto la
música fue cortada y el director de la escuela apreció sobre el escenario, era
un hombre de unos cuarenta o cincuenta años de edad y si que le habían pasado
factura, llevaba un traje gris y una camisa azul con una corbata negra. El
señor caminó hasta el micrófono principal donde antes había estado cantando una
chica rubia, dio unos golpecitos sobre el micrófono y entonces comenzó a
hablar, todos lo mirábamos con cara de fastidio, en especial los chicos que
estaba bailando antes de su interrupción.
—Buenas noches
muchachos—saludó y más de uno alzó su cabeza atrás a causa de su molestia—, es
hora de anunciar al nuevo Rey y Reina de la Primavera—dijo el profesor y más de
una chica suspiró ilusionada.
El director
llevaba dos sobres en sus manos, uno rosa y el otro color azul, una profesora
sostenía la tiara de la Reina y una de las secretarias llevaba la del rey,
además de los cetros.
—¡Ya diga quien ganó!—gritó
un chico desesperado por volver a bailar.
—Sí,
bueno—exclamó el director luego de carraspear la garganta—, primero que nada
deben saber que es un honor el ser nombrado Rey o Reina de la primavera.
—¡Rápido!—gritó
alguien más.
—Veamos quienes
ganaron—dijo el director abriendo el sobre rosa—, redobles por favor—pidió al
baterista—. La reina del baile de primavera es…—la tención aumentaba, pero al
leer el nombre escrito en aquel papel los ojos del director se abrieron como
platos, por momentos pareció que no hablaría— Bill Kaulitz.
Sentí como si de
pronto fuera a vomitar, además algo en mi garganta me impedía respirar con
normalidad. ¿Bill? ¿Mi Bill? Eso debía de ser una broma, mi novio era un hombre
no una mujer, él no podía ser reina. Eso
era una pésima broma, quería golpear al responsable, es decir, ¿cómo podían
hacer eso? ¿Estaban locos? ¡Eso era imperdonable! No sólo era el hecho de que
lo hubieran nombrado Reina sino que además podía jurar que lo habían hecho con
toda la intención de que mi novio se ofendiera, quería humillarlo y eso era
imperdonable, además Bill nunca les había hecho daño y por eso no comprendía el
por qué de tanto “odio” hacia él. Giré inmediatamente mi cabeza para ver a
Bill, tenía el rostro descolocado a causa de la sorpresa pero su rostro
comenzaba a dar signos de profunda molestia, todos sabíamos que eso había sido
una burla, un golpe bajo. El director miraba a los lados sin comprender que
debía hacer cuando de pronto Bill comenzó a avanzar hacia el escenario, yo
comencé a caminar a paso lento detrás de él pues no sabía bien que pretendía y
no podía dejar de sentir un poco de temor por él.
Todas las
miradas estaban clavadas sobre Bill y quizás también me miraban a mí, a Holy y
a mi mejor amigo, quienes caminábamos detrás de él; se escuchaban varias risas
sofocadas aunque la mayoría de los chicos se mantenían sorprendidos, nadie se
esperaba que Bill fuera nombrado Reina del baile.
Fijé mi atención
de nueva cuenta sobre mi novio, caminaba de forma decidida, con las manos
empuñadas y cualquiera que lo viera sabría que se encontraba sumamente molesto,
no era para menos. La luz era tenue en la pista y en el escenario brillante,
Bill subió a con el director y la luz iluminó su rostro de tal forma que sus
facciones se marcaban y su piel resplandecía, sus labios se miraban más rosados
y brillantes al igual que su cabello. Yo quería saber que era lo que tramaba,
por alguna razón temía que las cosas salieran mal, la incertidumbre no me
gustaba para nada.
Ante la completa
expectación de todos Bill pasó de largo al Director y tomó el lugar frente al
micrófono, los latidos de mi corazón se aceleraban al tiempo que todos
intentábamos comprender aquella situación tan bizarra y desgastante.
—No sé que
esperaban con esto—dijo Bill muy serio y enojado—, es una broma de muy mal
gusto—mientras Bill hablaba unos chicos rieron pero no logré identificarlos
pues me hallaba concentrado en lo que mi novio decía— y demuestra lo ignorantes
que pueden ser.
Molestia. No sólo
Bill estaba enojado, también yo y seguramente Holy, además de Andreas y muy
probablemente Emily, esa chica lo estaría; pero no sólo nosotros estábamos
molestos, Bill los llamó “ignorantes” y muchos se enojaron al instante.
—No soy
mujer—dijo Bill y apretó sus puños—, el hecho de que me maquille no me hace
mujer, si fuera así muchos rockeros lo serían. Pero no es sólo que ustedes
piensen que soy afeminado porque me delineo los ojos, no… ustedes además me
consideran un “marica”, como si ser homosexual fuera algo malo. ¡Abran sus
ojos, por dios! Son unos machistas, son unos homofóbicos y yo tengo que sufrir
con eso.
Mi pecho comenzó
a sentirse oprimido, un peso tanto en los hombros como en la caja torácica, las
palabras de Bill transmitían más que molestia.
—Desde que
llegué a esta escuela me han dicho marica, princesita, nena, y de mil formas
más como si fuera un gay afeminado, algo que no soy—sus ojos viajaban por la
gente hasta que llegaron a mi—, si para ustedes amar a un chico, a pesar de
nunca haber sentido nada por nadie antes es ser un homosexual, entonces lo soy.
Todos se
quedaron callados, la forma en la que Bill me miraba me hacía templar, parecía
susurrarme que aquello lo hacía por mi pero que no permitiría que nadie me
dañara.
—Estoy enamorado
de un chico hermoso y que es una gran persona, simplemente amo a la persona, no
me importa nada, si es hombre o si fuera mujer, creo que igual me hubiese
enamorado. Pero para ustedes eso es ser un marica, piensan que la orientación
sexual puede ser un insulto y me dan lastima por eso, el hecho de que nos
hayan criado bajo casi una
heterosexualidad obligada los hace unos homofóbicos, ustedes son los que están
mal porque la homosexualidad existe desde hace siglos…además ¿Quiénes son para
juzgar el amor?
Cada palabra pronunciada
por Bill arremetía contra mí dentro de mi cabeza, era una sensación extraña,
más si intentaba procesar todo ese mar de información recibida. Bill tenía
razón en lo que decía, todos lo miraban, la mayoría indignados ante sus
palabras.
—Para ustedes
ser un hombre es someter a la mujer ¿no? Seré muy hombre entre más mujeres
folle ¿es eso? Si tomo alcohol y hago tonterías que demuestren valor eso
aumentará mi virilidad, si tengo un pene grande seré a un más hombre, si tengo
unos músculos definidos y trabajados seré un hombre, ¿eso tratan de darme a
entender? Que como soy un chico de 14 años delgado, con facciones menos toscas
que las de ustedes, con el cabello teñido, un piercing en la lengua y otro en
la ceja, el delineador de mis ojos y el hecho de que no ando de fiesta en
fiesta bebiendo como un vil alcohólico soy una mujer. Me dan lastima y que
desde una vez se enteren, no me interesa su opinión sobre mí y mucho menos
intentaré buscar su aceptación pues si no me aceptan tal y como soy se pueden
ir mucho a la mierda.
Para ese momento
el coraje que mostraba la mirada de Bill casi podía palparse con las manos, yo
me encontraba aturdido por lo que él acababa de decir, antes pensaba como todos
los demás, e inclusive aún siendo novio de Bill me detenían esos pensamientos
que él había llamado “machistas y homofóbicos” momentos atrás. Pero eso debía
cambiar, es decir, no podía ser tan malo pues sólo amaba a un chico y al final
de cuentas era amor y como Bill había expresado el amor no podía ser juzgado,
además mi hermana, mi madre y mi mejor amigo me aceptaban.
Bill bajó del
escenario y se dirigió a la salida pero yo no logré darme cuenta hasta que Holy
me tironeó para que fuéramos tras él, yo me encontraba algo confundido e
inclusive la cabeza me dolía, pero caminé tal y como mi hermana me pedía. Atrás
de nosotros quedó mucha gente consternada, algunos molestos y otros más que no
lograban salir de su asombro.
En cuanto
salimos a la calle el frio logró sentirse, eran más de las once de la noche y
la noche se había vuelto más fría, Bill caminaba a media calle con las manos
aún empuñadas y los hombros hacia arriba, sus zancadas eran largas y por eso él
ya iba más adelantado. Entonces mi hermana se paró en seco y volteó a ver a
alguien que caminaba detrás de nosotros.
—¡Emily!—gritó
Holy.
—¿Emily?—pensé
yo.
—¿Qué haces?
Regresa al baile—dijo Holy cuando su amiga nos alcanzó.
—Pero, Bill…
—Yo me encargaré
de él—la interrumpí molesto y comencé a caminar
No escuché muy
bien pero Holy parecía decirle a su amiga que se regresara porque sus padres se
preocuparían por ella si no la encontraban en el baile. Pero a mi dejó de
importarme eso, corrí caminaba tan rápido que faltaba poco para que corriera
Holaa , me encanta esta historia!.. queria saber cuando la continuaras ? .. porfis :)
ResponderEliminarXDD lo siento por no responder antes, pero tenía muy, muy abandonado mi blog y apenas me vengo dando cuenta de tu comentario. Sinceramente es dificil para mí contuarla, pero quizás antes de abril cuelgue nuevo cap. Me da gusto saber que te guste, de alguna manera me impulsas a terminarla xDDD
EliminarXDD lo siento por no responder antes, pero tenía muy, muy abandonado mi blog y apenas me vengo dando cuenta de tu comentario. Sinceramente es dificil para mí contuarla, pero quizás antes de abril cuelgue nuevo cap. Me da gusto saber que te guste, de alguna manera me impulsas a terminarla xDDD
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