Estoy en medio de la nada
y es donde quiero estar
Estoy en el fondo de todo
y por fin empiezan a salir
Esta es la historia de mi vida
estas son las mentiras que he creado
que he creado
The story// 30 seconds to mars
Capítulo 4
Tentaciones negadas calculadas
Había acordado
quedarse en la casa de Penélope y Jared hasta que el invierno pasara pues las
bajas temperaturas podrían enfermar a Skandar, y aunque los dos hermanos
vampiros se esperaban un berrinche por parte del vampiro rubio éste no hizo
ninguna replica. Con el pasar de los días Markus había desarrollado una especie
de amistad con el pequeño humano, se la pasaban mucho tiempo hablando y
discutiendo sobre pintura, el adolescente sentía predilección por el
impresionismo y el rubio se inclinaba más por el expresionismo y surrealismo,
siendo este ultimo el único gusto que ambos compartían. Aunque Markus era
renuente a hablar de las dudas sobre el amor que el pequeño tenía éste siempre
terminaba inmiscuyendo ese tema en sus conversaciones.
Con Jared, Skandar
charlaba de cualquier cosa, desde momentos de su infancia hasta las cosas que
había hecho en los cinco años que estuvieron separados y aunque se moría de
ganas por preguntar el motivo de su ausencia el humano mantenía esa pregunta
bajo llave dentro de sí mismo. Las caricias, las demostraciones de cariño y los
momentos que pasaban juntos cada vez adquirían un mayor nivel, hasta que llegó
el día en que el invierno terminó y era momento de marcharse. Skandar sentía
cierta melancolía por apartarse de lo que había sido su hogar durante los
últimos años, además estaba seguro que pasaría tiempo antes de que volviera a
ver a Penélope y eso lo entristecía.
—La visitaremos
cuando quieras—dijo Jared al oído del muchacho.
—Gracias—y en
respuesta Skandar se colgó al cuello del vampiro en un abrazo.
—Te portas bien
Skandar y cuídate mucho—le dijo Penélope antes de que partieran.
—Gracias por
todo Penélope—dijo el muchacho brindándole un abrazo.
—Hasta pronto
hermana—musitó Jared cuando el abrazo entre la chica y el humano cesó, entonces
Jared posó sus labios sobre la frente de su hermana.
Los otros
vampiros hicieron una pequeña reverencia inclinando la cabeza y en pocos
segundos los cuatro habían desaparecido. Rápidamente ya se encontraban a varios
cientos de kilómetros alejados de la casa en la que habían vivido los últimos
meses. Para Bernard era más cómo vivir de esa forma, teniendo un lugar al cual
regresar pero sabía que Markus se negaría de inmediato a llevar una vida tan
sedentaria, existía el peligro de que los humanos descubrieran la existencia de
los vampiros y entonces todo sería más complicado, quizás también por eso
habían decidido que siempre estaría alguno de los tres vampiros para cuidar de
Skandar mientras los otros dos salían a buscar alimento, tanto para ellos como
para el adolescente.
—Sería bueno que
pudieras comer sangre—dijo el vampiro rubio.
—Pero tengo que
tener un dieta balanceada—le contestó el otro mientras leía un libro.
—Pero comes
cosas feas—rebatió el vampiro mientras tomaba la manzana que el adolescente no
había terminado y le dio una mordida—, la sangre sabe mejor.
—Es que tú eres
un vampiro—contestó Skandar.
—Pues deberías
ser uno también—dijo Markus al tiempo que dejaba la manzana de donde la había
tomado.
—Skandar no es
ni será un vampiro, ahora haz el favor de salir de aquí—dijo Jared entrando por
la ventana.
—No tienes por
qué molestarte, sólo era un decir—dijo el rubio que conocía esa expresión en su
rostro, era una gran ira contenida.
—Pues evita
externar tales pensamientos—le dijo con una gélida mirada.
El rubio salió a
toda prisa de esa habitación, se sentía un tanto intimidado por la mirada y el
tono de voz que había empleado Jared y aunque intentaba sentirse celoso no
podía, después de todo Skandar era el sol de la vida de Jared no él.
El vampiro de
cabellos castaños y tez inmaculada se acercó al muchachito que tenía delante de
él y se sentó sobre la cama a un lado, entonces le dio un beso en la mejilla y
atrajo el delgado cuerpo hacia su pecho ocasionando que los brazos delgados del
chico rodearan su cintura. Ese tipo de bienvenidas se hacían más comunes a lo
largo del tiempo y al parecer cada vez adquirían un nuevo nivel. Los largos
silencios eran un común denominador en las largas horas que Skandar y Jared
pasaban juntos, no hacía falta que alguno dijera algo pues ellos se sentían
cómodos de esa forma. Aunque había ocasiones en que el silencio era roto por
una filosa pregunta como la de aquella mañana.
—Jared—dijo el
muchacho castaño.
—¿Qué
sucede?—preguntó el mayor.
—¿Por qué me
dejaste estos cinco años?—el tono que había utilizado Skandar mostraba
ampliamente la melancolía que envolvía su corazón.
El adolescente
había pensado mucho en aquella pregunta, inclusive hubo muchas ocasiones en que
quiso saber la respuesta pero no se atrevió a realizar tal cuestionamiento y se
contentaba con disfrutar los momentos al lado del vampiro de cabellera castaña,
de chocolate como llegó a llamar
Skandar al cabello de Jared.
—Nunca quise
dejarte—dijo el vampiro sintiendo que era necesario aclarar eso—, pero no tuve
opción—su voz sonaba triste, el humano lo miro con toda su atención—. Nosotros
no podemos dormir, eso lo sabes ¿no?
—Ajá.
—Bueno, estamos
diez años sin dormir y cuando ese lapso se cumple dormimos durante cinco años—dijo
el vampiro con voz seria.
—¿Y por qué no
me lo contaste?—cuestionó el muchacho forzando la respuesta de Jared con su
mirada.