sábado, 29 de enero de 2011

Prohibido enamorarse- Capitulo 2

Tuve algunos problemas con este capitulo pues cuando lo busqué para releerlo me encontré con la horrorosa sorpresa de que no estaba, así como lo leen: ¡el capitulo no estaba en ninguna parte de mi laptop! Luego de eso busqué en mi usb pero no estaba, tampoco en mi IPod y llegué a la conclusión de que él capitulo se había perdido. Es frustrante pues fue editado innumerables veces y además voy adelantada en caps así que escribir de nuevo un capitulo tan distante para mí actualmente sólo me hizo frustrarme al máximo. No obstante, tenía uno de los primeros borradores en mi correo en hotmail y así fue como recuperé más de la mitad del capitulo,pero hubo cosas que cambiar y hoy les  pongo el capitulo dos sin que exista una gota de confianza en él, pues sé que podría escribirlo mil veces y las mil veces me terminaría desagradando.

Quiero agradecer además a TODAS las personas que hacen posible la escritura de este fic, tanto las que están cerca como las que están lejos, que soportan mis inseguridades y que leen y me comentan todas sus opiniones... Les agradezco porque quiero demasiado a esas personas hermosas....

Sí tienen alguna duda sobre este fic pueden preguntar en los comentarios o en http://www.formspring.me/TenshiA , puede ser cualquier cosa como por ejemplo ¿por qué hiciste que golpearan a Bill en el capitulo 1?


y ahora si el capitulo.........

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El cataclismo de nuestras emociones
Es consecuencia de la opresión por miedo,
Es cuando nuestros sentidos se despiertan
Y detallan sus virtudes
Que tú pesadilla comienza.

Capitulo 2
Un olor dulce




Con el sol en pleno cielo que calaba como si quemara, con la respiración bastante entrecortada y el sudor escurriendo de mi cuerpo, así me mantenía corriendo por el segundo carril de la pista de atletismo, estaba a punto de llegar a mí límite pero el profesor pitó a tiempo para evitarnos una insolación y deshidratación. Apoyé mis manos sobre mis rodillas y estuve jalando aire dificultosamente durante bastante tiempo, cuando logré normalizar la respiración me acerqué a Ahren y decidí hablar con él de una vez por todas, ya que si dejaba pasar esa oportunidad quien sabe cuándo podría decirle lo que quería.

—Ahren—le llamé.

— ¿Qué quieres?—me dijo medio tosco.

—Sólo quiero saber ¿por qué golpearon a Bill?—le contesté soltando mi rastas, las llevaba amarradas para correr.

—Eres el defensor de la nena ¿o qué?—habló prepotente.

—No jodas con eso, Bill es amigo de Holy y se podría decir que mío también—le contesté intentado tranquilizarme.

—Le pegué porque se me dio la gana.

—No lo vuelvas a hacer—dije y tomé agua—. El chico es amigo de mi hermana ¿entiendes? Además una más y lo expulsan ¿no recuerdas?

—Sí, sí, sí, lo que digas Tom. Y tú deberías estar menos con ese porque igual se te pega lo maricón y Giselle se pondría triste porque ahora si no te la tirarías.

—No digas pendejadas.

Tomó sus cosas y salió del lugar, como yo lo hice minutos después.


 La situación no mejoraba para mí, me encontraba frente al escritorio de mi profesor de historia porque había reprobado el último examen y según me había dicho haría un examen de recuperación la siguiente semana, sólo debía ir a casa y estudiar. Sin embargo, la historia no era algo que a mí se me diera, al igual que otras materias que apenas había logrado rescatar,  y sí quería aprobar el año debería pedir ayuda a alguien.

Salí del salón de clases y me encaminé a la salida, antes alguien gritó mi nombre pero me abstuve de voltear, en lugar de eso seguí caminando para encontrar a mi hermana y su reciente amigo con Andreas, mi mejor amigo. Caminé y ahí estaban ellos platicando animadamente, en ese momento la risa de Bill llegó a mis oídos, era una risa bastante contagiosa y linda que me hizo soltar una risilla inmediatamente. Bill era el chico nuevo en mi escuela, nada especial salvo por sus ojos cafés que eran de alguna forma extraña atrayentes y profundos; su cabello negro con mechones rojos parecían suaves al tacto; su piel blanca y aterciopelada me invitaba al tacto. Él era apenas un par de centímetros más alto que yo, pero al contrario de lo que pasaba conmigo, él poseía una esencia especial.

Había llegado a la conclusión de que debía pedirle ayuda Bill porque Andreas no eran del todo bueno en esa materia y mis demás amigos eran casi tan malos como yo, pero mi cabeza me decía que no era una buena idea pedirle ayuda al chico nuevo. Mi cuerpo parecía querer lo contrario y yo quería eso aunque “no lo sabía”. Al día siguiente durante el almuerzo llamé la atención de Bill y le pregunté si podía ser mi maestro de historia y él accedió de forma rápida, no hubo ninguna negativa.

— ¿Cuando comenzamos?—su voz era muy suave.

Su pregunta me hizo pensar durante unos segundos. En mi casa no había nadie, mi padre había salido a Berlín para transportar algo y mamá estaba en la clínica del pueblo trabajando pues era enfermera, por otra parte Holy se quedaría hasta tarde en casa de Andreas. Si lo pensaba mi situación era casi crítica pues no sólo había reprobado Historia sino que además, había obtenido una de las peores calificaciones de la clase. Necesitaba asesoría lo más pronto posible.

—Si se pudiera esta misma tarde sería maravilloso—pronuncié. Sus ojos se abrieron un poco producto de la sorpresa, permaneció callado unos segundos meditando mis palabras.  

—Mi madre no está—dijo Bill finalmente.

—Oh, bueno tal vez mañana entonces—expresé con resignación.

—De eso nada—hablo serio pero con un toque juguetón—. Se ha ido a la ciudad, así que ¿estudiamos en mi casa o en la tuya?

—Como tú desees.

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—En tu casa entonces—dijo él acercándose a mi costado—. ¿Tus padres no se molestan o sí?

—Tampoco están en casa, además en lugar de molestarse te lo agradecerán—le dije dejando que una sonrisa se formara en mi rostro.

Mi casa estaba muy cerca de la de Bill, apenas doblando en la esquina se tenía que caminar muy poco y se encontraba casi al final de la cuadra. Después de que mi hermana se fuera a casa de mi mejor amigo a que le ayudara con su trabajo de química (que para mí era un pretexto) Bill y yo nos fuimos directamente a mi casa. Podía ver como él observaba todo a detalle, parecía un niño pequeño pero cuando miraba al frente sin un objetivo visual específico se me antojaba más como un adolescente maduro y serio, aunque sabía que él era alguien muy juguetón de alguna manera y también muy platicador. Cuando llegamos a mi casa extraje de una de las bolsas de mi pantalón la lleve y la introduje en la cerradura, con un ligero empujón la puerta de madera se abrió.

Estando ya adentro deje caer mi mochila sobre el sofá, entonces se me ocurrió que podíamos estudiar en el comedor, pero eso atrajo una nueva idea a mi cabeza. Era casi la hora de comer y no había comida preparada porque Holy era quien cocinaba casi todo el tiempo, torcí mis labios al imaginarme la burla de mi hermanita si lograra saber lo que pensaba, solo tenía claro que yo ya empezaba a tener hambre y Bill... ¡Bill! Se me había olvidado el chico nuevo por un momento entre mis cavilaciones, me giré para encontrarme con él. Sus ojos cafés se posaban en todos los rincones de la estancia, incluso parecía que quería ver más allá de lo que sus orbes le permitían, sonreí para mí un momento y luego me decidí a hablarle.

— ¿Tienes hambre? —le pregunté casi a sus espaldas y él se sobresaltó un poco.

— ¿Eh?—me miró confuso un leve momento y pareció procesar la idea—. Si creo que sí.

—Deja veo si hay algo para comer—le dije mientras comenzaba a caminar hacia la cocina.

Revise el refrigerador y la alacena, en sí no había mucho que comer sólo unas rebanadas de la pizza casera que Holy había hecho hace unos días y pasta para preparar era lo único que se me antojaba, para colmo mi hermana haría las compras hasta el día siguiente por lo que no había mucho que escoger.

— ¿Y bien?—preguntó Bill detrás de mí, no había notado su presencia y di un brinco del susto que me pegó, el sólo rió por mi reacción.

—Pues creo que podría preparar pasta—le dije señalándola.

Si había algo que le gustara a Bill era la pasta y eso lo notaba día con día. Él no comía con las mismas ganas otra comida que no fueran unos espaguetis, y pensé que tal vez podría cocinarle algo.

—No quemarás la cocina ¿verdad?

—Muy gracioso—dije, quise sacarle la lengua pero me pareció demasiado infantil—. No soy tan mal cocinero como piensas, en realidad me queda mejor que a Holy—agregué presuntuoso.

—Está bien... pero si incendias algo yo no me hago responsable—su tono serio le restaba seriedad a sus palabras de una forma impensable, pues podía decir tal burla con una seriedad asombrosa y un destello travieso en los ojos que confundían mucho.

Me demoré algo con la pasta porque Bill hablaba y hablaba mientras yo la preparaba que me distaría cada cinco minutos y cuando la comida estuvo lista nos fuimos al comedor, comimos despacio y en silencio, el chico era agradable callado aunque también lo era cuando hablaba. Terminamos casi al mismo tiempo y exactamente cuando yo quise pararme para llevar los platos a la cocina y lavarlos, me distraje nuevamente con Bill, esa vez me quedé mirando el piercing que llevaba en la ceja, antes no lo había notado, pero se veía bien.

—Yo los lavo—dije cuando él se había puesto de pie dispuesto a recoger los platos, era ligeramente más alto que yo y su mirada era profunda, me sentí incomodo. No contemplé jamás la posibilidad de que él pudiera vencerme sólo mirándome, pero me quede inmóvil cuando me vio de esa forma y cedí al final—. Está bien puedes ayudarme—en su rostro se dibujó una sonrisa de triunfo—, yo lavo y tu secas.

—De acuerdo—dijo entre dientes

En menos de diez minutos estábamos de vuelta en el comedor estudiando Historia, Bill leía el libro en voz alta mientras yo intentaba concentrarme en las palabras que soltaban sus labios, era algo sobre la segunda guerra mundial, pero no lograba concentrarme lo suficiente por lo que busqué el libro y leí de vuelta lo que Bill había leído antes ¡era tan aburrido! Cosas que ya pasaron y que no tiene la menor importancia.

— ¿Entendiste?—me preguntó él cuando yo estaba leyendo el texto del libro.

—Creo que no...

—Ni siquiera pusiste atención...no es difícil Tom—me regañó—. A ver...las Potencias del Eje eran Alemania, Italia y Japón, ellos firmaron un Pacto—siguió hablando mientras yo veía sus expresiones, cuando él lo decía cobraban sentido todas las ideas que me ofrecía el texto, además era más divertido porque el movía las manos al hablar.

Me siguió explicando un buen rato acerca de las Potencias del Eje, fue un lapso como de media hora más o menos lo que duro su explicación y durante ese tiempo no aparte la vista de él, asimismo mi mente asimiló cada una de las palabras que decía. Me sorprendí mucho cuando Bill me hizo preguntas y yo acerté con las respuestas.

Tuve mucho tiempo para contemplarlo, me di cuenta que  nunca hacía nada para defender a Bill de los insultos de los chicos porque si lo llegaba a hacer ellos irían contra mí y eso es algo que no me atrevía a enfrentar. Decían que era un homosexual, gay, afeminado, nenita etc. Pero ¿realmente lo era? Le mire de nuevo, su cara para nada se parecía a la de una chica era más allá que eso, no conocía ninguna chica que se le pareciera un poco.

—Bill...

— ¿Si?—levanto la vista hasta encontrarse con mis ojos, desvié su mirada y la concentre en el libro que él había estado leyendo.

— ¿No te molesta que los chicos se metan contigo?—le pregunté dudoso.

—Bueno si un poco, pero sería peor si les prestó atención ¿no crees?—sonrió ligeramente.

—Debe ser muy molesto que digan mentiras de ti...—no seguí la frase para observar su reacción, Bill bajo la mirada y recorrió el piso con sus ojos, parecía que lo rodeaba un aura algo triste.

Levanto su cabeza y me observo durante un tiempo estudiando mi rostro, analizando mi sorpresa, viendo mis dudas y decidiendo al final aclarar mis inquietudes.

—Nunca me he sentido atraído por un chico o una chica—me dijo con el rostro claramente serio y al ver sus ojos vi que no mentía ni un poco—. Sé que no es fácil de comprender—pronunció cuando abrí la boca en consecuencia de su confesión—. Sin embargo, hay hombres y hay mujeres que me parecen hermosos... Pero creo que aún estoy chico para eso.

Entendía mejor de lo que Bill podía pensar, si me ponía a pensar yo tampoco podría decir que existía una chica que me hubiera gustado y un chico... nunca antes me lo había cuestionado eso, pero aparte de Bill ningún otro muchacho me pareció bello.

— ¡Demonios! ¿Qué era yo el marica?—grité dentro de mi—. No, no puedo serlo ¡claro que no! No obstante, no puedo negar que Bill es un chico especial— pensé.

Tuve ganas de darme una bofetada en ese momento ¿qué rayos me pasaba? Estaba bien si tenía mis dudas, si tenía mis miedos pero ¿por qué tenía que pensar eso de él? Bill apenas tenía una semana en Loitsche, quizás todo era causa de su belleza natural y ahí volví a pensar más mierdas de Bill, si era o no era hermoso a mi no me tocaba decirlo.

La mirada triste de Bill me devolvió los pies a la tierra, dolió verlo así. Él había dicho que algunos chicos le parecían hermosos y también chicos entonces ¿por qué ninguna le atraía? Yo había estado con muchas chicas y ninguna me atraía como yo esperaba que fuera, fueran guapas y fáciles así que podía mantener una imagen gracias a eso.

—Bill...—llame su atención y la conseguí, sus ojos cafés penetrantes puestos sobre los míos— No te entiendo del todo, pero creo que al menos un poco si...

— ¿El rompe corazones de la escuela entiende lo que es no sentirse atraído por nadie?—cuestionó sarcásticamente sentado al filo de la silla.

—Sí. ¿Sabes? jamás me he enamorado de nadie y de cierta forma creo que nadie me ha «gustado»—dije haciendo unas comillas con los dedos de ambas manos sobre mi cabeza.

— ¿Te besas con chicas que no te gustan? Perdóname pero yo sí que no te entiendo ni una pizca.

—Es complicado...—me puse de pie en cuanto sentí que algo en mi se fracturaba, no estaba nada bien que Bill me viera en ese estado. Con mi mano derecha apreté un poco las rastas en mi nuca, le estaba dando la espalda y cerraba mis ojos buscando alejarme de todos mis pensamientos.

—Tú lo eres...

Escuche su voz suave y tersa detrás de mí, seguía sentado, esperando—Si no lo hago... todos esperan que así sea...—lo había dicho en un susurro que probablemente él no escucho, pero apreté mis ojos y luego giré mi cuerpo sobre mi propio eje quedando frente a él pero con la mirada puesta en el piso.

—Somos un par de complicados... pero yo tengo un punto a mi favor—esperaba una burla, eso era seguro—, yo si se historia y tu no—dijo y soltó una risilla, eso me tomo por sorpresa y levante mi rostro mostrando mi risa a sus ojos.

—Por eso eres mi profesor particular—le dije feliz de que él cambiara el tema, pero me pareció que sabía que era lo que yo quería y también creí que lo hizo para que estuviera bien—. Pronto te molestaran por ser un cerebrito

Las risas salieron a coro de nuestras bocas, la tención que existió en un momento se iba cayendo a pedazos derrumbada por nuestras risas. La puerta se abrió y dejó entrar a mi pequeña hermana que venía con su linda sonrisa de siempre y su mochila colgando de su mano. Nos observo apenas un par de segundos y sus labios se despegaron.

—Alguien cuénteme el chiste—dijo sonriendo— ¿te quedaras a cenar Bill?—pregunto ella dejando sus cosas en uno de los sillones.

—Pues no lo se...

—Es la compensación por la intoxicación que sufrirás al haber comido algo preparado por Tom.

—No estuvo tan mal—dijo Bill—. En realidad Tom cocina delicioso.

—Bueno, véanse una película mientras yo preparo la cena.

 Luego siguió la cena que estuvo por demás interesante, comienzo a creer que Holy ve demasiadas series policiacas y se le pegan cosas, si no ¿cómo le hace para sacar información tan fácilmente? Resulta que el padre de Bill, Gordon, era el encargado de la constructora que haría el estadio de futbol y su madre era pintora. También me enteré que Bill en alguna ocasión se había disfrazado de vampiro y por eso llevaba el cabello teñido de negro. Cuando ya había oscurecido Bill decidió que era hora de marcharse, se despidió de mi hermana y salió antes que yo de la casa. Esa noche no había muchas nubes por lo que se dejaban ver muchas estrellas adornando el firmamento, en vez de caminar con la vista fija en el suelo la pose en el cielo oscuro. Llegamos muy rápido a su casa, era hora de despedirse.

—Hasta mañana Tom

—Hasta mañana y gracias por lo de hoy—le conteste yo, quería agradecerle pero esa frase no lograba convencerme del todo, necesitaba agregar algo más.

—De nada, me la pase genial. Que pases buenas noches—pronunció cuando ya tenía la puerta abierta.

—Buenas noches...yo también me la pase bien—dije y él me regalo la última sonrisa del día.

***

Mis manos temblaban impredeciblemente al tiempo que el sudor salía a cantidades mínimas de cada poro como una pequeñísima gota, asimismo mis piernas parecían no sostenerme con la fuerza de siempre. Diez minutos más. Tenía mis manos dentro de las bolsas de mi pantalón, las tenía empuñadas mientras veía las manecillas del reloj moverse lentamente alargando cada segundo lo máximo posible, causando que mis nervios aumentaran. Ocho minutos más.

— ¿Tom?

Mi cuerpo giró hacía el lugar de donde provenía la voz, yo estaba sentado en las escaleras y él estaba parado al final de ellas. Me sonrió cuando lo vi, entonces me puse de pie y avance hacia él, quede a unos cuantos escalones de su posición.

— ¿Estas nervioso?—me preguntó.

—Un poco Bill, sólo espero que me vaya bien—le respondí casi de inmediato.

—No se te ve tan mal—dijo y sonrío de nuevo, en ese momento llegó Andreas junto a nosotros.

—Hola chicos—saludo él con la alegría de siempre.

—Hola Andreas—contesté y me recargue en la pared con mis manos aún en mis pantalones.

—Suerte en tu examen—las palabras de Andreas chocaron contra mí dándome un malestar.

—Le irá muy bien, además Tom se ha esforzado. Veras como todo sale bien—pronunció Bill con ligereza, al tiempo que mostraba una adorable sonrisa.

—Gracias—sonreí mientras pronuncie esa palabra y recargue mi cabeza contra la pared, levantándola hacia el techo.

Me sentía más tranquilo después de intercambiar palabras con mis amigos, cerré mis ojos y trate de relajarme un poco más para que el ritmo de mi corazón regresara a la normalidad y mis piernas dejaran de parecer gelatina en movimiento. Dos minutos más. Inhale hondo llenando mis pulmones con aire dotado de diferentes aromas, quise distinguir los olores que entraban a mi cuerpo. Por una parte olía a mantequilla de maní, seguramente del almuerzo de Andreas; también olía a tierra mojada, pues las ventanas estaban abiertas y toda la mañana había estado lloviendo; además se distinguían otros aromas bastantes familiares para mi, productos para el cabello mezclados con el olor de Bill, era algo dulce.

— ¿Un olor dulce?—pensé y sacudí mi cabeza para dejar de pensar en tonterías—. ¿Desde cuándo los olores tienen sabor?

—Ya es hora Tom—dijo Bill cuando yo aún mantenía los ojos cerrados.

—Si... bueno chicos los veo después, deséenme suerte—les dije y comencé a caminar.

—Todo va estar bien—expreso Bill al momento de poner su mano en mi hombro en señal de apoyo—. Tranquilízate—dio una risa pequeña—, nos vemos y suerte.

—Gracias Bill—me gire y el sonreí, de alguna manera los agradecimientos para con él me parecían más completos si agregaba una sonrisa.

—Suerte otra vez amigo, luego nos cuentas qué tal te fue—asentí con la cabeza.

Caminé al salón donde haría mi examen, antes de entrar voltee hacia las escaleras y crucé la mirada con los ojos cafés de Bill, nuevamente tome aire y gire la perilla. Me esperaba el profesor Diermissen sentado frente a su escritorio de madera rojiza, con sus lentes viejos puestos y su vista algún libro que narraría algún acontecimiento histórico de algún lugar del mundo, así era él. Oí que me llamó con su voz monótona y sumamente lenta para que me sentara, una de las cosas que odiaba de su clase era su voz porque si le prestaba demasiada atención era capaz de hacerme dormir, ya en varias ocasiones lo había hecho.

Tenía frente a mí un cuestionario extenso lleno de preguntas abiertas sobre la segunda guerra mundial, trague en seco y comencé por escribir mi nombre en el espacio indicado. La primera pregunta fue fácil, llegándome a sorprender que fuera capaz de responderla, pues ya me había acostumbrado a entregar el examen prácticamente en blanco. La mayoría de las respuestas fluían abiertamente desde la punta del lápiz, así hasta que legue a la última pregunta. Al salir del salón de clases la conmoción y mis nervios no desaparecían del todo, estaba ansioso pero además me sentía feliz pues de alguna forma conquiste una meta, seguía temblando pero ahora no tenía miedo y sonreía como un tonto.

Entre a mi ultima clase del día, a mi lado derecho se sentaba Edwin un chico muy… ¿cómo definirlo? ¿Intolerante? Quizás se lo correcto y si agregamos irrespetuoso la descripción mejora, él me pasó un papel doblado con una nota.

¿Xk no fuiste a la fiesta de Berit?

¿Berit? ¿Quién diablos era Berit? Arrugue el entrecejo al cuestionarme lo anterior, no tenía ni la más mínima idea de lo que me estaba hablando, bueno escribiendo. Corté un pedazo pequeño de una hoja limpia de mi libreta y comencé a escribir.

¿Cuál fiesta? y ¿quién es Berit?

              Sin que la profesora viera le di el mensaje a mi amigo, él no tardo mucho en responderme.

Tom si serás idiota, Berit es una chica de preparatoria, está en el primer año y el sábado fue su cumpleaños. Organizó una fiesta de puta madre y te la perdiste por pendejo!!! ¿Donde tienes la cabeza?... ¿No se te estará pegando lo estúpido de tu nueva amiguita?

El mensaje era largo y me dejo perplejo, no tenía ni la más mínima idea de la dichosa fiesta, por otro lado ¿mi nueva amiguita?... ¡Bill! Edwin se refería a Bill, pero ¿por qué llamarlo estúpido? Bill no era estúpido era más listo que cualquiera de mis amigos, ellos eran los estúpidos, pensé enseguida. Me moleste con Edwin por insultarme más de dos veces en un solo momento y además aprovecho para insultar a Bill.

—Tú eres el pendejo—susurre para que la maestra no escuchara y volví a escribir.

Bill no es una chica como para que le digas «mi amiguita» y yo estuve ocupado estudiando para el examen de recuperación, además sabes que estoy castigado todavía.

Su respuesta me descoloco un poco más y mi enojo se incremento, levanté la vista para ver si la profesora me miraba y ella clavo su mirada en mí, resolví a duras penas el ejercicio que nos puso y luego leí de nueva cuenta el mensaje de Edwin.

En más de una ocasión te has escapado Tom, no me vengas con niñerías. Además yo le digo a la nenita como quiera ¿desde cuándo lo defiendes tanto? ¿No será tu novia? jajaja es broma hermano yo sé que no eres un maricón, pero lo que se me hace raro es que te pongas tan estudioso...

Respire hondo y volví al trabajo de la clase, luego escribí un nuevo mensaje tratando de cuidar mis palabras.

Sabes que si saco malas notas  mi mamá no será tan condescendiente como antes... aunque no lo creas tiene sus ventajas eso de estudiar.

Mi amigo soltó una risa algo ruidosa y se llevo una llamada de atención, pero no solo él, la maestra avanzo a mi lugar y me sonrió de manera algo intimidante, no por nada le apodan Maléfica.

— ¿Ya termino señor Kaulitz?—a pesar de su tono tranquilo me dio un escalofrió sólo escuchar su voz, en verdad que era intimidante, yo sólo asentí con la cabeza y le extendí mi libreta, ella la tomó y revisó minuciosamente mi trabajo—. Bien, revise el ejercicio cuatro, tiene un error.

Salí del salón rápidamente cuando escuché el timbre de salida, no quería seguir con la plática que se había quedado de alguna forma pendiente con Edwin, ya había tenido suficiente ese día. Abajo encontré a mi hermana que platicaba con su mejor amiga y después se nos unió Andreas y Bill mis amigos no tardaron mucho en querer saber cómo me había ido en mi examen.

—Pues no sé, creo que posiblemente me vaya bien—contesté a la pregunta que Holy me había hecho.

—Ves Tom, te ira muy bien—me dijo Andreas dándome una palmada en la espalda.

—Después de tanto estudiar es lógico, si casi me temía que el cerebro te explotara de tanto esfuerzo que hiciste—se burlo Holy.

—Bueno es que tuve un excelente maestro—hable yo y fije mi vista en Bill.

—En eso tienes mucha razón... es su talento natural—dijo Bill en tono serio y al final rompió con una risa ante su propio comentario adulador.

En cuanto me encontré afuera de la escuela llegaron a mí las voces de mis amigos, bueno los que decían ser mis amigos, hacía días que no salía con ellos o con alguna chica y posiblemente ese día comenzarían las represalias. El primer aviso me lo había dado Edwin con la charla a media clase de química, de alguna forma trataba de mentalizarme para lo que se avecinaba porque no les podía huir para siempre, o más bien, no sabía cómo huirles. La voz de Cort fue la primera en llamarme y sentí como Holy apretó mi brazo en cuanto escuchamos que me llamó, ella no quería que fuera con ellos, pero aún así comencé caminar en dirección a la pequeña multitud. Mierda Tom no seas estúpido, una frase silenciosa pero que llegó a mis oídos, lo había dicho Andreas, sabía que él entendía pero ni Holy ni Bill lo hacen.

—Hola guapo—es Giselle, una chica rubia de ojos grises de mi edad. A su lado estaban Edwin, Ahren, Cort y otros chicos que no reconozco.

—Hola preciosa—le contesté, únicamente lo hice porque tenía que hacerlo.

—Bueno amigo espero que hoy no te escapes—comenzó a hablar Edwin—, porque ya no hay pretextos ¿entendido?—levanté la mano derecha y le hice una seña obscena seguida de un jódete—. Vale Kaulitz no te pongas agresivo, mira que se te pega el genio de tu hermana—enseguida mi mirada se puso más fiera que antes, él sabía perfectamente cuanto me molestaba que se metieran con mi hermana.

— ¿Cuales son los planes para hoy?—no había forma que me zafara de cualquier cosa que planearan hacer, lo mejor era apresurar las cosas para que acabaran lo más pronto posible.

—Fiesta en la casa de Patrick—dijo de forma sugerente Giselle.

—Ok le avisare a Holy—dicho eso me di la vuelta y casi comencé a caminar pero me frene antes de iniciar.

— ¿Le vas a pedir permiso a tu novia?—casi gritó Ahren.

— ¿Qué dijiste?

—Oh la nena de pelo negro ¿no es tu novia? lo siento—las burlas de todos flotaban en el ambiente.

—Vete a la mierda—le dije y avance a con mi hermana.

Holy simplemente hizo una mueca de desagrado cuando le conté mis planes para ese día, me dio la espalda mientras decía me debes una, pero no era únicamente una, le debía un sin fin de favores que casi nunca me cobraba, entonces me despedí de los chicos que solo sonrieron.


La fiesta era como todas las demás: alcohol suficiente para embriagarnos, chicos más grandes que yo en donde mirara, muchachas siendo manoseadas por cualquiera y algún o alguna desafortunada que no sabía beber y estaba vomitando en el baño. Un vaso con cerveza se sostenía entre mis dedos, las risas estúpidas de Giselle me taladran los oídos, para cuando volteé a con Ahren ya estaba besando a un chica mayor de una manera casi salvaje, entonces la chica rubia de mi escuela acercó una vez más su cuerpo al mío. Prácticamente Giselle se me estaba ofreciendo, era una zorra sin remedio. Hoy no, pensé, no quería tener encima de mí el cuerpo de alguna chica, preferiría emborracharme hasta vomitar porque simplemente ese día no estaba de humor para tocar un cuerpo que solo me excita un momento y que no logrará jamás hacerme sentir un placer cien por ciento real. No quería fingir, no quería sentirme un muñeco de nuevo.

Por mi cuello comenzaron a desfilar los labios húmedos y tibios de mi compañera,  para colmo Edwin se sentó junto a nosotros y podía sentir sus ojos quisquillosos sobre mí. Ella me besaba y yo no hacía nada, entonces le tomé la quijada y comencé a besarla de lleno, con mi lengua recorriendo toda su boca y ella haciendo lo correspondiente. Mis manos bajaron por su cadera y comenzaron el juego de recorrerla. Rompí el beso por el sabor amargo de su boca, había tomado más de lo que yo creía. Luego de minutos de besos Giselle se sintió mal y vomitó de nuevo, pero esta vez cuando regresó del baño ya no me encontró esperándola.

***

Eran aproximadamente las tres o cuatro de la mañana cuando llegue a mi casa, estaba sobrio porque esa noche no tomé aunque lo deseara ya que el único vaso que había tomado no lo terminé por culpa de Giselle. Mi mamá estaba dormida y mi hermana también, así que abrí la puerta con el mayor cuidado posible para no despertarlas, con la casa en completa penumbra me dirigí a mi cuarto, me quité los tenis al pie de la escalera y subí de puntitas. Estando arriba vigilé en todas direcciones y me seguí hasta mi cuarto tan silencioso como si fuera un ladrón profesional, estaba a punto de girar la perilla de la puerta de mi habitación cuando unos dedos helados tocaron mi hombro. Deje de respirara, mi corazón se paro por un intervalo de tiempo casi nulo y la piel se me erizó al máximo.

— ¡Que no sea mamá, que no sea mamá!—repetía insistentemente en mi cabeza.

 El entrecejo arrugado, una ceja ligeramente levantada, la mano en la cadera y la cabeza moviéndose negativamente hacían de mi hermana algo intimidador si le agregamos la oscuridad de la madrugada, pero aún así agradecí que fuera ella y no mamá.

— ¿Thomas Kaulitz te das cuenta de qué hora es?—me hablo quedito, pero su tono fue lo suficientemente acosador para hacerme agachar la mirada

—No sé, está oscuro—contesté para que se calmara un poco ¿qué mejor que un ligero chiste?

— ¡No te hagas idiota! me debes una grande, ahora métete a tu cuarto antes de que mamá se despierte—giró sobre sus talones y abrió la puerta de su cuarto, yo le hice lo propio.

Holy no se adentro en su habitación sino hasta que yo lo hice en la mía, comprendía su enojo porque era entre semana y una fiesta hasta la madrugada no era lo mejor que se me podía ocurrir hacer. Dentro de mi cuarto me desvestí hasta quedar sólo en bóxer y me metí bajo las sábanas.

—...Mañana será otro día...

Y con todas mis fuerzas deseaba que así fuera, algo en mi estaba mal y me sentía fatal de muchas formas al saberlo hasta esos momentos. Sin embargo, ignoraba para aquel entonces que mi malestar no era reciente, únicamente había factores que me encaminaban a descubrirme de muchas formas impensables anteriormente.

Me removí en la cama al ver en las sombras de mis pensamientos los ojos cargados de reproche de mi hermana, ella sabía más de lo que yo deseaba que supiera y menos de lo que ella realmente querría. Volví a girar mi cuerpo y mi cabeza nuevamente sobre la almohada y deseé tranquilidad, entonces una esencia dulce colmó mis sentidos y mi cuerpo se rindió al sueño. Era un olor dulce después de todo.

1 comentario:

  1. *w* ¿sabes que te quiero? ahora mismo te voy a preguntar eso en tu formspring wajajajaja
    Odio a los amigos de Tom son los típicos "malotes" y salidos de turno. Agg y la putten esa la "novia" de Tom ¡agg! En fin, Bill de profe akjfkdshfk yo lo quiero *w*. Es verdad, yo nunca he visto a ninguna chica que se parezca ni pizca a Bill, yo no sé porque ahora tanta duda de si es hombre o mujer ¡con el paquete que tiene! joder ._. están ciegos/as
    En fin...¡QUE QUIERO EL 3!
    TKM LL./

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