Nunca te has parado a analizar cuanto tiempo dedicas a quejarte ¿verdad? Es claro que no, y si lo hicieras te darías cuenta que es algo que haces muy a menudo, pero ¿para qué quejarse? Normalmente lo hacemos como si eso aliviará un poco nuestra pena, como si las cosas volvieran a su sitio entre más nos quejamos, pero la realidad es que a cada queja más infelices nos volvemos pues nos recordamos ávidamente la desgracia por la que pasamos. De esta forma quejarse se vuelve un habito incesante que llega a convertirse en un círculo vicioso del que nos es imposible salir.
Puede suceder que te quejas porque tu madre te ha puesto a lavar los trastes y yo también lo he hecho pero si te pones a ver las cosas desde un punto de vista objetivo tú tienes que hacer deberes en la casa porque tu mamá no puede hacer todo sola, moralmente hablando estas obligada a ayudarle. Por otra parte vienen las quejas de que no te pudiste comprar esa bolsa nueva, o una blusa o cualquier cosa carísima que no puedes tener, entonces te digo algo:
Da gracias de tener salud, un techo y una hermosa familia. Hay cientos de miles de personas que no tienen la misma bendición que tú, no deje que el consumismo te gobierne, no morirás si no tienes aparatos electrónicos de vanguardia, como dije anteriormente tú tienes salud y una familia, no te hace falta nada de lo básico.
¿O necesitas vivir como ellos para agradecer lo que tienes?
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