¿Te imaginas el momento en que la verdad corrió libre
El nacimiento de una canción, una muerte de un sueño?
Más cerca del borde
Esta es una historia interminable, el odio destino a conducción de 4 ruedas
Todos están destituidos de la gloria, perdidos en nosotros mismos,
No, no estoy diciendo que lo siento
Un día, tal vez nos volveremos a ver
No, no estoy diciendo que lo siento
Un día, tal vez nos volveremos a ver
Closer to the edge// 30 seconds to mars
Capítulo 5
Evocación de cenizas
Comenzaba a
hacer frio, el otoño estaba en su fase final y el invierno cada vez era más
cercano, en esa noche la luna se encontraba en su máximo esplendor y lograba
filtrar algunos rayos de luz plateada por la ventana ya que las cortinas no
estaban bien cerradas. Jared no podía dormir, pues al parecer algo le
inquietaba, se acomodaba u cabeza mirando al este y luego al oeste; rotaba su
cuerpo dejando que estuviera apoyado de costado, luego boca abajo y una vez más
volvía a estar boca arriba.
Unos sonidos
lejanos, parecían de algún grito ahogado. El muchacho se levantó y salió de su
cama, si había alguna forma de entretener su mente a falta de sueño esa sería
leer, prendió una vela y tomó el libro que había dejado a medio leer por la
tarde. A penas había logrado comenzar a leer cuando un ruido sordo le llamó la
atención sobresaltándolo un poco.
Ruidos más
extraños comenzaron a escucharse, hasta que se oyó como si hubieran destrozado
la puerta. Jared se puso lo primero que pudo en medio de la penumbra que lo
rodeaba pues no era tan intensa la luz que despedía la vela, se puso los
zapatos rápidamente y tomó la vela. Un grito llamó su atención en medio de
aquella confusión que lo embargaba, ese grito fue inmediatamente asociado a su
madre.
Cuando Jared
entró en la habitación principal de la casa ésta se encontraba en una completa
penumbra, no había ningún sonido, gracias a la luz de la luna se lograba
advertir una silueta en la cama como si fuera un bulto. Se acercó sigilosamente
manteniendo en lo alto la vela para que iluminara, aunque fuera escasamente, un
poco la habitación.
Los ojos
abiertos con la firme intención de comenzar a llorar, la boca también abierta
completamente buscando recuperar el aliento, una total mueca de horror. Sobre
la cama el cuerpo inerte de su adorada madre bañando en su propia sangre al
igual que las sábanas de la cama.
—¿Ma-madre?—logró
articular el chico.
En un rincón una
agitada respiración entrecortada se hacía presente y junto con ella un par de
orbes demoniacas que resplandecían dentro de la oscuridad misma dándole un
toque mucho más terrorífico a la situación. Sin que Jared pudiera preverlo ese
ser se abalanzó contra su cuerpo y encajó sus colmillos en el cuello del
muchacho arrancando un quejido de los labios de éste.
—¿Mamá? ¿Estás
ahí? ¿Jared?—se escuchaba la voz de una jovencita por el corredor.
El joven sintió
unas desesperadas ganas de librarse de esos colmillos y esos brazos que lo
tenían completamente aprisionado, quería correr junto a su hermana y
protegerla. Penélope entró en la habitación y con la tenue luz que aportaba la
vela alcanzó a ver que algo tenía preso a su hermano.
—
¡Hermano!—gritó con miedo y sorpresa, aún no se había percatado de la suerte de
su madre.
—
¡Lárgate!—gritó Jared con pocas fuerzas, la falta de sangre comenzaba a
afectarle.
— ¡Deja a mi
hermano!—le grito a ese ser endemoniado, su voz sólo demostraba la
desesperación y el miedo que comenzaban a llenarla.
No hubo más
palabras, el muchacho comenzó a marearse y su visión decía a cada minuto, de
pronto se sintió libre del agarre que lo mantenía aprisionado y cayó de golpe
al suelo, estaba sentado con la sangre brotándole de la yugular. Su hermana
corría con una suerte común, estaba acostada en el suelo con el demonio encima.
Todo se volvió negro.
Unos cuantos
sonidos lejanos comenzaron a ser inconsistentes con las escenas en su cabeza,
pronto los ruidos se hicieron más cercanos y las imágenes frente a sus ojos
comenzaron a evaporarse. Con mucho trabajo abrió sus ojos y se percató del
lugar donde se encontraba, Jared estaba recostado en la cama de su habitación.
De inmediato tuvo la sensación de que algo malo había sucedido e intentó
recordar, pero las imágenes en su cabeza eran demasiado difusas y sólo lograba
rememorar la impresión de haber sufrido mucho. Se intentó poner de pie pero de
inmediato un dolor en el cuello le hizo desistir de aquella idea y se recostó
sobre la cama.
—Parece que ya
despertaste—le dijo alguien desde un rincón de la habitación.
—¿Quién
eres?—preguntó Jared de forma hostil.
—El que salvó tu
trasero y el de tu hermana—le dijo el otro y en un santiamén apareció frente al
muchacho.
—¿Me
salvaste?—el chico delante de Jared asintió.
—Sí, también a
tú hermana—dijo el mayor—, pero ella está bien—aseveró cuando vio la preocupación
de Jared—. Eres un chico hermoso.
—No te me
acerques—dijo Jared cuando el otro alzaba su mano para acariciarlo—, ¿Tengo una
hermana?
— ¿No recuerdas
nada?—el castaño asintió—. Bien, sólo sé que tenías una madre la cual está
muerta y una hermana, supongo que tu padre murió.
—Ni siquiera
recuerdo como me llamo—dijo Jared bajando la mirada, no podía ver a Bernard
gracias a la oscuridad en la que estaba sumida la habitación.
—Te llamas
Jared, tu hermana es Penélope—el chico en la cama asintió—, debo decirte que si
yo no hubiera llegado ustedes dos estarían muertos.
—Entonces
gracias.
Pero las cosas
no eran tan fáciles, Bernard se encogió de hombros y comenzó a relatarle lo que
había sucedido en la fatídica noche que su madre murió, desde ese entonces
habían pasado cinco días y Jared había pasado todo ese tiempo dormido al tiempo
que se retorcía del dolor que gobernaba su cuerpo. Cuando el chico misterioso
llegó a esa casa en el campo guiado por el olor de Marice, la vampiro que
terminó con la vida de Jared, quien había perdido la cabeza por la falta de
sangre y en esos momentos tan sólo era capaz de seguir sus impulsos. Bernard llegó justo a tiempo para
salvar a Penélope y a Jared, pero les faltaba demasiada sangre y morirían de un
momento a otro.
—Así que los
convertí en vampiros—dijo tranquilamente el moreno.
—¿Estás diciendo
que soy un demonio ahora?—preguntó Jared en estado de shock.
—Eres un ser que
necesita sangre humana para mantenerse con vida, además de la energía que esos
seres poseen, así que si lo quieres ver de esa forma pues eres un demonio.
—Esto debe ser
un sueño—murmuró Jared.
—Mírate en el
espejo—le ordenó el otro.
El recién
convertido vampiro tomó el espejo que el otro joven le tendió, y con ayuda de
una vela que Bernard sostenía para lograr algo de iluminación, entonces Jared
pudo ver que el color miel de sus ojos había desaparecido y el iris de sus ojos
era casi tan negro como el de sus pupilas. Abrió la boca y con la yema del uno
de sus dedos índices palpó sus colmillos, sin duda habían crecido.
—Mi nombre es
Bernard—se presentó el muchacho.
Luego de eso, el
mayor apareció al lado de la ventana y abrió un poco la cortina para dejar
entrar el sol y que iluminara la habitación de mejor forma que las velas. En
ese momento Jared pudo ver al vampiro que lo había convertido en un demonio,
llevaba el cabello corto a comparación de coleta que el menor portaba, el
cabello negro le caía como cascada sobre las orejas y sus ojos eran sumamente
negros, tenía una sonrisa seria y su piel era más tostada que la suya, además
de que su musculatura, altura y edad eran mayores a las de Jared.
—Tienes que
comer—le dijo Bernard.
—No tengo
hambre—le respondió Jared.
El de cabellos
negros se acercó a su compañero en un abrir y cerrar de ojos, llevó uno de sus
dedos índices a su boca y con su colmillo logró hacer una pequeña herida de la
que salió un poco de sangre. Las pupilas de Jared se dilataron y el cuerpo
comenzó a hervirle, se sentía como si no hubiera tomado agua en mucho tiempo y es
escozor en su garganta se volvía irresistible. Tomó la mano de Bernard y trató
de llevarla a su boca pero el más grande lo detuvo.
—Vamos a que
comas—le dijo y salieron de la habitación.
A decir verdad
Jared se encontraba muy consternado por todo lo que le estaba sucediendo, un
día se levantaba y era un vampiro pero raramente no se encontraba incomodo con
esa situación. En la sala había dos muchachas inconscientes, una de 16 años y
otra de 13, acostadas sobre dos de los sofás que había en aquella habitación,
Penélope aún no despertaba.
—¿Se supone que
les chupe la sangre?—preguntó Jared en un tono serio.
El muchacho
había escuchado y leído sobre esos demonios que devoraban sangre pero jamás se
esperó encontrarse en aquella situación, tendría que arrebatarles la vida a dos
muchachas inconscientes.
—Las muerdes
para reventar la vena y que la sangre salga de su cuerpo—empezó a explicar el
vampiro más viejo—, no las matas si no quieres, pero ahora tú necesitas mucha
sangre, aunque me sorprende mucho tu autocontrol y el hecho de que sólo se
presente esa hambre cuando hueles sangre. Marice era una vampira recién
convertida y no tomó sangre en un par de días, perdió el control. Por lo
regular despiertas y tienes la necesidad de ingerir mucha sangre y tú has sido
la primera excepción que presencio.
—Entonces debo
tomar su sangre o me convertiré en un demonio salvaje como el que mató a mi
madre—dijo Jared mirando con melancolía a las dos mujeres.
El castaño se
acercó a la joven más grande, tenía el cabello rubio y una piel libre de
imperfecciones, lentamente su boca se acercaba al cuello de la muchacha y sin
pensarlo una sola vez el joven clavó sus colmillos y se dispuso a ingerir el
liquido rojo que salía de los dos orificios que sus dientes habían formado. Un
sabor amargo, salado y hasta cierto punto muy concentrado se asestó en las
papilas gustativas del vampiro, con cierto desagrado terminó de consumir la
sangre y cuando lo hizo miró a Bernard directamente a los ojos preguntando con
la mirada si así debía saber la sangre. El moreno entendió la mueca de asco que
Jared intentaba enmascarar con una tranquilidad solemne y dio un paso al
frente.
—¿Tan mal
supo?—pregunto Bernard.
—Muy
amargo—confesó el muchacho.
—Son jóvenes, no
debería ser así—musitó el moreno con seriedad—, cada vampiro tiene un gusto
especifico, a mí, por ejemplo, me gustan las personas intelectuales pero deben
tener entre 18 y 25 años. Hay vampiros que degustan la sangre de sólo hombres
maduros, otros de doctores, etc., cada quien tiene un gusto.
—¿Y cuál es el mío?
—Eso es algo que
tú tienes que descubrir—le contestó el mayor.
Jared avanzó
hacia su siguiente víctima, pero tras probar su sangre se dio cuenta que esa chica tampoco poseía una sangre de su agrado.
Tardó casi un año en descubrir qué tipo de humanos poseían la sangre indicada
para él.
Cuando Penélope
despertó había a su disposición varias muchachas de las cuales absorbió hasta
la última gota de sangre. Bernard les enseñó todo lo que sabía, vivieron en la
casa de los hermanos hasta que comenzó a correrse el rumor de un asesino
serial, otros asustados aseguraban que dichos asesinatos y desapariciones no
eran más que obra de demonios chupa sangre. Pero Penélope no quiso irse y el
moreno lo entendió, en cambio Jared aceptó partir con Bernard dejando a su
hermana sola, pero no había problema pues ella podría cuidarse sola. La verdad
era que al castaño la muchacha no le despertaba ningún sentimiento de calidez
como se suponía debía ser pues después de todo eran hermanos.
—Los vampiros
sienten—preguntó Jared meses después de haber abandonado su casa.
—Claro—respondió
Bernard con una sonrisa—, es un poco más difícil pero seguimos siendo humanos
en ese aspecto.
—Humanos que
comen sangre humana—susurró el más joven.
—Los humanos,
los no vampiros, comen humanos todo el tiempo—el castaño alzó una ceja—, en
sentido metafórico claro, ellos comen con sus criticas y juicios.
Con el paso de
los años Jared comenzó a sentir de nuevo aunque no con la misma intensidad en
que un humano lo hacía había experimentado varios sentimientos, aunque fue
hasta que conoció a Skandar que el vampiro se aventuró a sentir algo realmente
fuerte. En un principio el pequeño humano despertaba en Jared unas ganas de
proteger porque por primera vez se sintió capaz de cuidar de una vida en lugar
de terminar con ella, con Skandar el vampiro de cabellera castaña aprendió a
amar de nuevo.
***
Llevaban casi
una semana en Birmingham y Skandar comenzaba a aburrirse de su claustro en la
casa donde Charles parecía ser su anfitrión, la mayoría de los libros que había
en la biblioteca ya los había leído y los que se encontraban a salvo de su
hambre de lectura eran enciclopedias de medicina y economía, mismas que
parecían no interesarle al muchacho, además de una vasta colección del “Márquez
de Sade” que Bernard y Jared le habían prohibido siquiera acercarse mientras
Markus se jactaba de que él si podía leerlos y Skandar no.
— ¿Por qué no me
dejan leerlos?—preguntó el adolescente mientras el rubio se encontraba absorto
en su lectura con los ojos abiertos por completo y la boca siguiendo el mismo
camino, pero su rostro mostraba más que sorpresa con esos gestos, también
mostraba miedo.
—Porque contiene
sexo—dijo el vampiro dejando el libro a un lado mientras tallaba sus ojos.
—
¿Tú has tenido
sexo?—Markus se sonrojó al instante.
—S-si—dijo
entrecortado a causa de la mirada que Skandar le dirigía.
—
¿Con quién?—preguntó
el pequeño.
—Con
Bernard—musitó el rubio mirando a cualquier lado que no fuera al humano.
—¿No te
gustó?—preguntó el más joven.
—Si me gustó,
ese es el problema—dijo el rubio al tiempo que se levantaba de la cama.
—¿Cómo es?—le
preguntó el castaño.
—Si te explico
detalladamente Jared me mata—le dijo el vampiro utilizando sus facciones para
dramatizar más sus palabras.
—No es nada
malo—comentó el muchacho.
—Jared está
criado a la antigua, bueno yo también pero él es más conservador y yo soy más
liberal como Bernard—dijo el rubio revolviendo un mechón de su cabello con sus
dedos.
—Pero sólo me
dirás, no me lo harás—replicó Skandar.
—Bien, tu ganas
—resopló el mayor—. ¿Qué tanto sabes de sexualidad o de sexo?
—Pues que eso—el
humano señaló a la entrepierna del vampiro— se llama pene.
—Bien, pero cuando
te bañes te lo ves—el niño se sonrojó sin saber por qué—, cuando te tocan o te
lo tocas comienzas a sentir muy bien, se te pondrá duro porque la sangre se
acumula en el pene y hace que se ponga duro y crezca un poco.
—¿Se volverá más
grande si me lo toco?—preguntó el muchacho.
—Si le das las
caricias adecuadas si—Skandar abrió los ojos como platos—, cuando lo haces con
un hombre…
—¿Hacerlo?
—Cuando tienes
sexo con un hombre—repitió el mayor remarcando sus palabras con gesto de
irritación—, él te mete el pene por donde salen tus eses.
—¡Qué asco!—dijo
el adolescente de sólo recordar que por ahí salían los deshechos de su cuerpo—
Pero, ¿no duele mucho?
—Al principio sí,
pero con el tiempo no, además te preparan para que no te duela mucho—le dijo el
mayor— y si te lavas bien ahí no es tan asqueroso.
—El sexo es
feo—dijo el muchacho mirando a la nada.
—También te pueden
chupar el pene—al escuchar las palabras del rubio el adolescente se giró para
verlo de frente.
—Pero por ahí
orino—dijo mientras procesaba el hecho de que alguien saboreara su pene.
—Pero cuando
tienes sexo, sea del tipo que sea, no orinas—Skandar miró contrariado al
vampiro—, te sale una cosa blanca…como leche viscosa, se llama semen.
—¿Es eso lo que
tiene espermatozoides?—pregunto el humano.
—Ajá.
—¿Los vampiros
también tienen espermatozoides?
—Menos, muchos
menos, que un humano pero si. Nosotros somos como humanos pero diferentes en
algunas cuestiones.
—También tienen
sangre…
—Sí Skandar, se
nos pone dura y follamos…sangramos y lloramos también. Ahora deja de molestar, Jared acaba de
llegar a casa.
Y en
efecto, el vampiro abrió la puerta de la
alcoba unos minutos después de que los dos chicos retomaran las actividades que
llevaban a cabo antes de ponerse a charlar. Jared abrió la puerta y se dirigió
inmediatamente a donde Skandar se encontraba para estrecharlo entre sus brazos
y aspirar el olor de sus cabellos, mientras tanto el rubio abandonó silenciosamente
aquella habitación.
Las palabras de
Bernard aún resonaban en la cabeza del vampiro castaño, parecía como si el
moreno le susurrara aquella oración mientras Jared se perdía en el olor de
Skandar, pues al ser un vampiro su sentido del olfato era muchísimas veces más
agudo que el de un humano y al estar su nariz sumergida entre los cabellos
castaños precia que se perdería definitivamente en ese aroma tan maravilloso.
—¿Amas a
Skandar?—le preguntó el más grande a Jared.
—Sí, creo que lo
amo—contestó fríamente el cuestionado.
—¿Y cómo lo
amas?—inquirió Bernard logrando que el otro vampiro enarcara una ceja—, hay
diferentes tipos de amor… ¿cómo lo amas?—Jared rompió el contacto visual— ¿Cómo
a un hermano? ¿Cómo a un hijo? ¿Cómo a un amante?
—No… no lo
sé—contestó el castaño.
—Claro que lo
sabes y si no yo puedo decirte, aunque sería mejor que tú te dieras cuenta por
ti mismo.
El vampiro de
melena negra comenzó a avanzar más rápidamente, estaban llegando a una casa
donde había una víctima para cada vampiro: un niño para Jared y una muchacha
que iba en el tercer semestre de la
universidad para el moreno.
—Si quieres
besarlo en los labios hazlo, yo creo que él lo desea tanto como tú—mencionó
Bernard antes de abandonar la casa y a su víctima desangrándose en su
habitación.
Y en ese
momento, teniendo a Skandar tan cerca de él, sumergido totalmente en su aroma y
con los sentidos agudizándose a cada segundo. Ambos corazones latían con más
fuerza de lo usual, pues los dos sabían que algo nuevo pasaría y no estaban del
todo equivocados. Con mucho cuidado Jared fue apartándose del cuerpo del
adolescente y se sentó en la cama incitando al menor a imitarlo, cuando ambos
estuvieron sentados el vampiro forzó una nueva postura quedando ambos recostados,
pero Jared se incorporó y se apoyó sobre
su codo para sobresalir y de alguna forma ver desde las alturas a Skandar.
—Te amo
pequeño—dijo el mayor y acercó su rostro al de Skandar, quien descansaba sobre
la cama, al tiempo que buscaba su oído—. Te amo más de lo que jamás imaginé que
podría.
Entonces el
vampiro busco la cara de su muchacho, encontró las orbes azuladas que le habían
fascinado más que cuando su tono era más gris. Skandar había comenzado a sentir
sus mejillas calientes aunque no era consciente del tono rojizo que habían
tomado, lo único que podía escuchar el chico eran los latidos de su propio
corazón, y lo único que lograba captar su completa atención eran los orbes que
tenía enfrente tan negros como la noche misma. Por su parte, Jared sentía el
cálido aliento del muchacho contra su boca y dejó de mirar los ojos del
adolescente para admirar los labios del menor, un dulce manjar que probaría de
nuevo, pero en esa ocasión sería diferente.
—Te amo
Jared—susurró el chico e inconscientemente cerró los ojos.
El aludido
sonrió antes de rodear con sus labios los contrarios, degustó con completa
satisfacción la dulzura de éstos al mismo tiempo que movía los suyos, los
cuales eran saboreados por el menor, quien había logrado colar su mano derecha
por detrás del cuello de Jared y se aferraba a él mientras con su brazo
izquierdo se sostenía pues había levantado su cuerpo en busca de más contacto.
El beso fue largo y no sólo fue uno, cada vez que el contacto se rompía los
labios volvían a unirse cual imanes, además Jared había tomado al muchacho de
la cintura y sus cuerpos habían reducido una vez más las distancias, era una
dulce entrega de cariño.
—Te amo—dijeron casi
al mismo tiempo.
El vampiro
sonrió y el muchacho soltó una risilla encantadora que ensanchó la sonrisa del
mayor. Las hebras de ese tono castaño que se acercaba ligeramente al dorado
eran estrechadas por los dedos largos y delgados del muchacho más grande,
mientras que su pecho era acariciado por la respiración pacifica que el humano
presentaba. Pronto el sueño acarició a Skandar y lo llevó con él, pero Jared no
tenía ese privilegio, tan sólo se dejaba llevar por el olor que amaba
concentrado únicamente en eso y con sus ojos cerrados disfrutaba de su paraíso
personal.
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