jueves, 16 de diciembre de 2010

One Shot

Hace tiempo escribí este one shot Twincest, es el primero que hice y le tengo un cariño especial pues me inspiré en mis propias vivencias amorrosas, si es que se les pueden llamar así.

Este escrito contiene twincest y lo escribi sin ningún fin lucrativo, no lo hago con el afán de lacerar la imagen de los gemelos Kaulitz ni la de Tokio Hotel, pudiera ni siquiera tratarse de ellos, pero como es twincest pues si se trata de ellos, si no te agrada ésta temática no lo leas, si por el contrario te atrae este tipo de lectura disfrutalo...

Quiero imaginar que abrirar su mente y se adentraran en esta historia colmada de sentimiento, no soy la mejor escritora pero puse mi mayor esfuerzo en esto, considerenlo mi regalo de navidad pues me iré algo así como un mes y entonces no habrá nada de entradas...así se me olvidaba ...

¡¡YA TENGO MI CARGADOR!!! y algo mejor: ¡¡¡YA TENDRÉ MIS LENTES DE CONTACTO!!!  estoy súper feliz por esas dos cosas jejeje...


ahora sí, el one shot


Liberando Sentimientos

El cielo negro se le mostraba  tan intenso como  el dolor en su pecho, sin alguna estrella que lo iluminara, tan profundo y extenso como el sufrimiento de los últimos años, él no lo miraba y aun así sabia la sobriedad que el firmamento le ofrecía. Podía caminar mil años, podía llorar un río y aun así el dolor no desaparecería porque estaba condenado a ese dolor, era su penitencia. El frió le daba de lleno en la cara y parecía recordarle la hora que era, en su casa nadie sabía que no estaba dormido en su habitación si no caminando por las calles  muertas  de aquel pequeño pueblo. Para aquel entonces ya  había dejado el camino y seguido una pequeña brecha hacia el bosque.

Quería perderse, morirse, dormir y nunca más despertar. Su cuerpo hacía tiempo que perdía por momentos cualquier sensibilidad: sus ojos dejaron de ver los colores de las cosas, ya no percibía las melodías que la vida le ofrecía y la comida carecía de cualquier sabor, vivía muriendo a diario, aun así la sola presencia de él le devolvía todo eso que perdió .

Caminaba en completo silencio que en ocasiones puede ser como la soledad: reconfortante pero también la más cruel de las experiencias y eso lo sabía muy bien. Se sentía solo, aunque no lo estaba porque había muchas personas que le querían, pero aun así la sensación de estar solo no desaparecía por completo, sentía como la oscuridad de la soledad le rodeaba y las personas que lo querían estaban a su la rededor pero aun así separadas por un muro invisible que lo ocultaba por completo.
  
Sus piernas no daban para mas y se sentó bajo un árbol, recargando su cuerpo en el tronco lleno de moho verde, la imagen era la viva representación de la desolación y la nostalgia, el dolor irremediablemente  afloraba y se extendía por todo su ser: no es algo que se quiera o se desee simplemente es algo que se siente. Una lagrima solitaria y cristalina resbalaba por su mejilla dotada de un brillo especial que le proporcionaba la luz de la luna. No quería levantar su mirada y encontrarse con la majestuosa silueta blanca que adornaba el firmamento de aquella noche, no quería verla porque le recordaba la sonrisa encantadora del causante de su sufrimiento y de la más grande felicidad que jamás haya tenido en toda su corta vida.

No podía seguir con su sonrisa y su pose de auto suficiencia, ya no podía mantener una imagen que no era ni la sombra de su ser, porque hasta la muerte es más congruente con sigo misma. El éxito que se avecinaba no importaba, porque nada podía llenar el hueco que se hizo en medio de su corazón, asimismo  el evitar penar y sentir estaban haciendo mella en él y cualquier día se quebraría. Solo lloraba cuando estaba solo, sólo reía cuando él lo hacía, sólo dolía cuando la barrera de cristal a modo de defensa era penetrada por su caos interior y pedía una tregua de rendición, porque necesitaba desahogarse aunque fuera en soledad, simplemente él sabia que esos sentimientos estaban mal.

Las orbes de aquel chico se humedecieron inevitablemente dejando salir las lastimosas lagrimas que solo eran la muestra corpórea de su sufrimiento que intentaba suprimir y que jamás sanaría, porque no era correcto sentir aquello y ya no sabía si era mayor el amor o el dolor, aunque sabía que nunca seria correspondido, pero lo peor de todo era la incertidumbre de su confusión, pues no entendía si en realidad era amor o no. Las lagrimas salían de sus ojos cuales gotas de agua en una tormenta, eran la lluvia exterior de su tormenta  interna ¿por qué amar dolía tanto? ¿por qué su amor era prohibido? ¿acaso nunca sería correspondido? No, jamás lo seria, porque él no era un enfermo, no tenía la mente perturbada y el alma corrompida.

Se odiaba a sí mismo por lo que sentía, por amarlo, por desearlo y por no poder tenerlo, porque aunque su cabeza le gritaba la atrocidad de aquel bello sentimiento su corazón simplemente lo ignoraba y lo odiaba porque que no comprendía que eso era  su lenta muerte, día a día se sentía agonizar pero no dejaba de amar.

El amor no correspondido es lo más doloroso en este mundo, el amor prohibido e imposible se convierte en obsesión y alcanza los límites de la locura y la desesperación, pero entonces los mismos componentes unidos al azar del tiempo lo transforman en el amor más profundo, que tal vez logre alcanzar la grandeza de la eternidad buscada y al mismo tiempo inalcanzable.

No amaba sólo su belleza que algunos consideran sublime, pero él la considera más bien celestial, digna del más bello de los ángeles y que a sus ojos se asemeja a la divinidad de un dios; también ama el brillo de sus ojos, todo lo que hacía, lo que decía, ama todo de él. Hasta el más mínimo movimiento era adorable si era concebido por él: lo amaba, lo deseaba, cada parte del cuerpo de él le despertaba intensas sensaciones, era una mezcla  entre el amor, la pasión y el deseo.

El amor sin pecado es como un huevo sin sal, una chica le dijo eso seguida de una sonrisa ¿lo comprendía? porque aquellos ojos negros le dieron a entender eso ¿lo aceptaba? claro que si, su sonrisa se lo dijo ¿lo sabía? no había duda. Cuando la conoció le pareció una muchacha algo agradable, sonreía  porque sabía que lo necesitaba, nunca le hacía cumplidos por su música o su belleza, para ella  era un chico mas y eso se lo agradecía, aunque su amiga no pudiera curar la herida en su corazón  podía contar con esa muchacha  como  alguien que le escuchara. No es malo amar, eso se lo decía muy seguido aquella joven de cabellos negros, su respuesta siempre esporádica, seca y amarga era salida desde el fondo de su sufrimiento, si lo es.

Todo el sufrimiento era una tortura que el muchacho se había impuesto, porque nunca podría separarse de él, pues sería como si su vida se acabase en el mismo segundo en que no estuviera mas con él, porque sólo era feliz con él  y sí él lo era, sufría porque así quería, porque así lo había decidido.


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Nunca pregunto, jamás cuestiono y hasta ese día jamás se había atrevido a enfrentarlo a él. Era muy joven, demasiado joven para morir de amor, para conocer ese sentimiento enfermizo en que se convierte un capricho que nace de un amor no correspondido y que se idealiza entre más dolor se padezca, para al final decidir estar a su lado sufriendo por no poder decirle cuanto le ama. No pedía besos, no pedía una noche de amor, no pedía tocarlo, ni siquiera una caricia; solamente estar en la misma habitación que él, antes de un concierto, durante el desayuno o la comida, en la escuela...

La vida es injusta y ahí estaba él maldiciendo a cuanto dios existiera por hacer que su alma gemela fuera tan prohibida, por nacer Alemán, porque su madre fuera Simone, por haber compartido el vientre con la persona que mas amaba. Maldijo cuanto pudo por ser hombre, por ser su hermano, por todos los impedimentos para vivir amándolo.

Levanto su cabeza con tanto esfuerzo para mirar el cielo oscuro que se le presentaba que en un momento pareció dolerle, no podía levantarse porque el faltaban fuerzas, su cuello le dolía como si apenas pudiera sostener su cabeza, estaba débil por las noches de insomnio y la poca comida que ingería, asimismo sentía frió y sus ojos le ardían de tanto llorar, necesitaba que algo o alguien le reconfortara pero jamás llenarían ese hueco en su ser. Entonces tomo una bocanada de aire y  trato de gritar pero solo salió un susurro impregnado de su frustración.

—Te odio porque eres tan maravilloso y perfecto que no merezco ninguna de tus sonrisas, te odio porque te amo tanto que no puedo evitar sentirlo, ¿por qué no me amas como yo te amo a ti?— su voz apenas poseía volumen y cada palabra era cargada de desgarradoras sensaciones.

Su cuerpo pedía tregua pues había perdido la batalla contra el alma, todo se veía borroso y sentía la garganta tan áspera y seca como si hubiera caminado horas en el desierto, sus parpados caían sin poder hacer nada para evitarlo al mismo tiempo que le parecía que su cuerpo estaba hecho de trapo, intentaba en vano mantenerse pues se movían ligeramente hacia adelante y hacia atrás sin atreverse a volver a recargarse en el árbol. Luego de eso se intento poner de pie y lo logro con demasiado esfuerzo mientras repetía en susurros lo que momentos antes había dicho, camino un par de pasos y ya no lograba ver nada todo parecía tan oscuro porque la luna se ocultó de tras de una nube negra.

Las sombras de los arboles se alargaban demasiado y ocultaban todo bajo ellas, el muchacho se tapo su rostro con una mano y unos jadeos se escaparon de su boca,  su frente estaba mojada y su piel tan caliente que al contacto con su helada mano sintió que quemaba, el frió quemaba. La derrota era inminente, días atrás se había sentido fatal por lo que  su madre no tardó en  notarlo y el únicamente le dijo que era el cansancio de la  gira, por supuesto le creyó: ssiempre le creían,  todos menos él, cuando decía que estaba bien él  sabía que mentía y terminaban por abrazarlo, siempre podrás contar conmigo le decía. Porque por mas que le gritara que se largara y después de decir mil veces que no tenía nada,  él se quedaba a su lado sonriendo o abrazándolo para calmar un poco su sufrimiento.

Estaba completamente debilitado de pies a cabeza, sintiéndose tan  abrumado y cansado que en esas circunstancias  sus pies  no lo podían mantener más tiempo de pie. Se desplomo  en un abrir y cerrar de ojos sintiendo su caída en cámara lenta, vio como descendía hacia al frente sin poder evitarlo y como espero el golpe que jamás llego. Se supone que cuando algo cae choca contra el piso, se supone que el césped estaba mojado y frió porque había helado; no tibio y acolchonado, se supone que dolería no que sentiría esa paz.

—Tomi—esa voz cálida y suave le trajo de vuelta a la realidad con gran brutalidad pues en seguida la reconoció, sería imposible no hacerlo.

En ese momento fue como si la voz proveniente de esos labios tan perfectos y tan suaves que mil veces quiso por lo menos tocar, se transformara en una esencia tangible y al mismo tiempo intangible, asimismo creyó como ese Tomi hacia algo parecido a un acaricia, pero claro todo eso no es más que la percepción de alguien semiinconsciente. Luego de un instante de silencio áspero sintió como el peso de su cuerpo se apoyaba en otro, que sabía era ligeramente más delgado que el suyo, no puso más resistencia y se dejo llevar de vuelta al árbol donde momentos antes había estado. El recién llegado apoyo su torso contra el árbol, acto seguido se sentó sobre el pasto mojado y acomodo la cabeza del otro muchacho sobre su piernas, logrando una buena posición de descanso para ambos.

—Tomi...¿estás bien?—duda era lo que predominaba en su voz, duda y preocupación, porque la desesperación y el dolor habían sido rezagados por esos dos sentimientos, más aún se atenuaba débilmente la incertidumbre cuya llama se avivaba a cada latir de su corazón, entonces el nerviosismo hizo su entrada triunfal.

—S-si ...creo—lo pronunció con apenas un hilo de voz que ni siquiera puede ser llamado susurro, por lo menos para aquel momento ya no sentía la opresión en el pecho que le dificultaba el respirar, solo que ahora era presa de su miedo.

—Deberías estar dormido...te pondrás mal al exponerte—dijo el muchacho de cabellos negros recargado en el árbol, tomó entonces una rasta rubia y comenzó a acariciarla delicadamente mientras con su mano libre delineaba  su frente casi sin tocar la piel de su hermano ¿qué podía decirle? Nada, no sabía que decir ¿dónde había quedado su seguridad y su temple? Todo al caño solo por estar con él. Se sentía tan estúpido, tan infantil.

—No puedo dormir Bill—dijo el de rastas con voz cansada, se notaba que estaba agotado pero había algo más en su voz que su hermano no descifraba por completo.

Nada de Billy, hacía tiempo que su hermano no lo llamaba de esa manera o con alguno de sus lindos motes con que solía llamarle. Sólo el sonido de un  Bill que el viento se ha llevado suavemente, no es que se sienta alejado simplemente se encuentra algo mas confundido de lo normal.

—¿Qué haces aquí?—es la pregunta seca que sale de los labios de Tom sutilmente sin mirarle un segundo, sus ojos color miel se encuentran perdidos entre la brumosidad de aquel paisaje, luego una rasta rubia cae hacia su rostro tapando su visibilidad.

—Eso mismo te pregunto—un contraataque es lo más fiable que encuentra Bill para intentar salir airoso de esa batalla de preguntas que intenta evadir pero que sabe inevitable. Las inseguridades le hacen presa fácil y en este momento no puede flaquear, puede ser su añorada victoria o un final abrumador.

—No seas tramposo—aunque no lo ve, Bill sabe que sonríe y toma otra rasta entre sus dedos, ninguno habla en cambio el silencio se apodera de todo el entorno formando una atmosfera incomoda—.         No me dirás—no era una pregunta—. Nnecesitaba pensar y despejarme un poco—había dicho, una parte de la verdad estaba dicha aunque Tom sabía que no era todo lo que tenía que decir, pero también sabía que no podía decirle todo.

—¿A las tres de la mañana?—ambos soltaron una carcajada, luego la sobriedad regreso al rostro de Bill hablo nuevamente­­­­—. Yo también— dijo sin alcanzar a eludir ese sentimiento extraño que poco a poco se apoderaba de él, no era un sentimiento era más bien una sensación, así como el estar completamente desnudo frente a una multitud, pero al mismo tiempo la seguridad que le propinaba el estar al lado de su hermano —. Por eso estoy aquí— supo en seguida que Tom, su gemelo, entristeció su expresión—. Quisiera decir que supe que habías salido y que también me preocupe y vine a buscarte, pero Tomi solo quería salir y camine sin rumbo fijo.

—De alguna forma creo que sabias—le contestó Tom e inmediatamente se incorporo un poco llegándose a recostar en el regazo del pelinegro.

Una laguna de silencio se formo entre ambos, sólo se escuchaban los ruidos que nos ofrece la naturaleza de una noche avanzando al siguiente día, ambos tenían los labios ligeramente separados dispuestos a emitir algún sonido en cualquier instante pero sin atreverse a ser quien rompiera tan incomodo momento que clamaba por ser exterminado. Sin previo aviso el de rastas extendió su mano hasta el rostro de su igual, lo tocó como si se tratase de una obra de arte a la cual no puedes tocar sin dañarlo. Ante el casi inexistente contacto de sus dedos con la piel del menor de los gemelos éste se estremeció ligeramente, en consecuencia su piel toco más libremente los extremos de aquellos largos dedos. Rápidamente  algunos de sus músculos se tensaron, en ambos casos fue de manera involuntaria, siempre el subconsciente termina evidenciándote o en mayor medida, traicionándote. El silencio incómodo dio pie a miles de pensamientos alumbrados en el mismo instante y compendios a la vez, los dos trataban de comprender la situación al mismo tiempo que se planteaban las mil y un posibilidades que les aguardaban, también pensaban en las palabras correctas porque algo mal dicho o con las palabras incorrectas podían perjudicarlos más de lo debido y conectarlos a una situación mucho mas incomoda e hilarante.

Sin detenerse a meditarlo el de rastas abrió un poco mas su boca dispuesto a que las palabras que se encontraban atrapadas en su garganta entre las enredadera emocionales, racionales y morales  que uno puede llegar a formar cuando no deja salir los pensamientos libremente, son los impedimentos para redimir los más profundos sentimientos y deseos que son opacados y confinados en lo más recóndito de nuestro ser por el miedo al juicio y al rechazo.

— ¿Que se siente estar enamorado?—Tom lo había afirmado, había confirmado que lo que sentía era amor pero ahora mismo no sabía si eso era lo que sentía. La duda era respetable, no nacemos sabiendo lo que es el amor, asimismo no existe una oración capaz de definir lo que conlleva ese sentimiento, ninguna sociedad ha declarado un único concepto. En su rostro no había rastro de nitidez, todo era bruma y confusión que buscaba lograr la claridad suficiente para encontrar la paz y la felicidad.

— ¿Cómo?—Bill no entendía a que venía eso ahora, pero si le preguntaba no estaba seguro. En los últimos meses todo era demasiado confuso, tanto que se había vuelto una losa insoportable pero aún manejable. De nuevo una confusión mental creada entre los pensamientos y los cuestionamiento se formo en su mente, no comprendía nada por eso no podía dar una respuesta sensata. Su corazón se oprimió y dio un vuelco doloroso, Tom estaba enamorado o al menos eso presentía, esto causo que las lagrimas fueran retenidas para que su gemelo no presintiera nada mas. Entonces recordó algo—. ¿Por que no le preguntas mejor a Annie o a Andreas?

El de rastas frunció el ceño e inhalo profundo—. Annie me dijo que sí estaba enamorado y me echo una palabrería que no entendí; Andreas dijo que no sabía—todo lo que dijo era cierto, ni su reciente amiga, que su familia en un principio creyó su novia pero que con el tiempo vieron que no eran más que amigos, ni su mejor amigo le habían aclarado que era aquel sentimiento—. Tu estas enamorado , deberías saberlo—El menor abrió al boca de golpe, su cerebro pareció dejar de funcionar por unas milésimas de segundo, esa afirmación le llego de lleno como si fuese un golpe. Sus músculos se tensaron, todo él lo hizo, entonces hizo lo que había estado haciendo desde hacia tiempo, pensar. ¿Cómo sabia Tom que él estaba enamorado? eso no lo sabía y no era tan relevante, en cambio la siguiente pregunta lo era en verdad ¿sabría de quien estaba enamorado?

—¿Co-cómo lo sabes?—su voz entrecortada acompañada de una mueca llena de duda siguieron aquel cuestionamiento.

—Por tus canciones, no podrías escribir así si no estuvieras enamorado— el menor bajo la mirada agobiado pues su hermano tenía razón pero le faltaba un detalle, algo que sabía no se le escaparía a su gemelo—. ¿Sufres?

—...S-si...—sus ojos prestaban toda la atención a las nubes grises que adornaban esa noche fría el firmamento. No quería llorar, no frente a él.

—¿Por qué?—su voz estaba impregnada de preocupación y de comprensión en cierta forma, pero había algo que Bill no terminaba de descifrar ¿tristeza? ¿derrota? ¿dolor?

—Porque no me ama—su voz se quebraba, poco a poco su fortaleza lo abandonaba.

—No puedo creer que exista alguien que no te ame...eres un ser maravilloso Billy—lo abrazó y sintió como el calor del cuerpo de su hermano se esparcía por su propio cuerpo. Bill solo se dejo abrazar pues necesitaba sentir el calor de Tom, quería sentirlo cerca y poder oír el latir de su corazón, eso sin duda le tranquilizaba demasiado.

—Si lo hay Tom, si hay quien no se pueda enamorar y créeme que está en lo correcto—escondió el rostro en el pecho de su hermano y aspiro el olor de aquella sudadera roja que portaba el de rastas, ese aroma era como una droga para él.

—Pues que estúpida, no hay motivo alguno que impida amarte—su voz era tan cálida que Bill embozó una sonrisa genuina, olvidándose de su dolor por un momento—. Pero también lo supe de otra forma...—ahí estaba el intento de Tom porque su hermanito no se entristeciera, no quería ver sufrimiento en esos ojos cafés que tanto amaba porque entonces el sufriría mil veces más.

—¿Cuál?—preguntó curioso el pelinegro quien  agradeció mentalmente a su gemelo por no insistir en el tema, si no terminaría echándolo todo a perder.

—Como tu sabias que me había caído del árbol—sus labios formaron una curva, era una sonrisa porque recordar aquello le causaba alegría, un calorcito agradable en su estomago que subía hasta su corazón y hacia que latiera a un ritmo normal. Recordar es volver a vivir, esa frase estaba presente con él y la ponía en práctica muy seguido, eso le hacía bien y alejaba un poco los momentos de dolor.

Supo en seguida que Tom sonreía ¿cómo saberlo si no miraba su rostro? simplemente lo sentía. Y las imágenes de qué día regresaron como miles de fotografías viejas y borrosas, que en su cabeza fue acomodando hasta dar una limpia secuencia de recuerdos que acomodó como un cuento que él mismo se contaba.

Ese día mi hermano y yo le pedimos permiso a  mamá para ir al parque que estaba cercas de casa así que ella no puso objeción alguna. No había muchos niños por ahí, pero a lo lejos logre ver a mi amigo Andreas, que también es el amigo de Tom, fui corriendo a saludarlo mientras que mi hermano  se quedo parado viendo.

—¡¡Hola Andreas!!—habían sido dos semanas desde que no lo veía por eso estaba tan feliz.

—Hola Bill—me contesto el saludo y correspondió mi abrazo—. ¿ Y Tom?—pregunto luego de que nos separamos.

—Esta por allá— le señale la dirección  pero cuando gire mi rostro no logre verlo. Él ya no estaba ahí.

—A lo mejor fue a comprar un helado—pronunció mi amigo, tal vez para que yo no me preocupara en demasía.

Los dos nos pusimos a jugar un rato, suficiente tiempo como para que Tom regresara, pero nada, el no volvía. Estaba preocupado así que le pedí a Andreas que fuéramos a la heladería para ver si estaba ahí, pero no estaba. Lo siguiente que pasó fue que salí corriendo del lugar, corrí con todas mis fuerzas, sentía como si mi pecho se oprimiera de una manera que incluso lastimaba.

En la zona más alejada de  parque estaba todo de una manera diferente, tenía la sensación de que algo malo pasaba y el entorno no ayudaba mucho. Todo tenía un matiz grisáceo que le daba la tonalidad de lúgubre. Sabía que Tom estaba mal, lo presentía yo lo sentía. Deje mis miedos a un lado y corrí sin saber a dónde, solo corría, deje que mi cuerpo me guiara.

Tras unos cuantos arbustos estaba él tirado como dormido, cuando lo vi sentí tanto miedo y preocupación que en primera instancia me impidieron seguir caminado. Movió un poco su brazo y entonces salí de mi shock inicial, corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron y ahí estaba el son su cabello rubio un poco mas largo que el mio en el pasto un poco seco por el frió y sus brazos extendidos, se veía tan tranquilo.

Me arrodille junto a su cuerpo y le moví un poco su hombro para que despertara—. Tomi, despierta, Tomi—sabía que no estaba inconsciente y lo confirme cuando arrugo su entrecejo seguido de una mueca de desagrado.

—Déjame tranquilo—no había nada de enojo en su voz, así que no le hice caso y seguí moviendo su cuerpo.

—Tomi—mi voz parecía un chillido expresado para que se levantara pero él no quería simplemente porque yo si quería. Por fin abrió los ojos y vi mi reflejo en los suyos pero también algo mas, ese brillo único que tienen su orbes—. ¿Estas bien?

—Solo me caí del árbol.

—¿Te caíste? ¿pero estas bien?—decía yo lleno de preocupación mientras él se limitaba a disimular su risa—. ¿Qué es tan gracioso?

—Eres lindo cuando te preocupas—yo me sonroje un poco, Tom podía hacer eso muy fácilmente, decir algo lindo y hacerme sonrojar—. Se supone que estabas con Andreas ¿qué haces aquí?

—Es que… sentí...—sus ojos me miraban expectantes entonces baje mi vista y él se sentó a un lado de mi—. Sentí que tú estabas mal...

—¿Sentiste?...

—Si...es tonto...pero fue como, no se describirlo— movía las manos tratando de ilustrar mis oraciones y él me miraba tratando de descifrar lo que ni yo comprendía.

—No es tonto...tu y yo somos como almas gemelas—me forzó a mirarlo entonces—. Así que las alma gemelas tiene una especie de «unión»—dicho eso me dio un beso en la mejilla—. Vamos o Andreas se preocupara.

—Pero... ¿tú estás bien?

—Sip yo soy fuerte—él ya se había puesto de pie y cuando dijo eso alzo sus brazos imitando a un luchador que habíamos visto cuando mostraba  cuan musculoso era.

—Yo no soy tan fuerte—dije luego de una gran risa de ambos.

—Si lo eres... tienes otro tipo de fortaleza... pero yo te voy a cuidar—su voz era más dulce que antes, era muy lindo conmigo.

—¡Suenas como todo un adulto!—reí ante eso y me puse de pie, juntos comenzamos a caminar—. Yo también te cuidare—fue lo último que dije y lo último que recuerdo de aquel día.

—Conexión de gemelo—expresó Bill al dejar de narrase la vieja historia de recuerdos que lo asediaron, conexión era otra forma en la que llamaban esa extraña conexión o lazo.

—Si—dijo el de rastas ahora estaba sentado a un lado de su gemelo con la cabeza recargada en el tronco y su vista dirigida al firmamento.

—Creía que no funcionaba ya—dijo silenciosamente el otro gemelo, pues según él recordaba que cuatro o cinco meses atrás todo se había vuelto confuso y ya no sentía esa «conexión» tan libremente como antes.

—Si yo también, creo que es porque ninguno de los dos quiere que el otro sepa algo—dijo el mayor con  algo de nostalgia.

—Eso es triste.

—No me has respondido mi pregunta—valla que Tom tenía buena memoria para las cosas que le interesaban, pesó el gemelo de cabello negro. Ese no era el único motivo de la intervención de Tom, él quería primero saber que era lo que sentía y tal vez confesarlo, pero si Bill comenzaba a cuestionarlo a él todo se iría por un tubo.

—Te lo digo si me abrazas—y ahí una nueva actitud infantil por parte del más alto de lso gemelos, porque aunque Tom fuera diez minutos más grande Bill le superaba en altura, era una de las cosas que más le gustaba a Tom de él y no tardo ni un momento para recostar a su hermano sobre su pecho, aunque hay que decir que esa petición si sorprendió al de rastas.

—¿Y bien?

—Primero dime porque quieres que te diga que es el amor—Bill sonreía mientras hablaba, le fascinaba jugar de esa manera con Tom, no era por maldad si no por sentirse querido, a Bill le gustaba que lo consintieran así como le gustaba consentir.

—Eres un tramposo y manipulador—expresó de manera cariñosa el mayor de los gemelos, adoraba los momentos como esos en los que podía brindarle mucho cariño a su hermanito, al que le acaricio tiernamente algunos mechones de su cabello. No quería decirle mucho porque si lo hacía estaría aun más exhibido y confundido, se abrumaba demasiado podía decir cosas de las cuales se arrepentiría.

—Anda, dime—luego de pronunciar ese par de palabras su boca formo una linda mueca similar a un puchero, sus ojos desprendían ese brillo divino que únicamente sus orbes tienen asimismo echó su cabeza hacia atrás y le sonrío a su hermano.

—Porque creo que estoy enamorado—dicho eso el más grande aparto la mirada escondiéndola de las orbes cafés de su gemelo. Lo dijo sin pensárselo demasiado, sus instintos salían a flote cada vez con más frecuencia.

—...¿Enamorado?...¡¿tú?!—la expresión era exagerada, tanto así que se incorporo un poco y encaro al de rastas.

—Creo...no lo sé Bill, jamás he estado enamorado antes así que no se si lo que siento es amor.

—oh, pues te diré que siento yo—el de cabellos negros se volvió a acurrucar en el pecho de Tom y trató de que no lograra ver ninguna de sus expresiones, tenía ganas de llorar y alejarse, pero no podía alejarse de Tom por más que su cabeza se lo gritara—. Sientes una alegría grandísima con solo verle incluso una sonrisa suya te alegra el día pero también te dolerá mucho el estar lejos de la persona que amas. Cuando la tocas sientes una extraña sensación...

—¿Cómo mariposas en el estomago? — interrumpió el mayor con una mueca de burla.

—Pues si así exactamente—contestó el menor haciendo caso omiso al gesto de su gemelo—. No se Tomi, no sé cómo decirlo. Quisieras pasar toda la vida junto con esa persona, asimismo quisieras besar sus labios y entregarle todo tu ser, como si tu corazón latiera por ella.

—Entonces creo que si es amor—dijo Tom.

—¡No me has dejado terminar!—refunfuño el menor pero se dio por vencido. Su hermano estaba enamorado, él mismo lo había dicho. Esa frase caprichosa no fue más que un intento de evadir la verdad que se le presentaba, y la sonrisa que le siguió no fue más que la máscara del dolor.

—Pero ese amor no puede ser—dijo de repente el mayor, se notaba el sufrimientos en sus palabras y cuando el pelinegro le vio a los ojos se dio cuenta de cuánto le dolía ese amor a su hermano, pero el mayor giro su cabeza rápidamente. Tom no quería que su gemelo descubriera toda la verdad.
 
—¿Por qué?—¡masoquista! se gritó mentalmente el menor de los gemelos ¿por qué preguntaba cosas que le lastimaban tanto?

—Porque está mal—dijo a su pesar, nuevamente ya no era dueño de sus palabras que fluían como un río desde su corazón hasta su boca. Siguió acariciando el cabello negro de Bill buscando con esto calmarse un poco.

—El amor no puede estar mal  ¿o sí?—Las lagrimas del Bill amenazaban con salir al exterior y la tristeza afloraba sin poder evitarlo—. Porque si es así mi amor también está mal.

—Nada tuyo puede estar mal Billy, nada—apretó un poco más a su hermano y hundió su nariz en la cabellera negra.

—Entonces ¿por qué tu amor está mal?—otra vez se le iba la lengua en cuanto a  las preguntas, si quería saber todo eso pero también sabía que su corazón no lo podía soportar. Trató entonces de modular su voz para que no se notara que le afectaba todo ese asunto.

—Bill mírame—expresó Tom y le obligo a mirarle por unos instantes, no demasiado tiempo pues Bill podría ver cosas que el de rastas no quería que supiera de esa forma—. Mi amor no es normal.

—¿No es normal?—interrogó el de cabello negro tratando de encontrar de nuevo esos ojos mieles que le negaban el contacto. Por más que intentaba no lograba dominar su curiosidad y masoquismo.

—Amo a un hombre...

Eso si no lo esperaba, según tenía entendido Tom había tenido novias, inclusive era muy coqueto con las chicas ¿entonces por qué le decía que estaba enamorado de un hombre? ¿ Eran tan idénticos que los dos eran homosexuales? Esas preguntan rondaban la mente del cantante quien no pudo evitar abrir los ojos y la boca por la sorpresa de la confusión.

—¿Eres gay?—Ok mala pregunta, pero ya la había hecho no había nada que hacer.

—Bisexual...está bien si te da asco—se había preparado mentalmente para eso, si que lo había hecho, pero no era lo mismo ver la expresión en vivo que en miles de simulaciones mentales. Le dolía mucho que su hermano le pudiera ver con asco.

—No tengo porque...¿te digo algo? yo también estoy enamorado de un chico— el mayor dio con los ojos cafés intentado interrogarlo  ¿podía ser Bill tan maldito como para gastarle una broma?—... Un maravilloso guitarrista, es un chico muy guapo con adorables rastas y un sexy percing en el labio, que jamás imagine que sería bisexual—sus ojos desprendían un brillo muy especial, pero Tom en cuanto escucho lo que Bill dijo sintió como su corazón se oprimía. ¿había escuchado bien? Bill lo amaba a él, porque esa era su descripción o ¿acaso conocía a alguien otro guitarrista con rastas y un percing en el labio y para colmo bisexual? ¿estaba soñando? Se pellizco la pierna y se dio cuenta de que todo era real, su boca se hallaba abierta y sus ojos parecían unos platos redondos. Trago un poco de su saliva y su vista se dedico a mirar el pasto mojado, aún no reaccionaba del todo, pero pronto lo hizo.

—¿Es broma? ¿me estás jodiendo?—dijo Tom sin devolverle la mirada al pelinegro quien se desilusionó en cuanto lo escucho decir aquello.

Para Bill el mundo se detuvo y su corazón se comenzó a caer a pedazos, como cuando quiebras un cristal pero en cámara lenta. Un dolor agonizante se comenzaba a formar en su interior y pronto sus ojos pacerían una tormenta dispuesta a desatarse en cualquier instante, pero debía contenerse. Por impulso el pelinegro se puso de pie y soltó tres palabras llenas de dolor.

—No lo hago—entonces movió sus piernas y dio unos cuantos pasos.

La parte racional del menor le gritaba que corriera, que se alejara y no empeorara más la situación y su corazón con un último susurro le pidió que no se rindiera. Pero todo es una lucha interna en la que el cuerpo pierde control y no sabe a quién obedecer, sus pasos eran lentos en consecuencia, apenas y dio un par de zancadas cuando sintió unos brazos aferrarse a su cuerpo.

Tom no lo pensó dos veces, escucho esa afirmación y cualquier rastro de duda y sufrimiento desaparecieron. Era correspondido. Ahora, en ese lugar solo importaba que le amaban tanto como el amaba, que su amor no era enfermo porque era recíproco y el hecho de que sabia ese era amor del bueno.

En la vida existen muchas circunstancias e ideales arraigados a la sociedad actual que impiden la felicidad de los demás, nadie ríe con genuina alegría y todos son capaces de ocultar sus más profundos deseos si no son «aceptados». Los principios moralistas nos obligan a esconder aquello que creemos no está bien visto e incluso llegamos a fingir lo que nunca llegaremos a ser, pero no queda de otra si lo que quieres es encajar. Esos dos gemelos en medio de un bosque esperando el amanecer fundidos en un abrazo forzado por uno de ellos, que le regresó la alegría al otro y con el que supieron su amor era tan grande y mutuo, han dejado de lado esos pensamientos para ser felices por lo menos un momento.

Bill fue consciente de que Tom lloraba cuando sintió como las lagrimas de éste humedecían su sudadera, fue entonces que se dio cuenta que también lloraba. No eran lagrimas de tristeza, ya no habría más de ellas, eran lagrimas de felicidad con las que su corazón por fin se desahogaba y dejaba de lado tan tremenda losa cargada durante tanto tiempo.

Los brazos de Tom rodeaban la delgada cintura de su gemelo mientras que apoyaba su cabeza en su hombro cerca del cuello, asimismo Bill tenía sus manos sobre las de Tom de manera que lograba darle una reconfortante caricia igualmente que buscaba decirle con ese gesto que él sentía lo mismo. Después de limpiar sus almas con las lagrimas saladas el cantante forzó al de rastas a romper aquel abrazo, en consecuencia el guitarrista se encontró atónito y con una expresión que denotaba sorpresa.  Con un ágil movimiento de parte del menor ambos gemelos quedaron frente a frente, haciendo un contacto visual completo, sin aquella sensación de estar ocultando algo,  un contacto lleno de nitidez. Esa mirada que decía te amo  con tanta claridad que los gemelos se abofetearon mentalmente por no darse cuenta de el sentimiento que cargaba cada mirada, cada sonría y cada gesto. L a distancia entre los cuerpos de ambos chicos se fue haciendo cada vez más pequeña y con un impulso del pelinegro quedaron unidos de nueva cuenta en un abrazo, Tom hundió su cabeza en el cuello del menor y aspiro sutilmente el aroma de su amado al igual que lo hizo Bill.

—No tienes idea de cuánto te amo—salió la declaración de parte del guitarrista. Las lagrimas salieron nuevamente, ¡y él que creía sus ojos se había secado! Apretó con tanta fuerza el cuerpo de Bill como si temiera perderlo, porque ahora que sabia era correspondido no quería alejarse jamás de él y mucho menos quería perderlo.

—Si la tengo, yo te amo igual—esas palabras le hacían tanto bien a su corazón que ya no se sentía enjaulado, ni oprimido y los signos de la agonía habían desaparecido.

—Bill dime que no es un sueño—todo era tan mágico que el mayor de los gemelos no terminaba de creerlo.

—Es la realidad...bésame.

El de rastas no necesito mas para tomar los cabellos de Bill y atraerlo hacia su rostro, en ese momento sus labios se unieron con tantas ansias que provoco que su corazón latiera demasiado rápido, primero fue un simple roce que poco a poco aumento la intensidad. Se necesitaban el uno al otro, la fricción entre ambos labios hacia que los bellos se les erizaran y una nueva sensación nació dentro de ellos. Su cuerpo aumentaba de temperatura, tanto que les parecía quemarse pero no había dolor, todo era gozo y pasión.

Bill tenía una de sus manos en la mejilla de su gemelo, la cual acariciaba lentamente y de pronto daba caricias mas fuertes mientras que su otro brazo estaba detrás del cuello de Tom el cual presionaba con su mano, quería tocar el cuerpo de Tom había soñado tanto con ese momento. Lo que siguió del primer contacto, suave, dulce  y hasta cierto punto inocente, fue un juego de labios en los que ambos querían disfrutar del sabor dulce la boca del otro. Tom había comenzado a acariciar la piel de la espalda de Bill por debajo de su ropa al tiempo que jugueteaba con el cabello de su nuca. El mayor quería sentir más a su gemelo, quería conocerle a fondo, quería probar  en verdad  el gozo de sentirse fundido en un beso con su Bill, por este motivo saco un poco su lengua y delineo el labio del pelinegro por lo que éste no pudo evitar gemir al sentir la lengua caliente del guitarrista. Entonces Bill abrió la boca un poco mas invitando así a Tom a disfrutar completamente su cavidad , en ese momento  las lenguas  se cruzaron y danzaron unos segundos en un deleite para ambos gemelos. Se separaron pues el aire les falto y el éxtasis era demasiado, agitados aún no terminaban de romper contacto pues sus fretes chocaban apoyándose mutuamente, no se habían movido ni un centímetro, solo jadeaban en busca de recuperar el aliento. Los dos muchachos sentían la respiración del otro contra su rostro, era algo tibio y tan reconfortante que los mantenía con la vista unida, fue cuando se dieron cuenta que las lagrimas habían parado pero que ambos tenían sus ojos vidriosos de nuevo.

Bill no se dio cuenta como, pero ahora estaba rodeado por los brazos de Tom, por debajo de los suyos en un profundo abrazo, su gemelo tenía su cabeza apoyada contra su rostro, en su mejilla, pero al mismo tiempo descansaba sobre la curva de su cuello. La respiración de  Tom se sentía contra su piel y eso le causaba ligeros escalofríos pero adoraba tenerlo así, entre sus brazos. El de rastas parecía aferrarse al cuerpo del pelinegro de ahí que Bill trataba de calmarlo acariciándolo lentamente durante aquel abrazo, también él lo atraía a su cuerpo con presión. En su cuello ya no sólo percibía la respiración de Tom, además podía sentir como las lagrimas humedecían su piel por esta razón hizo el abrazo mas profundo.

—Yo siempre te eh amado—dijo el mayor cerca del oído de Bill en un susurro—. No sabes...no sabes cuánto he querido estar así...contigo...—las palabras se mezclaban con los sollozos—...Cuanto sufría porque pensaba que tu... que jamás me  a-amarías como yo a ti... siempre estabas en mis sueños Bill, es que yo te creía inalcanzable, muchas veces me decía a mi mismo  q-que yo  era u-un enfermo por amarte...trate de olvidarte. Es que todo era tan duro... porque yo ya no te veía como un hermano—sus lagrimas se volvieron más amargas al recordar todo aquel sufrimiento que albergo en  su corazón, intentaba controlar también su llanto que solo aminoraba cuando respiraba el aroma de Bill. Tom necesitaba decirle a su gemelo todo lo que sentía, era más que necesario para que el dolor se fuera por completo—. Y-yo no podía ver tu sonrisa sin evitar sonreír también, no podía dejar de ver tus labios y querer besarlos...es que Bill ¡yo te amo tanto! Que creí que moriría de dolor cada vez que me daba cuenta que  esto era imposible—su voz estaba entrecortada en cierta forma por su conmoción pues Tom sentía tantas cosas a la vez, quería disfrutar del momento pero quería limpiar su corazón para que sólo quedara el amor por su hermano, porque le amaba y nunca dejaría de hacerlo. Bill trataba de calmarlo pues sentía su dolor, asimismo él experimentaba emociones encontradas pero quería que su Tomi estuviera bien, porque hora era de él.

El mayor intentaba  que el llanto cesara pero parecía imposible que las lagrimas dejaran de salir de sus ojos, inhalaba profundamente el aroma de Bill, amaba ese olor. En muchas ocasiones olio las playeras de su hermano cuando nadie lo observaba incluso llego a robárselas para dormir con alguna cada día; siempre había sido su tranquilizante natural, ese que le daba seguridad y confort más que el abrazo de su madre, ese aroma lo sumía en una burbuja donde no importaba nada y donde podía estar en completa paz.

Por su parte, Bill acariciaba aun la espalda de su hermano y como podía  acariciaba sus rastas rubias, esas que amaba tocar cuando Tom dormía y que le hacían ver tan lindo, según Bill. El chico no sabía cuando había comenzado a amar a su hermano, más bien no supo cuando fue que se dio cuenta de el gran amor que le tenía, por eso mismo no dejaría que su Tomi sufriera y le dolía en el alma que no terminara aún con su tortura auto impuesta, valla que el guitarrista era algo masoquista, pero si eso liberaba su alma por Bill estaba bien.

—Tomi yo también sufrí mucho ¿sabes?—expresó el menor con un tono suave pero dolido, luego con un movimiento deposito un beso cargado de ternura en las rastas rubias  que tenía cerca de su rostro—. Aunque tú has sufrido mas que yo...lo siento...

—No lo sientas, no es tu culpa—cortó Tom.

—¡No! yo debí darme cuenta de tu sufrimiento—dijo el cantante  durante las múltiples caricias que le proporcionaba a su hermano, repartidas entre sus rastas y su espalda.

—Yo tampoco me di cuenta...somos un par de ciegos—pronunció Tom y agrego una dulce risilla al final.

—La vida pone los tesoros que no logramos verlos porque siempre buscamos mas allá.

El mayor de los gemelos asintió con la cabeza en un leve movimiento y se acurruco de nueva cuenta en el pecho de Bill, en tanto éste sonreía durante el largo abrazo. Un largo lapso de silencio se formo de nuevo, las palabras no eran necesarias en esos momentos, estaban sumidos en una especie de burbuja donde no había lugar para nadie más que para ellos, aislándolos de todo y de todos. Ahora solo importaba ellos y su amor.

—Te amo—soltó  de pronto el de rastas.

—Yo también te amo— contestó Bill besándole la frente helada de Tom.
 
El ambiente entre ambos era cálido, contrario a su entorno. Estaba helando y los dos solo tenían el calor de otro para no sentir el frió de la noche. El cielo  estaba completamente oscuro y lleno de nubes grisáceas,  de esas que amenazan  con liberar el agua en forma de gotas que cargan en ellas. Todo el firmamento ofrecía un espectáculo lúgubre que llegaba hasta los límites de la melancolía y la nostalgia. Había arribado al lugar un ligero viento  que advertía el poco tiempo que faltaba para los tiempo más fríos. Los animales se habían escondido ante tan deplorable frió, así que solo estaba ellos dos rodeados de un frió intenso.

Tal vez todas las sensaciones que causaba en ambos todo lo acontecido, añadiendo las emociones y sentimientos que crecían dentro de ellos les hacía creer que todo era irreal. Estando abrazados sentían como una calidez se formaba en la boca del estomago y avanzaba por todo su cuerpo, haciendo que sus corazones latieran a un mismo ritmo, uniéndolos así en una serenidad impensable. Sin embargo, era un hecho que el estar ahí abrazados, causaba en ambos nuevas sensaciones que los llenaban de paz.

Pero como todo lo bueno que había tenido, el momento de paz termino para Tom, pues los pensamientos que antes lo habían perturbado regresaron. Eran hermanos, eran gemelos, eran hombres, nadie aceptaría su relación. Entonces otra nueva duda lo asaltó, ¿que eran ahora? Eso podía esperar claro, porque era mayor el miedo del rechazo que cualquier otra duda  por ahora.

—Aun te preocupa el que seamos hermanos—dijo de pronto el menor, quien sabía muy bien como se sentía su gemelo, tenía miedo.

—...S-si...creo.

—Tomi aunque todo el mundo esté en contra yo no te dejare de amar jamás—deposito un beso en la frente de Tom y acerco su rostro buscando los labios del de rastas—. Nunca nadie nos separara porque nos amamos.

—Si...—después de esa afirmación ambos se unieron en un dulce beso, no era tan pasional como el final del primer beso, pero si estaba lleno de amor. Tom aun seguía recostado en el regazo del menor y tenía la cabeza echada atrás para poder disfrutar los labios de su hermano.

El beso se prolongo mas de lo que imaginaban, ambos querían disfrutar el sabor de otro. Movían sus labios de manera delicada pero no demasiado lento, entonces presionaban con los propios el labio del otro, quien hacía lo mismo. Tom subió su mano hasta le mejilla de Bill y la acaricio con un poco de delicadeza, con unos cuantos movimientos estuvo entre las  piernas del menor que lo tenía atrapado entre sus brazos por la cintura.

—Te juro que te amare a pesar de todo y de todos... te amo Tomi—le susurro contra el rostro del mayor.

—Te juro que nunca voy a dejar de amarte...porque mi corazón te pertenece solo a ti, ya no es mío Billy es tuyo para siempre y desde siempre—dio un beso corto a Bill y se acurruco de nuevo contra su pecho.

—Ven acá—Bill atrajo de nuevo a Tom y unió sus labios en un beso demandante, donde el juego de lenguas no se hizo esperar, desbordaban pasión y amor con matices de novela pero con una entrega casi total.

Ambos querían decirse en ese beso lo mucho que se amaban, el tiempo que esperaron por aquel  momento que quisieran eterno, quería que el otro supiera cuanto amor y deseo había en su corazón. Las manos de Tom buscaron el cuello de su gemelo y se aferro a él con la suficiente fuerza para juntar más sus cuerpos, mientras Bill rodeaba con su manos su cintura y daba ligeros recorridos por su espalda. Era un beso lleno de entrega mutua, no querían separarse pero debían respirar y cuando rompieron su contacto se vieron a los ojos que antes habían cerrado, para poder disfrutar del cielo a donde el otro los llevo, los ojos mieles se miraban expectantes y el mayor rompió el contacto, sabía que si su amado lo veía sabría lo que pensaba y aun le causaba vergüenza que se enterara de lo mucho que lo amaba. Se fundieron en un abrazo nuevamente, el mayor entre las piernas de su hermanito mientras este lo rodeaba, a Bill le gustaba eso, le gustaba cuidar a su Tomi de vez en cuando.

No se dieron cuenta cuando fue que cedieron al sueño, ya no eran consientes de nada pues se había sumido en e mundo de los sueños y ahora disfrutaban de un agradable momento en ese mundo. En los brazos de Morfeo salieron a flote todas sus esperanzas, sus ilusiones y aquello que anhelaban, curiosamente ambos soñaron lo mismo.

Ya no importaba nada, solo importaba su amor. En pocas horas amanecería y un nuevo día comenzaría, más bien dicho ese día comenzó una nueva vida desde el momento en que liberaron sus sentimientos de su prisión interna. Podría ser todo diferente de ahora en adelante, tal vez el camino sería difícil y complicado o tal vez no tanto, pero estaría  juntos para sobrellevar los obstáculos y, quien sabe, pusiera ser que no todos se opusieran a su amor...no sabían que les deparaba el destino, solo sabían que estarían juntos en la brumosidad de la tormenta o en el florecimiento de la felicidad, pero juntos y amándose por siempre.

—Te amo— fue un susurro al unísono de los gemelos, que en sus sueños declaraban nuevamente el amor que no podrían ocultar pero que lo tendrían que hacer.

Nadie dijo que la vida es justa... nadie dijo que fuera fácil, pero sin sufrimiento la felicidad no tiene ese toque de magia, ese día ellos lo entendieron, todo el dolor ahora era recompensado...simple ley de equivalencia...Sólo se logra la paz y la felicidad liberando sentimientos...




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